En México los reporteros están en un laberinto, en un momento social muy complicado porque son los que están poniendo los muertos, ofrendando la vida por un derecho a la información, sin que exista un atisbo de justicia para ellos, coincidieron los reconocidos periodistas y escritores Alejandro Almazán y Guillermo Osorno, durante un acercamiento con personas locales en la plazuela 27 de Septiembre, en Los Mochis, en víspera del primer aniversario luctuoso del fundador de Ríodoce, Javier Valdez Cárdenas.
Revueltos entre los asistentes de lo que se planeó como una conferencia magistral, pero que degeneró a un diálogo entre cuates, codeándose unos con otros, los también editores afirmaron que el legado de Javier Valdez no fue sólo en la narrativa del periodismo del narco y sus consecuencias, sino también de la unidad gremial que avanza lentamente pese a egoísmos, envidias, rencores, e incluso del escudo social que debe de proteger a los periodistas.
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Osorno explicó que en la unidad gremial, la piedra angular fue el crimen de Javier Valdez que ahora se plasmó en la agenda del periodista, que aún se encuentra inacabada. “Pero podemos unirnos en defensa del bien común”.
Y en ese camino, los periodistas de provincia están dando ejemplo porque pese a los ataques, mantienen el compromiso de informar, de no callarse. Hay en provincia hoyos negros, zonas en donde nada se informa porque los reporteros fueron asesinados. Cada vez que muere uno, hay un bits que no se envió, una plana que no se publicó, una historia que no vio la luz, dijo Almazán.
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Ambos coincidieron en que es el Estado quien está acabando con los periodistas, además de que hay un descrédito social ganado a pulso por tratarse de un gremio viciado y distorsionado, en donde no hay independencia. “Hoy sólo se pone la grabadora al político, pero no hay cuestionamientos, ni investigación”.
Para el buen periodismo, afirmaron, se están cerrando los medios y las escuelas forjadoras. “Hoy subsisten los medios que tienen nexos con gobiernos, que viven de los presupuestos oficiales y los negocios entre ambos, protegiéndose mutuamente. Hoy también hay un boicot social a medios y comienzan en los comentarios de las notas, y deberá escalar hasta no comprarlo, cancelar suscripciones y dejar de escucharlos. Hoy la verticalidad del medio cambió, y se trata de una conversación”.
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Junto a Almazán, Osorno coincidió que las redes sociales corrompieron el periodismo, pero también lo evolucionaron puesto que ahora hay una nueva corriente de comprobación de noticias falsas que se apoyan en cronistas, pero redactadas por periodistas. Esa tendencia se llevó ahora a los políticos en donde se comprueba lo que declaran en los debates, y al final se revela una mentira o un acierto. “Y es esa publicación, la comprobación de sus declaraciones lo que ahora ofende a los políticos y genera los ataques”.
Las redes sociales también obligan a un cambio en la narrativa del periodismo, pues hoy más que nunca se exige se publique la verdad, sin matices, más allá del narco, del hurto del erario, de las vergüenzas políticas. “Hoy la sociedad va a reivindicar al periodismo, y deberá ser su escudo”.
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En el monumento a la Libertad de Expresión, reporteros independientes y empleados en medios masivos realizaron una manifestación pacífica y ofrenda floral. No hubo discurso. Un segundo grupo de comunicadores hizo lo propio.
Artículo publicado el 20 de mayo de 2018 en la edición 799 del semanario Ríodoce.
