Uno y otro 23 de marzo

 

Colosio trotó sin parar casi media hora por el entonces llamado Malecón Nuevo de Culiacán, que después llevaría su nombre pero en ese momento no lo sabía. Era la mañana del 23 de marzo de 1994, el mismo día en que lo asesinarían. Tenía un trote apresurado, fuerte, altivo. Lo perseguía un contingente de priistas, él sí que tenía un millón de amigos. Cuando detuvieron el trote, casi ni alcanzaban resuello. Con la respiración agitada, el candidato del PRI a la Presidencia daría quizás la última declaración pública de su vida, antes del mitin que esa tarde tendría en una colonia perdida de Tijuana, Lomas Taurinas, ahora célebre únicamente por el magnicidio.

El año 1994 ya era convulso en la historia de México antes del asesinato de Luis Donaldo, ni se diga lo que vendría después. Colosio dijo al periodista de deportes Fausto Castaños, mientras miraba a su alrededor la fortaleza que lo rodeaba: “Para hacer ejercicio solo se necesitan un par de tenis, y buenos amigos como estos”. Dio fin a la entrevista y seguiría con el resuello cortado mientras muchos más lo abordaban para hacerse notar que ellos iban en la bola que lo perseguía en esa carrera infernal por la presidencia de México.

Horas después, Luis Donaldo se sentiría de nuevo rodeado de amigos, no le alcanzaban las manos para saludos y abrazos entre la muchedumbre de la empobrecida colonia de Lomas Taurinas. Pero una de esas manos que se le acercó no buscaba saludarlo, tenía un revólver. Después ya todo es historia…

Margen de error
(24) El recuerdo de Luis Donaldo Colosio dentro del PRI es intermitente, como una luz que se enciende y se apaga. Si se revisan los archivos, la clase política le da su atención en año electoral y lo olvida cuando no habrá comicios. Sube a las alturas en año de sucesión presidencial y casi se apaga al aniversario siguiente.

Este 24 aniversario luctuoso es de máxima atención. Lo recuerdan, lo extrañan, se toman la foto con el Colosio de piedra que cada ciudad exhibe.

En Culiacán, por ejemplo, en el mismo sitio donde Colosio paró el trote la mañana del día que lo mataron, está un busto del candidato. La foto de este 2018 apenas abarca a tanto asistente. Incluso Manlio Fabio Beltrones, gobernador de Sonora cuando asesinaron a Colosio, pernoctó en la ciudad para montar guardia en el monumento. Con él Jesús Aguilar Padilla, Coordinador en Sinaloa de la campaña de José Antonio Meade, que desde hace muchos años ni se paraba en el monumento. Y otros muchos más.

Pero en el aniversario 23, en el año 2017, Colosio tuvo su corona de flores, pero la foto está casi desolada. Sobran espacios, enviados del enviado. Lo mismo un año antes, en el 22 de 2016.

Colosio es el más grande asidero para un partido en declive desde el asesinato mismo del que ahora es su prócer. Después de aquel 1994 el PRI no logra resurgir por más intentos que se lancen: El Nuevo PRI, la Nueva Generación de priistas. El asesinato alcanzó para un triunfo más y ya. Carente por completo de figura alguna, Colosio es para el PRI ese salvavidas de piedra al que se aferran porque no hay más. Imaginando que se trata de una piedra pómez.

Mirilla
(El hijo) El añadido para este capítulo es que el hijo de Luis Donaldo Colosio, apenas un niño cuando asesinaron a su padre, se expone a una elección en el escalón más bajo. Sin pretensiones busca ser legislador local, solo que por un partido distinto al que su padre dirigió y encabezó buscando la presidencia. Colosio Riojas sí que aparece ligero en sus actividades públicas. No parece cargar esa pesada losa que significaría el apellido y la historia del padre.

Por el contrario, con mesura señala que su padre volvería a morir pero de tristeza al ver en lo que se ha convertido el PRI. No deja de ser una retórica, aunque bien construida al fin. El PRI de finales del siglo XX no es muy diferente del actual, menos cuando muchos de los personajes de aquel entonces siguen siendo de fuerte peso: Salinas, Beltrones, Gamboa, Massieu, Del Mazo…

Primera cita
(Dinosaurio) Muchos dieron por muerto al PRI luego de la derrota del 2000. Comparado con un dinosaurio, se anticipaba su extinción. Nada más lejos, cumplió 89 y muy pronto estará celebrando el centenario. Despertaremos —algunos— y seguirá allí.
José Antonio Meade se aferró a esa piedra que es Colosio en el discurso del 4 de marzo de 2018. Hasta citó e hizo referencias al famoso discurso de Luis Donaldo de 24 años atrás:
“Hago mías las palabras de Colosio, hoy somos la opción que ofrece un cambio con responsabilidad, somos la opción que mejor conoce lo que se ha hecho y que sabe de los resultados de sus programas, de sus aciertos y de sus errores”. Y antes: “Luis Donaldo Colosio asumió la justicia social como una demanda insatisfecha y nos llevó a un movimiento territorial que hoy está llamando a dar una batalla para honrar su memoria”.

Deatrasalante
(Élmer) En Un asesino solitario, Élmer Mendoza lleva a la ficción aquel capítulo de la historia de México. No es un recuento de lo que ocurrió aquel 23 de marzo de 1994, o tal vez sea exactamente lo que ocurrió y la ficción sea lo que dicen los libros de historia (PUNTO)

Columna publicada el 25 de marzo de 2018 en la edición 791 del semanario Ríodoce.

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