Javier Valdez, remembranzas en Mazatlán

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Vida y obra de Javier Valdez, a tres meses de ausencia

 

“Uno siente a Pepe muy personal, muy íntimo, dispara directo al corazón y leerlo nos lleva a concluir que Pepe escribe como un acto de amor”, comentó en marzo de 2014 Javier Valdez Cárdenas, a propósito de un evento organizado en el Centro Histórico de Mazatlán para apoyar al escritor José Luis Franco, quien atravesaba por un problema de salud.

A más de tres años de distancia, los amigos, lectores y colegas de Javier Valdez se reunieron para evocar su obra.

Y también se llevó a cabo en el Centro Histórico, a unas cuadras de aquel evento donde participó el escritor y periodista Javier Valdez.

Emotivo e impregnado de sentimientos encontrados, la lectura pública de sus obras llenó de rabia y coraje la sala de la casona El Recreo, pero también de enseñanza y aprendizaje, y por encima de todo, de admiración.

La invitación la hizo el Colectivo de Periodistas por la Paz y la Libertad de Expresión de Mazatlán al cumplirse tres meses del asesinato de uno de los fundadores del Semanario Ríodoce.

“Para exigir justicia una vez más, pero también para conmemorar el legado literario de Javier Valdez y a las víctimas a las que dio voz y rostro a través de su pluma”, se convocó.

Y así hicieron acto de presencia Miss Narco, Los morros del narco, Levantones, Con una granada en la boca y Narcoperiodismo

No faltó la memorable Malayerba, esa que diera título a su primer libro y le abriera las puertas al autor para los siguientes textos en una trayectoria ascendente, en la que puso corazón.

Los catedráticos de la UAS Arturo Santamaría Gómez y Pedro Brito Osuna, politólogo y luchador social respectivamente, amigos del periodista, así como la maestra en ciencias Ernestina Lizárraga, quien se ha especializado en el estudio del papel de la mujer en el narcotráfico, comentaron las obras de Javier Valdez.

Pedro Brito aseveró que a tres meses del asesinato de Javier Valdez, la protesta e indignación sigue vigente no obstante que hay una apuesta a que este tipo de hechos tiendan primero a crecer y después a moverse más lentamente, hasta que se anulan.

Dijo que la notoriedad alcanzada por el artero asesinato del periodista alcanzó niveles nacionales e internacionales debido a dos elementos: a la credibilidad y ética del periodista, así como el propio medio en el que trabajaba.

“Un medio, si bien sin la estructura de los grandes medios, sí muy influyente por la credibilidad y el trabajo de años donde estuvo presente Javier Valdez de manera permanente”, expuso.

Para Ernestina Lizárraga, socióloga, la principal fuente de información que tuvo cuando realizaba su investigación del rol que tienen las mujeres en el narcotráfico, fue el Semanario Ríodoce, donde no solamente encontró la columna “Malayerba”, sino al autor de Miss narco.

Observó cómo es que la prensa regional empezó a publicar noticias de la participación de la mujer en el narco, y el enfoque amarillista con el que lo hacían, pues eran exhibidas como personas exóticas, sesgo ausente en la narrativa de Javier Valdez.

“Él le da una visión objetiva, las empieza a mapear (…) se dio a la tarea de ir a buscarlas y nos empieza a hablar de la que es narcomenudista, de abuelitas, de las familiares de los narcotraficantes”, detalló.

Arturo Santamaría Gómez relató los inicios de Javier Valdez en el mundo editorial y cómo al paso de los años fue produciendo y sentando las bases para proyectar lo que en el país se veía venir, que en casi todas las ciudades se ejercen las mismas prácticas de narcotráfico que él describió en sus crónicas.

Dijo que hay que reconocer que el periodista no tenía el reconocimiento en Culiacán ni en Sinaloa como del que gozaba en otras ciudades de la República y fuera de ella.

“Es algo que le dolía, no le molestaba, le dolía que no tenía un reconocimiento, sobre todo de los ‘culichis’, le regateaban la calidad literaria de sus trabajos”, señaló.

“México se convierte, como lo han dicho muchos de los principales investigadores del narcotráfico, en el epicentro de narcotráfico mundial, pero el epicentro del narcotráfico mexicano es Sinaloa y en Sinaloa es Culiacán, por lo tanto, en el centro del terremoto mundial está Ríodoce”, asentó.

“En esa dimensión, los ojos del mundo —y no hay ninguna exageración— voltean a ver constantemente a Sinaloa, sinónimo de narcotráfico en el mundo y quien más habla y mejor ha informado de ese hecho es Ríodoce y dentro de Ríodoce, Javier Valdez”.

 

Las lecturas

Y las voces que dieron lectura a las crónicas del periodista trajeron al presente su sensibilidad.

El dolor de las madres que el propio periodista hizo suyas una y otra y otra vez, para que fueran replicadas y sufridas por los lectores, invadió el espacio.

Jóvenes que lo conocieron en las presentaciones de sus libros, quien tuvo la oportunidad de presentarlos, incluso quien nunca tuvo la suerte de conocerlo en persona, coincidieron en no dejar en el olvido su legado ni la exigencia de que se haga justicia.

Al final, el Javier Valdez íntimo, personal y sensible que se adentraba en las tragedias de las familias víctimas del narcotráfico se hizo presente en cada línea.

Proyectaba su solidaridad en cada historia, compartía el dolor de sus protagonistas, los lloraba y conminaba siempre a no dejarlos solos.

A tres meses de su ausencia, Javier Valdez ha trascendido a la par que las historias de sus personajes, en quienes sin la intención de hacerlo, fue escribiendo la propia.

 

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