Víctor Emilio: sentencia negociada

 

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“Estoy muy arrepentido de mis acciones pasadas; pido disculpas por eso. Hoy sólo pienso que, cuando salga (de la cárcel), quiero vivir aquí, unirme a una iglesia, y ser un vocero de Dios, y vivir el resto de mi vida rodeado de mis hijos y de mis nietos”, dijo el capo al ser sentenciado.

 

 

 

Pasaron seis meses, desde que fue extraditado, para que fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos (USDOJ), llegaran a un acuerdo con la defensa de Víctor Emilio Cázares Salazar y negociaran una pena no mayor de 15 años para el narcotraficante, en una corte federal de San Diego, California.

“En realidad esperábamos una pena menor, pues se debió considerar su edad, sus hijos, y que ha cooperado con la fiscalía, pero estamos complacidos con el fallo”, dijo vía telefónica a Ríodoce el abogado del capo Jan Ronis.

Al juez William Hayes no le pareció dictar una sentencia “tan baja” considerando los años que Cázares Salazar tenía enviando drogas ilegales a California, y menos le agradó tomar en cuenta los cuatro años que el capo pasó en la cárcel del Altiplano, en el Estado de México, pero al final tuvo que acceder a los acuerdos que hizo la fiscalía y emitió la sentencia.

Lo que sí exigió fue que, al menos, Cázares Salazar pagara “de inmediato”, los diez millones de dólares que acordó entregar al gobierno de su país, según estipulaba el acuerdo con los fiscales.

Como prueba de que pagaría en breve, familiares del capo entregaron en ese momento 150 mil dólares en efectivo. Cázares Salazar es identificado en Estados Unidos como Víctor Emilio Cázares Gastelum.

 

La larga travesía del capo

Originario del poblado La Majada de Abajo, en Badiraguato Sinaloa, Cázares Salazar venía de una familia de comerciantes que tenían abarrotes y camiones de transporte de pasajeros, los llamados “tranvías”.

De acuerdo con el expediente numero 3:07-cr-00449-WQH, robustecido por el fiscal Michael Kaplan, Cázares Salazar emigró en 1990 a Los Ángeles California, donde se instaló por varios años, haciendo los contactos suficientes para iniciar su imperio de drogas.

Tenía entonces 27 años  y se sabía que era un distribuidor en menor escala, y que por ello había sido arrestado un par de ocasiones por posesión de metanfetaminas; pero entonces lo que se vendía a manos llenas en Los Ángeles era la cocaína.

Fue por ello que en 1996, tras lograr la ciudadanía estadunidense, regresó a La Majada de Abajo, en Sinaloa,  para aterrizar el plan que lo habría de convertir en uno de los principales blancos del gobierno de Estados Unidos.

 

Red millonaria

Socio de Ismael el Mayo Zambada, y de Joaquín el Chapo Guzmán, Cázares Salazar logró conectarse con capos de Colombia y Venezuela, a quienes compraba cientos de kilos de cocaína, que a su vez eran llevados a Sinaloa, Tijuana, y de ahí traficados a Estados Unidos por la frontera Mexicali-Caléxico, mediante camiones de transporte, de pasajeros y particulares.

Para ellos, según explica el documento, mantenía al menos cien punteros por donde cruzaba la droga, además de decenas de pistoleros que aseguraran que no les dieran “baje” con la mercancía.

Según habría informado su principal operador Carlos Charlie Cuevas, la mercancía traficada no sólo era cocaína, sino que también incluía mariguana y metanfetaminas.

El poder que el Licenciado ­construyó era interminable, lo cual lo hizo hacerse de varias propiedades en Sinaloa y California, incluyendo su rancho en La Majada de Abajo, que incluía iglesia privada, salones de fiesta, rodeos, y caballos bailadores valuados en cientos de miles de dólares.

 

Bajo perfil

Fuera del rancho en La Majada de Abajo, Cázares Salazar mantenía un perfil bajo. Y al menos para la DEA era indetectable. Hasta que, a finales de los 90 se determinó desmembrar el Cártel de los Arellano Félix, en Tijuana, y fue hasta entonces que se supo del gran poder que tenía el Licenciado, como también se conocía al capo.

“Fiscales estaban investigando a los Arellano Félix cuando se enteraron de Cázares Salazar, y lo empezaron a investigar por encimita, pero pronto se dieron cuenta del alcance y el poder que tenía, pues su territorio no sólo se centraba en Sinaloa y California, sino que se extendía hasta Nueva York y Nueva Jersey”, se lee en el documento, al cual Ríodoce tuvo acceso.

Tuvieron que pasar 11 años para que los fiscales por fin presentaran cargos contra Cázares Salazar, pero al mismo tiempo sellaron el caso, pues se trataba de un capo del calibre del Chapo Guzmán, del Mayo Zambada, y de Arturo Beltrán Leyva, y cualquier búsqueda pudiera alertarlo y desaparecer por completo.

El capo se hizo varias cirugías plásticas y se modificó el cabello para despistar a las autoridades, que ya le seguían los pasos muy de cerca; incluso informantes de Estados Unidos que en algún momento trabajaron para él, lo referían como “el tipo del mismo nombre del otro tipo”.

 

Operación Imperial

Tantas ganas traía la DEA al capo, que en el 2007, a pocos meses de haberle presentado cargos y que un juez emitiera una orden de aprehensión en su contra, al menos seis agencias federales y municipales realizaron la operación Imperial, que tenía como meta arrestarlo.

En esa ocasión, decomisaron a Cázares Salazar más 45 millones de dólares, además de 12 toneladas de mariguana, cuatro de cocaína, 320 kilogramos de metanfetaminas, 100 de ice y cinco de heroína.

Timothy J. Landrum, agente especial de la DEA, recordó que la meta era atrapar a Cázares Salazar, pero que se les escurrió de las manos porque tras tenderle una serie de trampas, en el último momento el objetivo no apareció.

“Se cree que Cázares Salazar fue avisado y entonces regresó a Sinaloa, donde tenía su base de operaciones”, informó entonces la DEA.

La cacería en contra del capo continuó, y a través de informantes y sistemas de inteligencia se le ubicó en repetidas ocasiones en Culiacán, Badiraguato, Mocorito, y en la zona de San Lorenzo, pero sin que se le pudiera en ningún momento arrestar. Fue entonces que el Departamento del Tesoro lo boletinó en febrero de 2007, emitiendo entonces una orden de arresto en su contra por lo que la cacería se intensificó. Se ofrecían 5 millones de dólares por información que sirviera para atraparlo.

No fue hasta el 8 de abril de 2012 que el capo fue detenido durante un operativo dirigido por la Policía Federal en cercanías de Guadalajara.

 

Frente al abismo

Cázares Salazar permanecía de pie frente al juez William Hayes, que estaba por determinar el número de años que pasaría tras las rejas; entonces el antiguo capo dijo lo siguiente, que a su vez fue traducido por la intérprete Letty Lewis:

“Alguna vez fui fugitivo de la justicia; y me encerraba en mi casa, y no salía, por temor a ser arrestado, incluso, ni a mi familia le decía dónde estaba por temor a que se filtrara la información… eso cansa su señoría, pues quería salir y andar en lugares públicos sin tener miedo a ser arrestado”, dijo al juez, con la mirada al suelo.

El juez, según detalló personal del juzgado, sólo lo escuchaba. Tras una pausa, Cázares Salazar agregó: “Estoy muy arrepentido de mis acciones pasadas; pido disculpas por eso. Hoy sólo pienso que, cuando salga (de la cárcel), quiero vivir aquí, unirme a una iglesia, y ser un vocero de Dios, y vivir el resto de mi vida rodeado de mis hijos y de mis nietos”, dijo el capo.

Tras esa intervención, el juez Hayes lo sentenció a 15 años de cárcel.

Pero la pesadilla del capo puede que no termine ahí, pues ahora deberá enfrentar otras acusaciones en Nueva York y Nueva Jersey, donde también tiene cargos por narcotráfico y lavado de dinero, aunque tras el acuerdo logrado con los fiscales del sur de California, es posible que logre convenios similares en las otras cortes federales.

Cázares fue extraditado el 6 de marzo de 2016, y ese mismo día fue presentado ante el juez para declararse inocente de tráfico de droga y lavado de dinero.

 

 

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