Una de las primera y principales órdenes maternas a la hora de comer fue, para muchos, la de no jugar con la comida.
 
La edad temprana en la que empezamos a sentarnos y tomar los alimentos por nosotros mismos, fue también donde aprendimos el reglamento de la mesa, la civilidad, las medidas y el qué sí y qué no comer.
 
Al salir de la trinchera familiar fuimos expuestos a la lluvia de metralla de las grandes empresas de productos chatarra.
 
Lo que distinguía a la gran mayoría de los productos con alto contenido de azúcares es que abundaban en promociones, un gancho para ser adquiridos: juguetes, estampillas, tatuajes temporales y diseño alusivo a películas infantiles de moda, fueron parte de la baraja de productos extra que ofrecían a sus compradores, quienes, principalmente, éramos niños.
 
Hoy en día ocurre lo mismo, solo que ahora los juguetes son más sofisticados y las artimañas de mercado son más fáciles de dispersar, y por ende más difíciles de bloquear.
 
Hoy es más difícil que un niño evite toparse con un producto chatarra tapizado con personajes de películas infantiles, que contenga un juguete o bien que hasta tenga la imagen de Julión Álvarez como invitación para ser comprado, y comido; almacenado en su cuerpo.
 
 
EMPAQUE
 
El empaque es realmente llamativo, pues parece que se trata más bien de un juguete que de una golosina, y en parte lo es. De hecho, podríamos decir que es una especie de plastilina que se come, sin caer al hospital… al menos no inmediatamente.
 
Al abrirlo encontramos cuatro barras de dulce de distintos colores: amarillo, rojo, azul y verde. Además una hoja de papel encerado, la cual incluyen como tapete para moldear las barras. Ésta cuenta con un dibujo y la irónica leyenda “Come bien” por un lado, y una serie de instrucciones por el otro, las cuales invitan a jugar y comer las figuras que se hayan formado.
 
INGREDIENTES
 
Un total de 16 ingredientes conforman estas barritas moldeables. Estos ingredientes están enlistados (por ley) en orden descendente en proporción al contenido en el producto, es decir que el ingrediente que tenga la mayor cantidad en peso dentro del producto será el primero en la lista, el segundo más abundante será el segundo y así sucesivamente.
 
El primer ingrediente en esta golosina es azúcar, seguido del jarabe de maíz, agua, almidón modificado, ácido cítrico y aceite vegetal. Éste grupo de ingredientes son la base del producto a la que se le añaden otros ingredientes estabilizantes y conservadores como Carboximetilcelulosa de sodio, cuyo efecto nocivo no va más allá de la dificultad para leerlo y Sorbato de potasio, un conservante inofensivo.
 
En menor medida se encuentran los colorantes: Rojo Allura, Tartrazina y Azul brillante FCF. Los dos primeros están vetados para su uso en productos para niños en algunos países de la unión europea por su relación con reacciones alérgicas, hiperactividad y déficit de atención.
 
Cabe señalar que son colorantes que se encuentran en un gran número de productos y aunque la concentración de cada uno de ellos es mínima, la suma puede ser un problema. El Rojo Allura, por ejemplo, puede encontrarse en este producto al igual que en una fritura picante, o un refresco de fresa, una paleta de hielo o en una salsa envasada y, aunque son productos de distintas familias, los colorantes normalmente son los mismos.
 
JARABE DE MAÍZ, LO BARATO SALE CARO
 
Un ingrediente que se encuentra cada vez más frecuentemente en los productos dulces es el jarabe de maíz. Su inclusión no se debe a su sabor, ni a que sea más saludable, es que es más barato y es por esto que los productores lo usen como sustituto de azúcar de forma parcial o total en algunos de sus productos.
 
Un estudio de la Universidad de Princeton concluyó que el consumo de jarabe de maíz causó incrementos anormales de grasa corporal, especialmente en el área abdominal, a su vez, elevó el nivel de triglicéridos en sangre en niveles mayores a los presentados por el consumo de azúcar de mesa.