Elvira, te daría mi vida, pero la estoy usando

Elvira 2

 

 

 

 

 

Con su cuarta película: Elvira, te daría mi vida, pero la estoy usando (México/2015), Manolo Caro deja claro que, independientemente de la calidad de sus cintas y lo original de sus historias, tiene un estilo que inició desde No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013) y siguió con Amor de mis amores (2014).

Entre las constantes que se observan en su cine, es que recurre a los mismos actores, sus personajes siempre quieren fumar, toman decisiones drásticas que los llevan a un cambio significativo en su vida, hay clara referencia a la homosexualidad, y de alguna manera está presente España.

En la cinta, Gustavo (Carlos Bardem) le dice a su esposa Elvira (Cecilia Suárez) en plena madrugada, que irá por cigarros para relajarse, porque uno de sus hijos no para de llorar y no los deja dormir, pero ya no regresa, por lo que ella empezará una obsesiva búsqueda: primero en el lugar donde su marido compró los cigarros y, después, como en un rally, seguirá pistas que la acerquen cada vez más con él.

Gracias a la recepcionista mitotera (Mariana Treviño) de la oficina de Gustavo, se enterará que se fue de vacaciones con Ricardo (Luis Gerardo Méndez), uno de sus compañeros, pero no en plan de amigos, sino de novios. Impactada e incrédula, la traicionada mujer no se dará por vencida hasta que encuentre a su marido y le dé una explicación, aunque le sea difícil verlo con un hombre.

Como sólo cuenta con mil pesos y dos hijos que mantener, Elvira trabajará en la funeraria de su amiga Eloy (Angie Cepeda), porque ante lo que le pasa, se le facilita llorar en los velorios, y se apoyará de su vecina Lucia (Vanessa Bauche), una devota metiche, para que le cuide los niños.

Elvira verá a Ricardo como uno de sus compañeros de trabajo, pero eso no impedirá que lo seduzca y se vayan de fin de semana a Acapulco, más que en plan romántico, porque allá está su marido y quiere encararlo.

Desde que el personaje de Bardem dice la “original” frase de que va por cigarros: ¡Sorpresa! Ya se sabe en mucho de que irá la película y, efectivamente, Elvira…, además de obvia, se moverá en situaciones absurdas: por más entrometida que sea una vecina, no se le dan explicaciones; una recepcionista, por más metiche, no dará —no tan sencillo—, información  confidencial a quien no conoce, sólo por su desespero de encontrar al “amor de su vida”. La lista es larga, pero simplificando, en esta cinta todo se consigue fácil, de manera improbable e inverosímil.

Estamos ante una tragicomedia, que en realidad no atina a provocar carcajadas ni llanto, porque el filme no es creíble por ningún lado: las lágrimas fingidas en la funeraria intentan ser divertidas; el encuentro esposa amante y una carta “póstuma” pretenden conmover, pero no lo logran.

Más que decir cuál cinta de Caro es mejor que la otra —lo más disfrutable de Elvira… es el trayecto a Acapulco con la canción de Suavecito de fondo, sobre todo por la actuación de Méndez—, debe de considerarse que con un mayor tratamiento de guión, el director puede estar cerca de una película verdaderamente interesante. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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