El ciclo escolar ha vuelto. Las calles vuelven a ser tan caóticas como de costumbre; a la afluencia de autos que vuelve a su asfaltado cause se le suman los filosos baches que se reproducen como bacterias en el encarpetado.

Los oficiales de tránsito ni moviéndole a mano al semáforo logran generar un cambio circunstancial en el flujo vial, son muchos carros, mucho calor, muchas mentadas de madre.

Al igual que en las calles, con el regreso a clases los comercios en los que se expenden refrigerios de todo tipo vuelven a su concurrencia usual. Dentro de ellos, padres de familia buscan qué llevarán para el recreo sus hijos (algunas veces de “contrabando” en sus mochilas): pastelitos, galletas, papitas, juguitos o dulces; en fin, mucho de dónde escoger para que, en el futuro, muy probablemente ellos tengan mucho de donde agarrar.

Según palabras de los mismos proveedores (de galletas, papitas y pastelitos específicamente), las ventas bajan en algunos sectores de la ciudad hasta en un 50 por ciento en los días de vacaciones, siendo los negocios cercanos a las escuelas los que mayor reducción ven en sus ventas. Son los niños en edad escolar gran parte de su clientela, claro, comprando a través de los padres.

EMPAQUE

Los colores que más sobresalen del empaque son el verde, morado y el azul.

El empaque es un tanto llamativo, al igual que los demás empaques de la línea de gomitas de esta misma marca. En prácticamente todos los productos de esta familia se busca por medio de publicidad, diseño y texturas, que quienes los consuman jueguen con su contenido, en este sentido este producto cuenta con la leyenda “Haz cara de Morita” como recomendación de juego y/o consecuencia por la dulce acidez del mismo.

En la parte central de la bolsa aparece la imagen de dos personajes. Se trata de dos moritas animadas con el semblante de quien la está pasando muy bien, entre sonrisas, una de ellas le da un baño de pintura a otra.

INGREDIENTES

Un total de 20 ingredientes, de los cuales ocho pertenecen a la gomita y los 12 restantes a las grageas que la recubren.

Aunque algunos de ellos se repiten en ambas partes de este producto, salvo los colorantes y los azúcares, ninguno es de llamar la atención.

En cuanto a los colorantes en su listado aparece el infaltable Rojo 40 o Rojo Allura, descartado en algunos países de Europa como aditivo para productos de consumo infantil. Este colorante puede causar alergia en personas con sensibilidad al ácido salicílico.

Otro que aparece en el listado es el Rojo 3 o Azorrubina. Este aditivo ha sido sometido a pruebas por sospechas en su relación con casos de hiperactividad infantil en quienes consumen productos que lo contienen.

75 POR CIENTO DE AZÚCAR

El total del peso de una bolsa de moritas es de 48 gramos, de los cuales 35.8 corresponden a azúcar añadido. Solo como referencia, dicha cantidad de azúcar es similar a la que contiene una lata de refresco.

En el etiquetado nutrimental del empaque la cantidad citada de azúcar representa el 40 por ciento del total máximo para un día en la vida de un adulto, no de un niño.

Hay que tomar en cuenta que la referencia para este porcentaje es de 90 gramos, una cantidad terriblemente permisiva, que mantiene a la industria de la comida chatarra dentro de los márgenes “saludables” de adición de azúcar.

Esta cantidad de azúcar promueve la caries dental, problema que padecen siete de cada 10 niños en México, según datos de la Secretaría de Salud. Además las altas cantidades de azúcar sumadas al cada vez más recurrente sedentarismo promueven el sobrepeso y la obesidad infantil.

Según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de azúcar para adultos y niños debería mantenerse por debajo del 10 por ciento y si el consumo se mantiene por debajo del 5 por ciento se producirán beneficios adicionales. Con esto la OMS recomienda reducir el consumo de azúcar a un rango menor a los 50 gramos y de ser posible mantenerlo por debajo de los 25 gramos diarios y no los 90 que nos recomiendan las autoridades de salud mexicanas.