Enigmas y certezas de Jesús Vizcarra

peña y sukarne
PEÑA NIETO Y VIZCARRA. Decisión a puerta cerrada.

 

 

Guadalupe de Jesús Vizcarra Calderón sigue siendo un enigma, y si vale la pena ocuparse de él es por su historia y el ruido que genera si habla o calla, si se levanta o se sienta, si aparece a un lado del presidente o no se sabe nada de él en meses. Si respira o no.

Hace días, cuando destituyeron al secretario de Agricultura, se dijo que las posibilidades del empresario para ser candidato a la gubernatura se esfumaban, como si Enrique Martínez y Martínez o el propio Jesús Aguilar Padilla —todavía subsecretario de Agricultura—, estuvieran por encima de él en los afectos de Enrique Peña Nieto.

Hay, en muchos de los juicios que se externan en los corrillos políticos en torno a si se viene o no como candidato en 2016, ánimos encontrados: por un lado los originados por el miedo —en algunos casos espanto— y por el otro los que surgen del deseo de una segunda vuelta para sacarse la espina, hasta con cierta sed de venganza.

Vizcarra, por su parte, no ha cambiado públicamente el discurso que hilvana desde que se fue del estado con la derrota a cuestas. Esgrime siempre lo importante que son sus empresas para él, como escudo contra la insistente, siempre pertinente pregunta, de si se vendrá o no por segunda ocasión a buscar la gubernatura. Pero no deja de enviar señales en sentido contrario.

Sus apariciones públicas al lado del presidente han sido múltiples, desde aquella fotografía que subió la esposa de Peña Nieto a su cuenta de Facebook durante un viaje oficial al continente asiático. Se sabía, desde 2010, de la cercanía del empresario y el entonces gobernador del Estado de México. Peña Nieto estuvo en uno de los actos de campaña de Vizcarra, acompañado de su esposa, Angélica Rivera. Ella no es menos cercana al sinaloense. Por lo menos en una ocasión estuvo presente en la inauguración de uno de sus espacios clínicos de Salud Digna en el Distrito Federal.

Pero lo que disparó el morbo entre la clase política, y los miedos en muchos miembros del gabinete malovista y del propio gobernador, fue la condecoración que le fue otorgada de manos de Peña Nieto como uno de los principales empresarios exportadores de país, en septiembre de 2014

Después de ese evento en Mazatlán, el 20 de enero de este año, el presidente acudió al acto realizado en Altamira, Tamaulipas, para encabezar el primer envío de productos de Sukarne a países de África, donde llenó de flores el esfuerzo empresarial de Vizcarra y su aportación a la economía exportadora de México.

Si se tenía duda de los afectos personales que hay entre ellos, más allá de la relación institucional que se deben, uno como empresario de primer orden y el otro como presidente, véase el lugar que Jesús Vizcarra ocupó durante el tercer informe de Peña Nieto, en la primera fila, justo enfrente del podio, a un lado de José Narro, rector de la UNAM, y en donde también estaban la esposa del presidente y sus hijas, Manlio Fabio Beltrones y el senador Emilio Gamboa Patrón. Atrás del sinaloense —no sobra decirlo para aquellos que andan buscando significados hasta en el color de los calcetines—, fue ubicado Carlos Slim.

Días antes, Vizcarra se había hecho el aparecido en un hotel de Culiacán con el pretexto de una reunión con sus empleados, como si no tuviera en el corporativo recién inaugurado un espacio para ello. Su pretensión fue obvia: muestrearse, calar la opinión pública, pulsar el ánimo de los medios, hacerse presente, meter miedos y alimentar esperanzas. Es su juego y desde que se recuperó anímicamente del mazazo que le dio la coalición opositora de 2010, ha estado jugando con las blancas, siempre con un movimiento por delante.

Es su momento, lo sabe y, conociéndose los estilos del sistema priista, es seguro que solo él y Enrique Peña Nieto decidirán, en un vuelo en el avión presidencial o durante una cena en Los Pinos, si se viene o no como candidato a la gubernatura.

Los desencuentros con su compadre Ismael Zambada García, el Mayo, parecen haberse salvado ya y al presidente de la República, lo ha demostrado, no le importa mucho esa historia, dada la frecuencia con que aparecen juntos y el lugar que le ha dado en sus afectos. Ya se sabrá qué pasa.

 

Bola y cadena

UNA COSA PUEDE DARSE por descontada. Si Vizcarra no es el candidato por alguna razón, ya sea porque él no quiera o no sea la carta del presidente, podrían darle, al menos, el derecho de veto. Y no es muy complicado especular sobre quiénes estarían en la lista negra del empresario. Empezando por Gerardo Vargas Landeros y terminando con Aarón Irízar López.

 

Sentido contrario

DE SEPTIEMBRE A SEPTIEMBRE, México vivió uno de los hechos más abominables de la historia de este país. Se registró en la administración de Enrique Peña Nieto, en el marco del retorno del PRI a Los Pinos, en medio de recientes reformas que, se dijo, catapultaría a México a la modernidad y el progreso. La desaparición de 43 estudiantes normalistas marcó al país, a nuestra América. Pero hundió también al presidente y a su Gobierno.

 

Humo negro

¿QUÉ LE PASÓ, PRESIDENTE? ¿Quién se refería con eso de los populistas al final de su informe? ¿Al Bronco regiomontano o al Peje? ¿A los dos? ¿Y qué es ser populista para usted? ¿Y qué significa no ser? ¿La cruzada contra el hambre no es un programa populista? ¿Le aterra el arrastre del próximo gobernador de Nuevo León y que su experiencia pueda extenderse a nivel nacional? ¿O le preocupa que desde hace meses Andrés Manuel López Obrador sea el político mejor posicionado en todas las encuestas? ¿Sabe quién es el principal promotor del Peje, presidente? Usted.

 

 

 

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