La casa blanca y la caja negra

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En el mundo del Presidente Enrique Peña, los talones van en el empeine y los humanos no se despeinan aunque corran 10 kilómetros en 50 minutos con 48 segundos. En ese mundo se le pide a los amigos que te juzguen y los amigos no te rebasan en una carrera. En el planeta de Peña se piden disculpas por no violar la ley y se pide confianza cuando traicionas.

El informe de la Secretaría de la Función Pública sobre la Casa Blanca de los Peña Rivera dado a conocer la semana pasada por Virgilio Andrade, encomienda que le dio su jefe el Presidente hace seis meses, es en realidad una caja negra. Dentro de ese informe, de esa caja, está encriptado el verdadero mensaje de la compra-venta del inmueble de la calle de Sierra Gorda número 150 que conocemos como La Casa Blanca.

En larguísimo expediente conformado por miles de hojas —que por cierto era imposible de abrir en la página de internet hasta el viernes por la noche, hora de cierre de esta edición—, que incluye interrogatorios a 111 personas y un análisis de los contratos otorgados a los vendedores de las casas a los Peña Rivera y a Luis Videgaray, en realidad se resume en una frase: “Al Presidente no le corresponde autorizar contratos de obra pública”, dicha por Andrade en la conferencia.

Los periodistas Daniel Lizárraga y Rafael Cabrera, fueron dos miembros del equipo de Carmen Aristegui en la investigación especial del reportaje “La Casa Blanca de Peña Nieto”. Conocedores mejor que nadie del expediente que armaron para sustentar el reportaje que se publicó el 9 de noviembre de 2014, señalan los puntos que se excluyeron en la investigación de Andrade: Primero, la historia de la Casa antes de la llegada de Peña Nieto a la Presidencia. Es decir, el hecho de que Grupo Higa ni siquiera tenía obras en el Distrito Federal y que Higa era contratista en el Estado de México siendo Peña gobernador. Y un segundo punto, tan importante como el primero: Ingeniería inmobiliaria del Centro —la empresa que conformaron en el DF, dependiente del Grupo Higa, en 2008— adquirió en noviembre de 2009 un terreno justo detrás de la casa que habitaba Angélica Rivera, entonces ya novia de Peña Nieto. Justamente el terreno de Sierra Gorda 150 en Lomas de Chapultepec, Rivera vivía en Paseo de las Palmas 1325 pero la propiedad era en realidad de Televisa. Al comprar ese terreno, Higa tenía contratos con el novio de la actriz, es decir, con el Gobernador Peña Nieto.

Hoy desempleados, luego del cierre del programa de radio de Aristegui en MVS, Daniel Lizárraga y Rafael Cabrera, concluyen: “El resultado de la investigación de la SFP no desmiente el corazón del reportaje: uno de los contratistas emblemáticos del Estado de México, cuando Peña Nieto fue gobernador, construyó una residencia a gusto de su esposa y él. Esa empresa, posteriormente, ganó la licitación del tren de alta velocidad México-Querétaro.”

 

Margen de error

(Mundo de juguete) En este mundo, el que no es del Presidente Enrique Peña, quien compra una casa paga el 14.5 por ciento de interés bancario anual; y 9.98 por ciento si es un crédito Infonavit, con descuentos hasta de una cuarta parte del salario. Se pasan 10, 15 o hasta 20 años pagando mes a mes o quincena por quincena. Y cancelar un contrato es tan complicado como morderse el codo.

 

Mirilla

(Un Morrín a la Rotonda) El Morrín es en realidad un clon de Sergio Torres Félix. No es su ícono, ni su logo de campaña, es él mismo. Por eso lo reproduce y lo fabrica en serie. Si el Morrín es colocado en un pedestal en otros municipios, y sentado en bancas del Malecón de Altata y llevado al Paseo del Centenario, o subido al Cerro de la Memoria, ya no podrá ser custodiado por la policía de Culiacán.

Pero ya es tiempo, quizás el Morrín ha crecido, y es momento de abandonar el hogar. Ya se verá la suerte del Morrín, señalado como extranjero, en tierras lejanas.

 

Primera cita

(Ceaipes) Meses antes de la reformas en Sinaloa en materia de transparencia, que en realidad se trató de homologaciones federales, y cuando ya era claro que un par de Comisionados perderían su puesto, empezaron a mencionarse dos nombres para suplir a esos Comisionados. Sin discusión y  de manera insistente.

Ellos era, son, y están en la lista de 14 aspirantes: César Valenzuela y Arturo Ordoñez. Ellos, se dijo hace casi un año, serían los dos acompañantes de Rosa del Carmen Lizárraga en el órgano garante del acceso a la información. Falta muy poco para saber si alguien se equivocó.

César Valenzuela y Arturo Ordoñez saben del tema, ciertamente. Ambos además son profesionales sólidos, con amplias trayectorias en el servicio público. Valenzuela fue tesorero en Guasave, Subsecretario y Coordinador de Acceso a la Información. Ordoñez fue periodista, delegado de Profeco y actualmente encargado del organismo interno del Congreso de acceso a la información.

Que se conocieran con tanta anticipación los nombres de los dos sustitutos en La Comisión de Acceso a la Información, será un punto para desacreditar el procedimiento es difícil saberlo. Lo cierto es que ambos tienen en sus credenciales una clara filia partidaria, pero que no los desacredita per se en sus alcances profesionales. Por el contrario, quizás se conviertan esos tres comisionados en los de mejor nivel en los tres lustros del órgano(PUNTO)

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