Rebrota matanza: Le pegan al Cartel de Guasave

PARTE POLICIAL: “Se echaron chingazos entre ellos”.
PARTE POLICIAL: “Se echaron chingazos entre ellos”.

versión policial de que Hipólito Sayaz Márquez, el Chuki había quedado muerto en el tiroteo registrado en el ejido Mochis corrió como reguero de pólvora.
Y es que el tipo no era cualquier sujeto. Era, según la versión policial dada en el lugar, uno de los pistoleros más activos en la zona, leal al Cartel de Guasave, y quien en los últimos meses ya andaba a salto de mata, pues era copado constantemente por grupos de reacción que no habían logrado cazarlo, pues siempre tenía una ruta de escape.
Pero ese viernes penúltimo de mayo al Chuki le cambió la suerte. Andaba con sus amigos y fue copado por una célula de enemigos.
Terminó muerto cuando corrió para ponerse a salvo. Cayó en un crucero y fue rematado en el lugar. La misma suerte corrieron Raúl Alfonso Castro Escárrega, el Catotas, y José Alberto Armendáriz Gastélum.
Todos ellos habían llegado a la casa del Catotas en camionetas. Las aparcaron en batería frente a la casa.
Tras ellos llegó un Sentra color champagne. Descendieron sujetos armados y comenzó la batalla. No importó que niños y mujeres estuvieran en tránsito ejidal. Era el lugar y la hora para cobrar venganza por agravios anteriores. Y los disparos en ráfagas tronaron en el ambiente campesino.
Quienes pudieron se pusieron a salvo tras los muros de las casas abiertas de par en par. Los que no lo consiguieron se quedaron petrificados observando cómo los hombres armados caminaban por las calles, unos sangrando, otros ilesos.
Fueron segundos rápidos, de estruendo y olor a sangre. Al final, y tras que el ulular de las sirenas se apagó, la calle era un anfiteatro, y teatro de operaciones de decenas de policías con los rostros cubiertos.
Había quedaron el auto encendido, chocado, perforado por las balas, con el parabrisas astillado por proyectiles.
Media hora después, un helicóptero sobrevoló el área. Minutos después se vió en el lugar a Martiniano Vizcarra Burgos, jefe de la Policía Ministerial del Estado. Es el mismo policía de siempre. Parco, adusto, reservado. “Se echaron chingazos entre ellos”, en su conclusión del evento de bala.
EL CHUKI. Batalla en medio del ejido.
EL CHUKI. Batalla en medio del ejido.

“Allí quedó uno de los buenos”
Es el Chuki, secunda uno de sus escoltas. Del Cartel de Guasave, de la gente de El Chapo Isidro (Fausto Isidro Meza Flores), de Chuy González (Jesús González Peñuelas).
Martiniano ha sobrevolado el área y descendido. No encontraron sospechosos, ni heridos de bala, ni ilesos. Logró saber que cómplices de los atacantes los habían rescatado en camionetas blancas. Por ello arma su convoy, arranca el patrullaje que termina allanando domicilios, y replegando perros en las alcobas.
Ya han pasado varios días y los cuerpos fueron entregados a los deudos.
Evaristo Castro Borboa, Subprocurador Regional de Justicia, asegura que no hay indicios para establecer si el Chuki es uno de los asesinados en el ejido Mochis, pues los deudos no establecieron apodos ni ocupación. En las actuaciones no hay nexo alguno de amistad entre los tres asesinados. “La familia no refiere ningún dato al respecto”.
Pero en las redes sociales, los amigos y conocidos de el Chuki se despiden de él.
No es el único baño de sangre que ocurrió en Ahome, pues antes del triple asesinato, Antonio Sotelo Véliz, apodado el Guada, fue ultimado a quemarropa por desconocidos que lo encontraron en el campo pesquero El Colorado.
Y después del triple homicidio, María Cecilia Gocobachi Soto, de 18 años de edad y residente de la invasión Las Flores II, es encontrada desnuda, envuelta en una sábana, muerta, en las inmediaciones del ejido Plan de San Luis. Fue desnucada. Con un golpe, le fracturaron las tres vértebras cervicales.
Ella, en su Facebook se despidió de sus amigos diciendo que iba de viaje a Guasave.
Y con ella, la ola de muerte terminó, esta primera semana de junio.
A media mañana, el gobernador, que estaba en la ciudad como testigo de la presentación del Plan Municipal de Desarrollo 2014-2016 que realizaba el alcalde Arturo Duarte García, reconocía que el Estado acusaba un disparo en la cantidad de asesinatos y ofrecía operativos militares y civiles en Ahome, El Fuerte y Guasave, pero sólo se vieron en esta última demarcación, a consecuencia del ataque a soldados.
Y para justificar eficiencia de su cuerpo de seguridad, dijo que tiene números de que en la entidad hay cien ejecutados menos mes con mes, en comparación con el 2013, y repitió su ya trillado discurso de que rescataría espacios públicos, que su policía estaba echada para adelante, mejor pagada y más equipada.
Y alegó que en los primeros cinco meses del 2014 tenía 484 asesinatos. Más no expuso a cuántos asesinos había metido a la cárcel, ni cuántos homicidios hay pendientes de esclarecer como herencia de los primeros tres años de gobierno.

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