MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Hoy, de 10:00 a 18:30 horas de un día lleno de sol, fue despedido el escritor tijuanense Federico Campbell en el velatorio del Panteón Francés del norte de esta ciudad -donde falleció de un derrame cerebral el sábado 15-, por un numerosísimo séquito de colegas, amigos y alumnos del mundo literario e intelectual de México.
En algún momento la sala del velatorio fue insuficiente y el grupo creció hasta superar tres centenares en el amplio recinto del camposanto de Legaria. Fueron recibidos por la pareja del narrador y periodista tijuanense, Carmen Gaitán, y por Federico Campbell Peña, también periodista (Once Noticias), único hijo que tuvo con la académica e investigadora Margarita Peña. Gaitán, directora del Museo Nacional de San Carlos y él estuvieron presentes en todo momento durante la larga estadía del escritor en el hospital Mocel, así como de las hermanas del autor de Tijuanenses, Zulaima y Silvia, al igual que su sobrino Eduardo Flores Campbell.
Ahí, Campbell había ingresado el 31 de enero, luego de una semana de una gripa adquirida en Tijuana días antes y que resultó ser influenza AH1N1, que aunque trascendida afectó su riñón y su corazón.
Entre los personajes estuvieron pocos funcionaros de la cultura y la política (no asistió Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), como Cristina García Cepeda y Stasia de la Garza (directora y coordinadora de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes, respectivamente), Teresa Franco y Sergio Raúl Arroyo (directora y exdirector del Instituto Nacional de Antropología e Historia), los perredistas Porfirio la Muñoz Ledo, Joel Ortega, Emilio Yuber (secretario de Cultura en la delegación Coyoacán), la Chaneca Maldonado (del equipo de André Manuel López Obrador), Pedro Rojas (director del Centro Cultural Tijuana), Inti Muñoz (Fideicomiso del Centro Histórico), y Jorge Astiazarán Orcí (el alcalde de la ciudad de Tijuana), así como sus dos amigos más entrañables de la primera juventud, Fernando Macotela (director de la Feria del Libro de Minería de la UNAM, que el año pasado rindió un homenaje a Campbell por sus 70 años) y José Carreño Carlón (exvocero de la Presidencia en el sexenio salinista y actual director de la editorial Fondo de Cultura Económica), Jorge Velázquez (director de TV-UNAM). La Comisión Federal de la Policía Mexicana envió un gran arreglo floral, al igual que el licenciado Miguel Alemán Velasco.
En medio de la tristeza, sus amigos cercanos, sus colegas, sus admiradores, sus alumnos, acompañaron a Campbell, su amiga la poeta y paisana Rosina Conde, la cineasta Mary Carmen de Lara, la escritora y periodista Martha Lamas de la revista Fem, la periodista Pilar Jiménez Trejo, la crítica de arte Patricia Ruvalcaba del diario El País, el narrador Juan Villoro, el filósofo, novelista y ensayista Hugo Hiriart y su esposa la cineasta Gita Schiffert, el poeta David Huerta, la pareja matrimonial de la poetisa Elva Macías y el cuentista Eraclio Zepeda, el catedrático e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Felipe Gálvez y su colega Josefa Erreguerena, el neurofisiólogo Raymundo Romo, el exdirector del Festival Internacional Cervantino Emilio Cárdenas Elorduy, el director de la editorial Océano Héctor Anaya Rosique, el empresario Miguel Nieto del Salón Los Ángeles, las investigadoras Guillermina Guadarrama y Laura González Matute del Centro Nacional de Investigación de Artes Plásticas del INBA, los escritores José María Espinasa y Paco Ignacio Taibo II, el director del Museo Franz Mayer Héctor Rivero Borrel, la actriz Selma Beraud, el crítico de cine David Ramón, el director de la revista GeneraciónCarlos Martínez Rentería, el economista Jaime Aboites, María viuda de García (presidenta de la Fundación Héctor García, el célebre fotógrafo), la antropóloga Claudia Burr y la mayista Elizabeth Palm…
Asimismo, Salvador Corro, subdirector editorial de Proceso y quien fuera jefe de Fotografía de la misma, Juan Miranda. Fue en la revista donde Campbell colaboró como periodista entre 1977 y 1988.
Una veintena de coronas de flores blancas rodeaban el féretro en el salón “Ille de France”. Tanto de instituciones como de personas: INBA, INAH, Conaculta, FCE, “Vivi y Juan”, de la organización de mujeres Semillas,
Sobre el féretro ocre de Campbell, su alumna la ensenadense Guadalupe Beatriz Aldaco escribió un adiós a su maestro literario y periodístico (“era además mi amigo, mi hermano mayor, mi gurú”), donde plasmó esta elegía en grandes letras impresas a manera de evocación a temas y títulos de sus obras:
“Dinos en clave morse, Tijuanense, que sólo te estás tomando un descanso, que pronto harás de nuevo el viaje Transpeninsular para disfrutar de Todo lo de las Focas. Prométenos a tus amigos, nosotros Los Brothers (jamás infame turba, presa de la Invención del poder), que traducirás la experiencia en una pieza más de tu Periodismo Escrito, con licencias otorgadas por La ficción de la memoria. Pero al concluir tu texto, prométenos también que no calificarás más para el Post Scriptum Triste.
“Necesitas reanudar las Conversaciones con escritores. La Máquina de Escribirte está esperando. No queremos una edición de Padre y Memoria, hay una en curso corregida y aumentada que tienes que supervisar. Hazla a tu modo, si gustas ponte una Máscara Negra e inspírate en el todo modo de La memoria de Sciascia; así que no hay Pretexta.
“El imperio del adiós aún no ejerce su dominio.”
Las cenizas del escritor se dispersarán por el desierto de Altar, en Sonora.
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