¿Cómo contenemos el odio?

LAS CAMPAÑAS QUE VIENEN. Fomentar comuniones.

Empezó legalmente el proceso electoral. Elegiremos el modelo político que premiará a algunas actividades, y por lo tanto a personas, y castigará a otras. Asignaremos el poder a quien ejecutará los programas y leyes contenido en ese modelo en nuestro estado, municipio, colonia y hogar.

Esta elección no es para elegir quien va a trabajar en las oficinas del palacio de gobierno, los palacios municipales y el congreso. Esta elección es para establecer cómo tendremos ingresos, empleo, ventas, seguridad, salud, vivienda, educación, ciudades funcionales, derechos, medio ambiente sano e inclusión social. Esta elección se trata de nuestras vidas aquí y ahora.

Nunca en la historia reciente hemos necesitado ideas y propuestas tan bien sustentadas y adecuadas a la realidad concreta de cada estado y municipio como ahora.

Nunca como ahora la deliberación pública está falta de datos, tesis y reflexiones y sobrado de agresiones e insultos. Al que piensa diferente no se le reconoce ser sujeto de respeto y dignidad.

Nunca como ahora necesitamos tener capacidad de unirnos y colaborar para resolver nuestros problemas comunes.

Nunca como ahora hemos estado tan divididos y enfrentados, entre familiares, entre compañeros de trabajo, entre amigos de las redes sociales, entre vecinos, en todos los espacios.

La tendencia que prevalece es para que durante las campañas encontremos pocas soluciones y adquiramos pocos entendimientos pero sí más adversarios y confrontaciones.

El escenario está pavimentado para las posturas y los personajes más interesados en la gesticulación política que en la prosperidad de las personas.

Nos hace falta una noción de progreso compartido o de prosperidad mutua que deje claro un pilar del progreso social: somos partes de un sistema social integrado también por quienes piensan diferente, un mecanismo que avanza mejor mientras lo hace más coordinado, convencido, motivado y claro de hacia dónde va.  Solo tenemos una lógica de enfrentamiento que no reflexiona en sus consecuencias.

El verdadero valor de las campañas electorales no radica en la destrucción, sino en la creación. Si se entienden y se emplean de forma adecuada, puede ayudarnos a todos a encontrar las rutas para generar valor económico y prosperidad.

El proceso electoral debería convertir nuestro instinto competitivo en una búsqueda de soluciones cooperativas a los desafíos comunes a los que todos nos enfrentamos en tanto que seres humanos, personas cuyos destinos están relacionados inextricablemente.

Esto es, debería ganar quien presente las mejores soluciones y no  las agresiones mejor actuadas.

Cuando se usan ofensas y adjetivos en lugar de  datos, de tesis y de reflexiones, estamos llenando el  espacio público y las pláticas familiares con agresiones e insultos, lo cual impide no solo generar claridad sobre la difícil situación y  definir formas de colaboración social sino, además, abona a un mayor hundimiento del país en lo que algunos  analistas han llamado “el pantano de la retórica guerrera e improductiva”.

Imaginemos un comportamiento alternativo: Una discusión sin adjetivos contra los adversarios y poniendo sobre la mesa análisis y propuestas fundadas.

Debemos construir espacios para la discusión y el acuerdo, para precisar los diagnósticos y las soluciones, dicho de otra forma, para inyectar razones a nuestras pláticas y a nuestras discusiones.

En nuestra realidad local, los problemas se presentan con una complejidad específica que raramente puede ser solucionada con teorías generales o programas diseñados desde el centro.

Las particularidades de nuestro estado, municipio y colonia reclaman una disección especial para que se encuentren las soluciones realmente eficaces y efectivas.

Lo local es muy importante, aunque no lo parezca porque no se le presta atención suficiente en estas campañas. No nos enfermamos igual, no vendemos lo mismo o no tenemos idénticas capacidades.

Los grandes problemas por los que atravesamos y su compleja concreción, muy particular, en nuestra vida local, reclama que discutamos razones.

El relato de que esta campaña se trata de salir a destruir enemigos empezando por amigos y familiares, es falso.

Esta campaña se trata de construir soluciones a los problemas que tenemos nosotros, aquí donde vivimos.

No somos espectadores pasivos en la historia, somos sus autores.

Podemos optar por unirnos, trabajar para escribir nuestro propio final de esta etapa histórica que estamos viviendo.

Comportémonos razonablemente en las campañas.

Columna publicada el 13 de septiembre de 2020 en la edición 920 del semanario Ríodoce.

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