Los hombres lobo

Los hombres lobo

Luego de intentar una partida del juego de mesa los hombres lobo, toda una familia viaja en el tiempo al año 1497, al pueblo de Castronegro.

Si bien les lleva tiempo entender lo que les pasa, una vez que el abuelo Gilbert (Jean Reno), su hijo Jérôme (Franck Dubosc), su nuera Marie (Suzanne Clément) y sus nietos Clara (Lisa Do Couto Texeira), Louise (Alizée Caugnies) y Théo (Raphael Romand) se dan cuenta de que no sólo están en una época distinta, sino que son parte del juego en cuestión, en vivo, deben de seguir reglas y emplear estrategias para cuidarse de criaturas nocturnas muy violentas y librarse de los exagerados métodos de justicia del alcalde (Grégory Fitoussi), si quieren mantenerse vivos y regresar a la actualidad.

El segundo largometraje del director y guionista François Uzan (uno de los creadores de la serie Lupin, 2021): Los hombres lobo (Loups-Garous/Francia/2024), se trata de una adaptación del entretenimiento de mesa.

Los hombres lobo de Castronegro, creado por Dimitry Davidoff y Philippe des Pallières, que debe tomarse precisamente como la partida de un tablero, con sus criterios, maniobras y roles a despeñar, con el que sólo se pretende pasar un rato de diversión en familia y, en un descuido, propiciar/mejorar la convivencia entre sus integrantes.

La película con guion de los propios Marly y Des Pallières se luce en su diseño de producción para transportar al espectador a la época medieval, con lo que, principalmente, el vestuario, la aldea y la utilería son afines al momento (algo de la música también lo intenta, pero no destaca tanto).

Si bien las actuaciones no son estupendas, cumplen aceptablemente con el objetivo que cada personaje tiene en la familia, ya sea en un periodo o en el otro, desempeñando un rol tradicional o uno relacionado con el juego, con superpoder incluido, entre quienes destaca Suzanne Clément, como una mujer justa y equitativa —mala elección de Reno como papá de Dubosc, porque en nada se notan los 15 años que en la realidad el primero le lleva al segundo: se ven iguales.

Uno de los aspectos más atractivos, significativos y oportunos de la cinta disponible en Netflix es que a pesar de que su principal objetivo es ser un pasatiempo agradable, más que a nadie, para los más pequeños de la casa, aprovecha la oportunidad de emitir un discurso sobre la convivencia entre los
padres y los hijos, y lo importante de que mantengan una buena comunicación y se expresen afecto, sobre todo antes de que alguna enfermedad lo impida; de las distintas formas de integración de una familia, en la que pueden convivir “los tuyos, los míos y los nuestros”; y el empoderamiento de la mujer, quien es fundamental en todos los aspectos de la vida.

Desafortunadamente, el tratamiento de la historia es muy sencillo, no hay mucho qué esperar ni predecir, especialmente si se conocen las reglas del pasatiempo mencionado y se entiende que en una película familiar destinada a divertir es muy poco probable que el conflicto se resuelva en contra de la
“estabilidad” planteada al inicio, por lo que, en ese sentido, es complaciente con el público y acorde a los estereotipos tanto en los personajes como en las situaciones. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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