Cine: Instintos asesinos

Cine: Instintos asesinos

El comportamiento de Celine (Anne Hathaway) cambia drásticamente a partir del accidente de su hijo Max (Baylen D. Bielitz), sobre todo hacia su vecina y amiga Alice (Jessica Chastain), porque piensa que ella tiene algo qué ver con lo sucedido. Al poco tiempo, aparentemente, la atormentada mamá vuelve a ser la misma, con la diferencia de que muestra demasiado interés por Theo (Eamon O’Connell), el hijo de Alice, por lo que ahora ésta sospecha de malas intenciones de parte de Celine, idea que refuerza cuando personas cercanas a ellas pierden la vida en situaciones dudosas, aunque los antecedentes de psiquiátricos de Alice impiden que su versión tenga credibilidad.


A pesar de su narrativa lineal y sencilla, Instintos asesinos (Mothers’ Instinct/EU/2024), dirigida por Benoît Delhomme, tiene la virtud de mantener al espectador interesado en la trama, atento a las señales que gradualmente van destramando el conflicto, y en espera de que algo (no tan bueno) va a suceder, y si bien, efectivamente, pasan no una, sino varias cosas (dicho sea de paso, se veían venir, porque la película, también, tiene la característica de ser muy predecible), al final queda la sensación de que no se supo qué hacer con tanto.


La película escrita por Sarah Conradt-Kroehler, basada en la novela de Barbara Abel, que es una reelaboración de la belga Instinto maternal (2018), realizada por Olivier Masset-Depasse, destaca por su diseño de producción, que permite una lectura impecable y muy fiel a los suburbios estadounidenses de la década de los sesenta, principalmente por los estilos de decoración de las casas y en los
autos. Desde luego, vestuario, peinado y maquillaje, contribuyen coherentemente, en ese sentido.


El mayor logro de este drama con tintes de suspenso, actualmente en las salas de cine, es el desempeño del elenco: sobresale O’Connell, como el niño en medio del amor y los cuidados de su madre, al que tampoco le son indiferentes las atenciones de la vecina; Anders Danielsen Lie y Josh Charles no están mal, pero el
empleo no les permite a sus personajes involucrarse mucho en asuntos del hogar y pasan desapercibidos como los esposos de Celine y Alice, respectivamente; Caroline Lagerfelt, solo cumple la tarea como una divertida, aunque desaprovechada abuela.


En realidad, el peso de la cinta recae en Hathaway y Chastain.


Son las galardonadas con el Oscar quienes llenan la pantalla en un duelo interpretativo de grandes ligas. No sólo sus personajes combaten para conseguir justicia, exhibir a un culpable o salvar la vida, sino que, como actrices, pareciera que están peleando por dar la mejor actuación: van de una emoción a otra y logran diferentes matices en su comportamiento conforme las necesidades dramáticas,
extraordinariamente.


El principal problema de Instintos asesinos radica en la narrativa.


A pesar de que la primera parte está estructurada de manera funcional y el guion es muy hábil en exponer, por un lado, el proceso del duelo y, por otro, el surgimiento de la intriga, las sospechas, hacia el personaje que se comporta movido por la venganza, en los últimos minutos afloja el ritmo, pierde el rumbo y termina resolviendo el conflicto con cartas sacadas de la manga. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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