Sinaloa está enrarecido. Los sucesos del jueves 25 de julio, con los dos escándalos: la captura-entrega-traición de Ismael Zambada y el asesinato de Héctor Cuen, modificaron por completo el panorama político, social, de seguridad y hasta criminal.
Se cumple un mes de conspiraciones reales e inventadas, de un río revuelto, de ganancia de pescadores, de renuncias, mayor presencia de fuerzas federales, rumorología, pifias, titulares espectaculares, fantasías, golpes bajos y por lo alto.
De nueva cuenta Sinaloa está en la picota. El capo de capos, Ismael Zambada, cayó como un regalito del cielo al gobierno americano, que fingió perseguirlo por décadas. Y no llegó solo, para sumarle animosidad, sino con un hijo de Joaquín Guzmán, uno de los Chapitos.
Los americanos se esmeran en repetirlo como un mantra, primero lo filtraron entre medios peso pesado y después el propio embajador en México, Ken Salazar da la misma versión. Entre más repite Estados Unidos que así sucedieron las cosas, más da pensar que fueron justamente de otro modo.
El Mayo, de quien hasta ese momento sus únicas palabras conocidas habían sido las que recuperó Julio Scherer en una entrevista de hace 14 años, silencioso por décadas y ágrafo, ahora publica una carta —con el abogado como amanuense— donde parece no importarle mucho el secuestro que denuncia y se muestra más interesado en los asuntos que dejó pendientes en su terruño. Le da más espacio a la real o ficticia reunión para dirimir un pleito entre políticos, que a las consecuencias de los sucesos de Huertos del Pedregal que lo llevaron a su estancia en un centro de detención en Estados Unidos y a enfrentar a la justicia gringa que lleva años abultando su expediente, ofreciendo recompensas que nadie se atrevía a cobrar y le presenta cargos tan graves que, al menos en teoría, podrían llevarlo a la cárcel el tiempo que le quede de vida.
El impacto en Sinaloa es en lo público y lo privado, retornó entre muchos la percepción de intranquilidad, como en la historia de García Márquez donde van abandonando el pueblo, porque de boca en boca se repite el sueño de que algo malo pasaría. Muchos incluso ni salen de noche y recuerdan aquellos meses de la guerra entre Chapos y Mayos contra los Beltrán Leyva, o las intentonas de captura de Ovidio Guzmán, de 2019 y 2023.
La conversación pública, de por sí deteriorada, aceleradamente en un mes se desbarrancó. Nada nuevo, podría decirse y pensarse, pero hay episodios donde lo descompuesto todavía puede caer más bajo. Un chivo en cristalería es el último en darse cuenta que él mismo es el causante del desastre cada vez que busca componerlo. Desde lo local y desde lo nacional la comentocracia va sin brújula.
Unos justifican y absuelven, al mismo tiempo que voces nefastas ganan espacios como redentores. Todo vale, tratándose del escándalo, al final un dicho Chimultrufeo puede sostener todo: “como digo una cosa, digo otra.”
Margen de error
(Sinaloa) A nivel nacional e internacional, un personaje de peso local como Héctor Cuen, pasó a perfilarse como un actor principal en toda esta trama. Lo mismo con Rubén Rocha, a quien le reviven constantemente los sucesos de la elección de 2021 que lo llevó a la gubernatura, casi siempre mañosamente repetidos.
La torpe operación de la Fiscalía (quizá no de la Fiscal Sara Bruna Quiñónez, sino de su debilidad al ceder a un manejo político el asunto) es el peor lastre que arrastra ahora Rocha y su gobierno. Lo ocurrido en la Fiscalía podría documentarse y ponerse de ejemplo en clases como uno de los peores manejos de crisis que se tenga registro.
Incomprensible que la institución con las facultades legales para investigar resulte torpe en lo más elemental: levantamientos periciales y actos forenses. Por si fuera poco sea chamaqueada dando por válida una sola versión de los hechos sin contrastes ni evidencias. Por más débil (institucionalmente hablando) y pobre (presupuestalmente) que tengan a la Fiscalía, es por demás imposible de entender que solo se trate de pifias de hombres y mujeres que no conocen su trabajo. La gran mayoría conoce de sobra sus responsabilidades cuando se trata del levantamiento de un caso como el de Cuen Ojeda.
Primera cita
(Mes) Este es el primer mes del resto del sexenio del gobernador Rocha. Un gobierno puede descomponerse por derrotas en la elección intermedia, como le pasó a Quirino Ordaz que perdió el Congreso en 2018 y casi todos los municipios, o a Renato Vega cuando el PRI fue derrotado por primera vez en las principales ciudades del estado.
También puede descomponer un gobierno una crisis violenta, como le pasó a Jesús Aguilar Padilla a partir del 30 de abril de 2008, y ya no se levantó. Un suceso externo, no electoral, es lo que arrinconó al gobierno de Rubén Rocha. Ganó la elección intermedia, mantuvo el Congreso local para seguir el tránsito en calma, lo mismo que los gobiernos municipales, pero los sucesos del 25 de julio y todo alrededor del Mayo y Cuen, lo tienen ahora expuesto.
Mirilla
(Fiscal) Se busca un(a) Fiscal. Se busca un(a) Secretario(a) de Gobierno. Por si fuera poco dos piezas clave del poder estatal —una ya en proceso y otra a unos días— están vacantes. En ambas la decisión debe estar tomada y será cuestión de días que se revele. Ambas serán determinantes.
La Fiscalía, aunque ya no tiene la investigación del asesinato de Héctor Cuen, aún tiene mucho qué explicar. Y en lo que se refiere a la Secretaría de Gobierno, se trata del tono de la operación política que se le dará a la segunda parte de este gobierno (PUNTO).
Artículo publicado el 25 de agosto de 2024 en la edición 1126 del semanario Ríodoce.