En Los Mochis piden justicia por Vanessa, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida el pasado 8 de julio en un camino de terracería
Vanessa salió de noche de su casa, en el ejido 5 de Mayo, al norte de Los Mochis, para continuar festejando su cumpleaños.
Horas después, su cadáver con el rostro tumefacto fue encontrado tendido en un camino de terracería, en los primeros minutos del lunes 8 de julio.
Lea: Ahome, tras huella de depredadores sexuales
Vanessa era una joven agraciada, madre soltera, sin empleo y que habitaba la casa de la abuela, quien era su protectora.
Aquel domingo 7 de julio fue la última ocasión que la vio la abuela paterna, María Rivera Flores. Esa tarde, contó, su nieta se cambió de ropa y se fue con un tío que era, también, uno de sus familiares más allegados. Él la había invitado a cenar con su familia como festejo de su cumpleaños.
Cuando la tertulia acabó, Vanessa regresó a la casa, se cambió y salió de nuevo, sólo para morir.
El miércoles 17 de julio, su familia, amigos y conocidas, todos ofendidos, salieron a la calle, para protestar por el feminicidio.
La abuela, María Rivera, estuvo entre la comitiva doliente. A como pudo aguantó la caminata y se apostó con el contingente que gritaba consignas, cantaban protestas y pedían a gritos atención de los fiscales. Pero doña María no lo hacía. Ella, se sentó en una banca, en medio del contingente. El dolor que sentía le pesaba demasiado, tanto que a ratos se encorvaba en esa banca de madera y metal. Articular palabra le significaba martirizarse. Su mirada estaba como perdida en un punto de sus recuerdos.
A ratos parecía lúcida y sólo decía que estaba allí para reclamar justicia para su nieta. “Ella no merecía ese final, esa muerte. Ella era muy amiguera, tenía muchas amistades que la frecuentaban. Era muy alegre, y quería tener un futuro para su hijo, pero terminó…”, y sin concluir la oración se deprime. Lo que ella padece es de esas tristezas que ni las lágrimas pueden romper, pero que aferrándose a ese cuadro en donde Vanessa está sonriente, toma fuerza.
“Mire, reclamo justicia porque ella no merecía acabar así. Estas oficinas tienen los recursos necesarios para aclarar lo que sucedió. Yo solo pido justicia para Vanessa”.
En otra parte del grupo de mujeres está también María Luisa Loera Torres, tía de Vanessa. Ella es mucho más entrona. Ella grita fuerte. Arenga. No calla su coraje ni cierra sus labios. Está allí para protestar por lo ocurrido a su sobrina.
“Mire oiga: estos amigos tienen el equipo, las personas especializadas para aclarar el caso. No pedimos nada más que hagan su trabajo, den con el responsable. Vanessa se merece tener justicia. Y no sólo ella, sino todas las mujeres que han muerto en las mismas circunstancias. Estos funcionarios que no se hagan, sí pueden y deben tener el resultado que la familia exige. Nadie debe de morir por salir a la calle, nadie debe quedar impune de los delitos que cometió. Nadie debe de terminar como mi sobrina; nadie. Y nadie, es nadie. Que entiendan los que consuman estos actos, que van a tener castigo. Por eso, estamos aquí, para que hagan su trabajo ya”.
El grupo también lo integran feministas, mujeres que, con gritos, exigencias, caminatas, mítines y la vandalización de muros exigen, a su manera, justicia para las ausentes. Conforme la manifestación marcha, los gritos se van apagando. Las mujeres extinguen sus fuerzas y finalmente, del interior salen a recibirlas.
En la comitiva va la madre de Vanessa, una mujer que por su condición del momento va devastada. La acompaña Erika Acosta, una activista social de la ciudad.
Adentro, la reunión se desarrolla, afuera, la calma transcurre entre la colocación de cartulinas y las pláticas de grupos reducidos.
Minutos largos, calor que empieza a ser sofocante, son las características del día.
Una vez agotado el trámite, Acosta resume: se le dio un voto de confianza a la Vicefiscalía para que resuelvan el caso.
Dicen tener indicios y están demostrando que están trabajando en ese y otros casos.
“Esperaremos un tiempo prudente para esperar que tengan al responsable o responsables, sino aquí nos veremos otro día. Eso es lo más seguro”, concluye la dirigente.
Para Acosta, los crímenes contra mujeres van en aumento con mayor crueldad y frecuencia.
Para ella, la causa estriba en la impunidad, y en malas decisiones de las parejas. “Algo está pasando en los clanes familiares, en la sociedad, es la impresión de que como personas estamos tomando malas decisiones, como que no sabemos detectar signos de alarma y retirarnos a tiempo o bien aferrándose a la creencia de que haremos cambiar a la persona equivocada. En eso deben de trabajar las autoridades y los grupos, en definir bien los programas que hagan que las personas tomen buenas decisiones y a tiempo. Nos está costando la vida de las jóvenes”.
El peregrinar de Liliana
Liliana Bernal Cervantes, es otra activista. Ella busca a su esposo, hijos y cuñado que desaparecieron en una tienda de convivencia en Los Mochis, en el 2016. Se integró a colectivos de rastreadoras hasta que se separó y creó su organización: “Rastreadoras de Los Mochis Uniendo Familias”.
“Los casos de mujeres desaparecidas y feminicidios van en aumento en Ahome, aunque el gobierno diga lo contrario. Las cifras los desmienten, como también el desinterés de las personas por denunciar el caso. Nosotras tenemos denuncias de los familiares de ellas que no aparecen en las cifras oficiales. La autoridad continúa fallando, y son las mujeres de todos los sectores, quienes están pagando esa desidia”.
Falla el gobierno, falla el sistema
Para el decano de la lucha por la defensa de los derechos humanos en Sinaloa, Óscar Loza Ochoa, de los municipios de la entidad, Ahome registra un incremento en los casos de feminicidio, aunque no por mucho, pero en toda la entidad, los casos continúan altos, como también la impunidad.
Loza encabezó en Los Mochis una marcha con un reducido grupo de mujeres y hombres. La poca asistencia fue tema de escarnio, pero el líder respondió: “Son las más sensibles, las que no se pueden quedar en silencio esperando a que las autoridades preventivas actúen, y por otro lado de que la Fiscalía procure justicia. No podemos esperarnos a eso porque ya nos han demostrado la falla histórica, la gran incapacidad para detener las desapariciones de personas, que la primera ocurrió hace 50 años con la maestra de enfermería de la UAS, Lourdes Martínez Huerta y aún no se pueden detener, sino que van en aumento”.
El 20 por ciento de las desaparecidas son mujeres y representan al menos mil mujeres, y muchos de esos casos, como el primero, están impunes.
Insistió en que la Vicefiscalía no trabaja, y es insensible al dolor de las familias porque desatiende las quejas y las manifestaciones.
Arengó que los deudos o los familiares de los desaparecidos no deben quedarse con brazos cruzados. “Moverse, movilizarse para exigir el esclarecimiento y el retorno de ellos. No importan las amenazas del crimen organizado ni de la autoridad, no debemos caer en el juego de ser rehenes de los criminales y que los casos queden en la impunidad. No tenemos derecho a ello, por los familiares que están ausentes.
En el grupo va Josefina Carrillo, una madre de familia culichi que recuperó a su hijo 16 días después de que desconocidos se lo llevaran a unos metros de su casa.
“Grité, marché, protesté, exigí y nunca me detuve. Me lo regresaron con vida, con muchos daños, golpeado, con lesiones en el cuerpo y mente, pero vivo. Ahora estoy tratando de que con ayuda médica pueda sobrevivir solo. Permanentemente está medicado, pero hay esperanza de que pueda sobreponerse”, dijo.
Mencionó que su caso es prueba de que la Fiscalía no trabaja, que habiendo cámaras de videovigilancia, los investigadores no pudieron obtenerlas, que habiendo testimonios de lo que pasó no existan entrevistas con los testigos, en definitiva, la Fiscalía de Justicia no procura justicia sino impunidad, por eso, hay que gritar y salir a la calle. La movilización es la clave.
El alcalde de Ahome, Gerardo Octavio Vargas Landeros, dijo que Los Mochis es una de las ciudades más seguras del país, la cuarta, en descargo de las críticas.
Y aseguró que en las mesas de seguridad presenciales que día a día se realizan, no hay datos que revelen un incremento en los feminicidios ni en desaparición de mujeres; sin embargo, pregonó que todo aquel individuo que hubiese cometido tales delitos será perseguido por el Estado hasta presentarlo ante la autoridad.
El municipio, sostuvo, tiene políticas claras en el caso.
Y dentro de esas prácticas, promovió un curso de defensa personal para mujeres. La asistencia fue poquísima.
De acuerdo a las cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, el gobierno de Gerardo Vargas Landeros (01-noviembre del 2021-2 de agosto del 2024) Ahome registra un decremento del 40 por ciento en feminicidios con respecto al trienio de Manuel Guillermo Chapman Moreno (01 noviembre del 2018-05 julio del 2021).
Con Vargas se tienen registrados seis casos contra 10 expedientes del Billy Chapman.
Mientras que, en desaparición de personas, la distancia se amplía, pues el decremento es del 64 por ciento. En el actual trienio se tienen cuatro casos registrados contra 11 del periodo anterior. La diferencia es de siete asuntos.
Artículo publicado el 04 de agosto de 2024 en la edición 1123 del semanario Ríodoce.