Cuen, una historia incompleta

Cuen, una historia incompleta



Héctor Cuen solía decir que ya no le tenía miedo a nada. Ya no, porque después de librar una batalla de salud contra un cáncer, se pensaba, parecía, o se creía invencible. Nada menos el domingo 21 de julio subió una fotografía suya en una camilla y en bata médica. “Dándole seguimiento y las cosas de maravilla. Fueron cuates. ¡Feliz domingo!” escribió.

Cuando llegó a esa conclusión había alcanzado casi todo lo que se proponía: director de su facultad, funcionario de la Universidad, empresario de laboratorios y otros negocios, Rector, poder real en la UAS que decidía sobre cada pieza, alcalde de Culiacán, creador de un partido político que se apropió, diputado local, Secretario de Salud… se le habían negado la senaduría de la república, y el objetivo mayor: la gubernatura de Sinaloa.

La gran mayoría lo llamaba Maestro, cuando abrían conversación con él, con una mezcla de respeto, deferencia, y hasta un dejo de idolatría. En el espacio universitario casi todos son maestros —por el grado académico o por su desempeño— pero solo uno era El Maestro, y así se referían a él cuando no estaba presente. Quienes buscaban mantenerse en su mismo nivel optaban por Héctor, Melesio o Cuen.

El episodio clave para su vida fue alcanzar la candidatura por la Rectoría, y ganarla contra todo pronóstico, en tiempos en que se luchaba voto por voto en la UAS. Solía cerrarse con la banda musical más cara del momento. Una guerra de bandas. Su carrera universitaria no era como la de sus predecesores, que habían ingresado casi adolescentes a dar clases y marcaron una visión universitaria de izquierda. Cuen apenas había estado en la dirección de bienes materiales, pero eso fue suficiente.

En la Rectoría, Cuen Ojeda —aun no era El Maestro— emprendió un grupo de acciones que lo enfrentaron contra muchos universitarios. Él los acusaba y abría procesos desde la dirección Jurídica, incluso hasta les rescindió el contrato. No más tomas de oficinas, decía, se acabaron los candados en las puertas que entonces era de la normalidad en la Universidad.

Cuatro años en la Rectoría de la UAS le bastaron, de 2005 a 2009, para nulificar la lucha interna de grupos que desde los 80 venían disputándose el control.

Después de la rectoría en la UAS solo hay un cargo mayor: gobernador de Sinaloa. Así saltó a la política partidista, no sin antes tomar todos los hilos de la universidad. Decidió sobre Víctor Corrales como su sucesor, por Juan Eulogio Guerra en dos periodos y Jesús Madueña recientemente. Solía comparársele con Raúl Padilla, poderoso rector de la Universidad de Guadalajara, que pasaban los años y era el decisor en la UdeG.
La acumulación de poder es directamente proporcional a la suma de detractores. Hay espacios en la vida donde no se llega, y menos se mantienen, sin adversarios.

Cuen Ojeda construyó a fuerza de trabajo y prueba y error, toda una estructura política que solidificó al tiempo que los partidos formales tenían completamente debilitadas sus bases.

Margen de error

(PAS) Vivía en un vértigo Cuen. Peleaba hasta por el acento de su apellido —que gramaticalmente no existen, pero él ponía la tilde y pedía que la pusieran.

En 2012 buscó la Senaduría con Movimiento Ciudadano y perdió. Al día siguiente de la elección, en una reunión de las bases para el seguimiento, asesinaron afuera del restaurante a su hermano Alfredo Cuen. Lo tirotearon y se acusó a su esposa como autora intelectual. Melesio Cuen estaba dentro del restaurante, escuchó los disparos. Hay una fotografía donde está en cuclillas junto a su hermano con una sábana de los forenses que lo cubre.

No tardó en entender que no necesitaba de otras banderas. Para qué el PRI, el PAN o Movimiento Ciudadano, que vendían muy caro el registro, si él podía confeccionar su bandera. Una solo suya. Así nació el Partido Sinaloense.

Solía repetir que, trabajando todo el año, los 365 días, era posible cosechar en las elecciones. A diferencia del resto de candidatos y partidos que solo se presentan cuando quieren el voto. La estructura era real, no de papel, y ofrecerla a los partidos le daba ventaja. Cuando fue suya por completo, también podría convertirla en moneda de cambio.

Cada fin de semana Cuen y una red que se esparcía por zonas claramente definidas, ofrecía consultas médicas, cortes de cabello, fumigaciones en las casas. La UAS tiene desde médicos hasta intendentes y muchos de ellos indistintamente estaban en la UAS y el PAS.

Por lo bajo y lo alto, le criticaban a Cuen, pero a medida que se acercaban las elecciones se volvía el hombre a convencer.

Primera cita

(2016) Como maratonista que fue, Cuen entendía que las carreras de fondo no solo obligan a la resistencia sino sobre todo a la paciencia. En todos lados le veían como un intruso, la clase política suele ver raro a quienes no son de su calaña. Cuen no era del PRI, ni el PAN, ni en Morena, aunque estuvo con todos.

2016 fue su año. Estuvo muy cerca de ser gobernador. El escenario le favorecía, hasta que el PAN, incomprensiblemente, le arrebató la candidatura. Quirino, el desconocido, tenía el camino zanjado.

Mirilla

(Morena) López Obrador arrasó con todo en 2018. Nulificó a los partidos, incluso al PAS. Cuen Ojeda cerró el trato que podría subirlo a la ola de la 4T. Modificó su discurso, nada difícil porque solía adaptarlo a los tiempos, y acompañó a Rubén Rocha a cada rincón de Sinaloa. Era su sombra. Pero Cuen nunca gustó de la sombra. Ganaron. Lo llevaron al gabinete y le corrieron. Para iniciar una lucha que sumaba ya dos años. Sin cuartel. Donde se han dicho de todo.

El extraño asesinato de Cuen deja un cierre abierto a su historia (PUNTO).

Artículo publicado el 28 de julio de 2024 en la edición 1122 del semanario Ríodoce.

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