Las prisas de la fiscal

AIMÉ JOANA. Un caso socialmente abierto.

A la fiscal le ganaron las prisas, lo fácil, el carpetazo y el olvido, la vuelta a la hoja con el caso de la joven Aimé Joanna Millán; ¿qué necesidad, diría, hay de ensombrecer las fiestas de Semana Santa y de Pascua con un crimen que va a intranquilizar a los visitantes del puerto? Mejor seguir el guion del carpetazo. Del olvido por decreto. Que la fiesta siga su curso para tener lo más cercano a la blancura, la ausencia de crímenes y que el gobierno pueda salir avante de lo que puede significar la llegada a Mazatlán de más de un millón de visitantes que vienen lo mismo de cualquier municipio del estado, como de más allá de los límites geográficos.

No sería la primera vez que hay un guion, una pauta, para control de daños. Total, una, no es ninguna, en un estado, donde los últimos años —aun con toda la campaña contra la violencia feminicida— los pasivos tienden a normalizarse o sea al alza. A revivir aquella frase de un gobernador que habló de la “violencia normal” y para qué preocuparse si lo normal es lo normal. Ahora, lo normal, es declarar que la víctima tuvo la culpa. ¿Cómo manejaba un auto, si no sabía manejar? ¿Cómo acelerar para caer en un barranco? que me parece excesivo porque un barranco es un barranco, no un desnivel de la carretera. ¿Cómo desaparecer sin más y luego aparecer en medio de fierros retorcidos? O, carajo, ¿Cómo se le ocurre matarse en Semana Santa? Y, lo que más jode, es que la fiscal al dar el carpetazo, se evita la investigación con sus peritajes, la autopsia.

Reduciendo la muerte a un simple proceso administrativo. De barandilla. No hubiera sido un asunto que le interese al gobernador o al líder del Congreso, porque de inmediato iría al fondo o, mejor, hubiera cuidado las formas. Se hubiera sentado a cavilar para buscar la cuadratura al círculo. O quien sabe, como lo estamos viendo con el intento fallido de la detención de Jesús Madueña, el rector de la UAS.

Pero no, para qué, es una reina de pueblo. De la Ciruela de la sindicatura concordense de Aguacaliente de Gárate. Tierra del temible Rodolfo Valdés el Gitano y también de los hermanos López Osuna. Uno, Florencio, líder estudiantil del movimiento del 68 y el otro, Faustino, compositor, poeta y autor del Himno de Sinaloa. El mismo que le dedicó unas palabras a la joven infortunada y revictimizada cuando no mereció una investigación. Transcribo su texto en prosa titulado con tono acusatorio simple y llano: Feminicidio.

“La fiscal, sin otra prueba que el rumor, dio el veredicto: que murió en un accidente carretero, sin testigos/Que se dirigía al pueblo en donde había nacido y ya no llegó, tampoco que tomará otro camino/Que apareció en un barranco al fondo de un precipicio conduciendo un automóvil registrado el día mismo/De su desaparición y el teléfono había sido localizado a kilómetros de distancia, sin servicio/La tarde del día siguiente que hubo desaparecido el pueblo fue a reclamar que si viva se había ido/que se la encontrara viva esto, en el puerto vecino de Mazatlán, por desgracia temprano se dio el aviso/ que apareció, pero muerta, en el mencionado sitio, muy cerca de Villa Unión, en su propio municipio/Se llevó al pueblo su cuerpo, en la iglesia se bendijo y recibió el homenaje de quienes la habían ungido/hacia un año como reina de las fiestas de un cultivo tradicional, comunero. En el luto compartido por todos los pobladores/La Banda interpretó en vivo la melodía a una reina en el cortejo tristísimo/Lo acompañaron aplausos durante todo el camino de la iglesia al camposanto, lo que nunca había ocurrido/Nadie del pueblo aceptó lo que en su atroz veredicto la fiscal con prontitud informó como había dicho/Se diga lo que se diga en torno a lo acontecido, para la mayoría esto fue un feminicidio”.

Hay la mala costumbre de convertir la impotencia en distorsión de los hechos. AMLO, frecuentemente, asume que es y sólo él puede ser la víctima; doy un ejemplo, cuando intentaron asesinar al periodista Ciro Gómez Leyva, dijo que quienes quisieron cometer el crimen en realidad buscaban afectarlo a él y su gobierno; ahora, con este caso, el gobierno del estado olímpicamente se salta la investigación culpando a la víctima por su impericia en el manejo y no le parece decir nada que estaba desaparecida, y mire, estimado lector, así como la reducción de homicidios dolosos está asociada con el incremento de desapariciones forzadas, el de los feminicidios tendría que ver con accidentes provocados por las propias víctimas.

Así las cosas.

Artículo publicado el 16 de abril de 2023 en la edición 1055 del semanario Ríodoce.

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