La primera vez que, de niño, sus padres Mitzi (excelente Michelle Williams) y Burt (Paul Dano) lo llevan a ver una película, Sammy (Mateo Zoryan) se asombra tanto con la escena de un choque entre dos trenes, que descubre el deseo de dedicarse a hacer cine. Ya de adolescente (Gabriel LaBelle), contrario a dejar de perseguir su sueño por asumir negativamente algunos conflictos familiares, que incluyen al mejor amigo de su padre (irreconocible Seth Rogen), por el cambio de residencia a otra ciudad, las constantes agresiones de sus nuevos compañeros de escuela o el iniciarse en una relación de noviazgo, ve la oportunidad de expresarse y desahogarse por medio de la cámara, aunque, finalmente, le falte un maestro (David Lynch), así solo sea para una clase de cinco minutos.
Sin ser propiamente una biografía, directamente o no, algunos directores han abordado su vida en sus películas. Por ejemplo: Kenneth Branagh (Belfast, 2021), Paolo Sorrentino (Fue la mano de Dios, 2021), Pedro Almodóvar (Dolor y Gloria, 2019; La mala educación, 2004), Alfonso Cuarón (Roma, 2018), Ingmar Bergman (Fanny y Alexander, 1982), François Truffaut (Los cuatrocientos golpes, 1959) y ahora Steven Spielberg con Los Fabelman (The Fabelmans/EU/2022).
Escrita por Tony Kushner y el propio Spielberg, el filme trata, indirectamente, acerca de la niñez y adolescencia del realizador, de los aspectos que lo enamoraron de la experiencia cinematográfica como espectador, lo cual determina que registre con la cámara todo a su paso y corte y pegue tiras de película para armar historias capaces maravillar a muchos, lo que además le funciona como un medio de expresión y de escape a sus problemas.
En medio de una filmografía que acumula destacadas cintas de diferentes géneros, algunas de ellas convertidas en clásicos de culto, que recaudaron en taquilla fuertes sumas de dinero, la que nos ocupa ahora destaca en varios aspectos: porque, más allá de conmover a través de la exageración para provocar las lágrimas, lo hace por medio de experiencias cotidianas que, en lugar de a llorar, llevan a la reflexión; por su impecable fotografía a cargo de Janusz Kaminski; su preciso y atractivo diseño de arte; la excelente interpretación de la mayoría de su elenco; lo bien logrado de su guion; y que a pesar de su sus 151 minutos, fluye y entretiene sin inconvenientes, con una narrativa interesante.
Son varias las escenas muy bien logradas e imperdibles: cuando Sammy descubre, asume y revela ese secreto relacionado con su madre; la reacción de Logan (Sam Rechner) al ver, en la fiesta de graduación, una película filmada por Sammy, lo que deriva en un enfrentamiento que termina en lo menos esperado para el debutante cineasta; y, sin duda alguna, el encuentro que el novato realizador tiene con uno de los iconos del cine, lo cual lo marca para siempre.
A pesar de que la conmovedora, anecdótica y nostálgica película alcanzó siete nominaciones en los Oscar de este año (mejor película, dirección, actriz principal, actor de reparto, guion original, banda sonora y diseño de producción) y para algunos debería ganar, tiene fuertes contendientes y no es seguro su triunfo, así como no lo es para Williams en su quinto intento. Véala… bajo su propia responsabilidad, para siempre.
Artículo publicado el 12 de febrero de 2023 en la edición 1046 del semanario Ríodoce.
