Debido a los bombardeos por la guerra en Damasco, Siria, las hermanas Yusra (Nathalie Issa) y Sara Mardini (Manal Issa), acompañadas de su primo Nizar (Ahmed Malek), dejan su país para emprender una travesía por tierra y mar hasta Alemania. La intención es que esta nación los reciba como refugiados y, ya con papeles en regla, llevar al resto de su familia, y continuar con el entrenamiento en natación para participar en las olimpiadas de Río 2016.
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Uno de los atractivos de Las nadadoras (The Swimmers/Reino Unido/2022), dirigida por Sally El Hosaini es el manejo de los contrastes. Como ejemplo, cuando las hermanas están todavía en Siria, en una noche de fiesta en lo que parece ser una terraza, mientras ellas bailan con una soltura desenfrenada, al fondo se observa el trayecto que hace un misil por la ciudad, para luego caer, explotar y dar así inició a una guerra que ha provocado la migración de miles personas, en busca de refugio.
Otro ejemplo de lo anterior tiene que ver, por un lado, con las condiciones en las que se encuentra Siria debido a la guerra, lo complicado que es salir de ahí y el pasar por un viacrucis en diferentes países, arriesgando constantemente la vida con tal de llegar a un lugar en el que se pueda estar mejor. Por otro, hacia la parte final de la cinta, está ese intento de alcanzar un sueño, conseguir un triunfo, el éxito, la alegría y el festejo, aunque se “disfrute” a solas.
El filme escrito por Jack Thorne y la propia Sally El Hosaini sobresale, además, por esos momentos conmovedores e impactantes que reflejan las implicaciones del conflicto en ese país del medio oriente, que sin bien en la cinta están recreados, se refieren a una triste realidad: el recorrido de una balsa en mar abierto, sobrecargada de personas, a punto de hundirse, como una de las pocas posibilidades para salir, escapar y salvarse; los miles de chalecos salvavidas apilados en una playa, como prueba de la gran cantidad de gente que ha logrado cruzar el océano, en esas condiciones pésimas.
La película disponible en Netflix muestra que la migración forzada de personas que no cuentan con documentos para estar en otros países, lo cual no es particular de este lugar del mundo, más que complicada, para muchos es un asunto de vida o muerte y de enfrentarse a maltratos, abusos de todo tipo, engaños y robos. Como ejemplo, ahí están La misma luna (2007), Sin nombre
(2009), La jaula de oro (2013) y Desierto (2015), que exponen un panorama similar, de lo que sucede en Centroamérica, México y Estados Unidos a quienes buscan el “sueño americano”.
Las actuaciones son un atractivo más de la cinta, especialmente las de Nathalie y Manal Issa, las hermanas en cuestión, de quienes sobresale la primera como esa nadadora que tiene bien claro quién es, lo que quiere logar, cómo conseguirlo y para qué lo busca.
A pesar de que, innecesariamente, Las nadadoras dura más de lo común, el espectador se mantiene atento a la trama, primeramente, porque que se trata de una historia real de superación personal, de la búsqueda de un sueño que ni la guerra, las adversidades que se viven al migrar, el estatus de refugiado o la corta edad son suficientes para detenerlo. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
Artículo publicado el 11 de diciembre de 2022 en la edición 1037 del semanario Ríodoce.
