Obesidad, acelerador de mortalidad

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Decir que la muerte es lo único seguro en la vida, es una verdad de Perogrullo, pero una cosa es la certeza de la muerte y otra su aceleración.

Hay dos formas de morir: por enfermedad o por accidente. Los accidentes como tal son impredecibles, porque una cosa es un accidente y otra una imprudencia o impericia.

En el caso de las enfermedades, estas pueden se agudas, crónicas, degenerativas o neoplásicas (cáncer), prevenibles por vacunación, en fin, al margen de su categoría o clasificación, la obesidad es un riesgo en cualquier etapa de la vida.

Si hablamos de muerte natural por vejez y herencia de longevidad, la muerte se presentará alrededor de los 75 años; la esperanza de vida se modifica por la calidad de vida, y la obesidad no proporciona una buena calidad de vida.

La obesidad y su cronicidad hace que no se perciban de inmediato los estragos de órganos y tejidos, pero a la vuelta de algunos años, la obesidad induce otras enfermedades como la diabetes y la hipertensión. Se puede decir que obesidad, diabetes e hipertensión son las tres enfermedades que van de la mano.

Cualquier hipertenso puede sufrir una enfermedad vascular cerebral conocida como derrame cerebral o infarto cerebral, pero el pronóstico cambia si el enfermo es obeso, cualquier diabético puede complicarse de retinopatía (enfermedad de la vista), o nefropatía (enfermedad de los riñones), pero estos se complican si además son obesos.

La obesidad es un enemigo silencioso que llama a otras enfermedades y finalmente a la muerte, mejorar el pronóstico de vida va de la mano con mantener el peso ideal, la obesidad es una garantía de muerte precoz.

Buscar culpables es la manera más común de justificar el sobrepeso y la obesidad, uno de los objetivos en esta búsqueda de culpables es la famosa comida chatarra, sin embargo, un día le pregunté a un repartidor de golosinas ¿por qué si vendía comida chatarra no estaba obeso? La respuesta fue contundente, el secreto está en la cantidad y la frecuencia, “yo sí como golosinas, pero lo hago a lo largo y en poca cantidad”.

Hay quienes presumen comer sano, utilizando nutrientes de forma balanceada (proteína, carbohidratos y grasas), lo que no dicen es la cantidad y la frecuencia con la que se alimentan, esa es parte de la clave para mantenerse saludable y en un peso ideal.

No se trata de dietas de hambre o de muerte, se trata de conciencia en la cantidad y la frecuencia; satanizar los refrescos de cola no es la solución, como tampoco lo es privilegiar agua natural en los alimentos como medida mágica, se trata de tomar conciencia y entender que el tiempo y los hábitos son una combinación donde el tiempo no cambia, los hábitos sí pueden cambiar. La muerte siempre va a privilegiar a los obesos.

Artículo publicado el 15 de mayo de 2022 en la edición 1007 del semanario Ríodoce.

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