Hacer visible lo invisible, el ‘Mijis’ y un grito de existencia

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En agosto de 2018, cuando era diputado local en San Luis Potosí, Pedro Carrizales Becerra el Mijis, cuya muerte se confirmó ayer miércoles, concedió una entrevista a Ríodoce en la que habló de su vida y sus sueños. A continuación presentamos el texto íntegro.

Parece sacado de contexto. Sus tatuajes, cicatrices y color de piel llaman la atención de quien va pasando. Sentado en una cafetería, Pedro Carrizales Becerra, conocido como el Mijis, usa su “desventaja” como ventaja.

Hoy día es una figura mediática pero también de discriminación. Entrevistado para Ríodoce, el otrora pandillero de San Luis Potosí y diputado electo por Morena del distrito 08 de dicho estado, hace una remembranza.

“No solo el haber sido chavo banda o ser de barrio sino los tatuajes y el color de piel”, explica.

“Esta lucha yo la tengo desde hace 14 años. Había vivido la discriminación desde que estaba en el barrio, por cómo te ves y eso… era mediático en mi estado y otros estados porque crucé México en bicicleta”, añade.

El viaje al que hace alusión el Mijis tuvo lugar en 2015. Dio inicio el 6 de febrero y se prolongó durante dos meses. Al lado de cinco de sus amigos del barrio, decidió dar voz a los chavos banda y ahora esa lucha ha llevado al Congreso. Y reflexiona.

“Fue porque se retrató el clasismo y el racismo, y la discriminación te prejuzga por tu aspecto o porque no eres de esa clase política que tiene ese monopolio. Se supone que vivimos en un país democrático donde nunca se había visto algo así y el hecho de que yo llegara pues cambié todo por el cómo me miraba”.

Las burlas hacia el diputado de Morena, todo tatuado y con un pasado como pandilleros no sirvieron sino para darle más fuerza al mensaje contra la discriminación. Así lo explica.

“Sí, sí viví la discriminación, mucho más, pero me dejó algo de satisfacción. Me hicieron visible mi lucha por la no discriminación y una cultura de paz que llevo desde hace 15 años, entonces trato de decirle a la sociedad que el chavo banda no pide impunidad sino una oportunidad”.

El ayer y el hoy

El Mijis está de visita en Culiacán para brindar charlas con jóvenes en situación de vulnerabilidad. Estuvo el día de hoy en el centro penitenciario de Aguaruto y en el centro de internamiento para adolescentes. Entre los chavos banda se ha convertido no solamente en ícono o figura, sino en ejemplo de superación.

“Yo vengo de una familia desintegrada, y pues como que ya se saben esa historia: vi la muerte muchas veces por andar en riñas pandilleriles, dos veces fui operado y después balearon a mi hijo; fue una situación muy difícil al grado que llegué a intentar suicidarme cinco veces”.

“Para mí era normal salir y ver a los chavos drogándose o en situación difícil… yo al principio quería ser actor, quería ser como Juan Ferrara y pues cuando le dieron casa a mi mamá era un barrio conflictivo, entonces ahí yo pasaba fajado y me decían niño fresa, los mismos chavos me veían mal porque andaba fajado”, añade.

Y su lucha la mantiene. Busca mayores y mejores políticas públicas para la juventud. Datos recientes del INEGI revelan que los asesinatos han crecido en un 193 por ciento desde que la guerra contra el narco, en 2007, dio inicio.

Y la situación del chavo banda en Sinaloa es diferente. El Mijis lo sabe, pone contexto y corrije. “¿El buchón?”.

-Sí, acá no es el rollo del tatuaje y el barrio sino el puntero, la pistola y el tráfico de drogas.

-Te voy a decir una cosa: Sinaloa, tú mismo lo estás diciendo, está etiquetado y criminalizado. Desde que voy llegando me van diciendo que tenga cuidado y entonces tú mismo te vas con eso, con los jóvenes. Imagínate, ves a uno acá con su teléfono y ya piensas que es halcón o teléfono o le ves acá malandro y pues sí pienso que es mucho más difícil por el contexto.

“Yo lo que veo es que sigue habiendo ese vacío hacia ese sector juvenil, nadie le apuesta Hay ejecuciones, hay juvenicidios y nadie dice nada, la gente se está acostumbrado a esa situación de violencia y el joven lo está viendo como si fuera un trabajo, entonces no hay una opción de vida, de decirle ‘mira, te pongo estas dos opciones, por cuál te vas’, entonces eso sí te marca mucho”.

El Mijis no se guarda nada. Tiene ganas de que su mensaje sea escuchado. El día de mañana viernes 31 brindará un taller a jóvenes en la concha acústica del Centro Cívico Constitución y antes una charla en el Cuadrante Creativo.

Entre anécdotas recuerda su primer tatuaje. Es un corazón color rojo. Se lo hizo en la pierna para que su madre no lo notara. El más reciente es un ave fénix: resurgir de las cenizas, el Mijis quiso quitarse la vida en más de una ocasión.

“Tuve que vivir la tragedia, mi madre falleció y yo ni siquiera me despedí de ella por quedarme a pistear con la banda. Ella tenía insuficiencia renal y duró como cinco años, ese día que estábamos pisteando mi hermana me dijo que estaba mala y yo dije, ‘no, mañana se cura’, entonces esa mala decisión de no despedirme de ella me llevó a querer suicidarme”.

Luego bromea con los tatuajes. Tras la muerte de su mamá, a sus 24 años (hoy tiene 39), decidió tatuarse su apellido: Becerra. Se levanta la manga de su camisa, muestra el antebrazo, y explica.

“Mira, (este me lo hice cuando) andaba deprimido cuando falleció mi madre, andaba bien borracho y le digo (al tatuador) ‘déjatelo caer como si fuera un cuadro, como si fuera un reconocimiento, acá como si fuera una placa’, y el bato andaba igual de borracho que yo y qué crees que hizo el güey, se quedó con lo último que dije: lo hizo como una placa de carro”.

Vienen las risas y el Mijis continúa. “Siempre voy contra corriente, y mira: me tatué este, un pez rojo. Y luego este también, mira: orgullo potosino”, y sigue señalando partes de su cuerpo. “Este es el mapa de cuando recorrí al país en bicicleta”.

Así pues, Pedro y su grito de existencia, nombre de su movimiento, están en Sinaloa. El contexto es muy diferente y el panorama es desconsolador. Pero explica que esa es precisamente su tarea: hacer visible a los invisibles.

“Tú sabes que si yo fuera a pedir trabajo, pues me discriminan por mi aspecto o por dónde vengo; si quiero sacar una vivienda, me sacan o no me dan nada, entonces es bien difícil que el chavo pueda salir adelante, y si alguien llega y le ofrece algo pues te vas y después se vuelve una forma de vida”.

“Te dan una metralleta, te dan un poder y entonces otro chavo te quiere imitar y también se va con esos batos y así se van jalando. Entonces desde antes que tomen una mala decisión les brindamos oportunidades, les brindamos el ser parte de una sociedad… si tienes un carro de medio millón de pesos y yo un vocho y pasamos y nos caemos en el mismo bache así tengas mucho dinero: somos parte de un mismo entorno, lo que te pasa a ti mi pasa a mí”, concluye.

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