Diez mil huérfanos sinaloenses a causa del Covid ¿Qué hacemos?

NIÑOS EN LA CALLE. Las ausencias del Gobierno.

Es un niño de 12 años. El mesero me pregunta si no tengo objeción de que se siente en la mesa de a lado. “Es que huele feo, vive en la calle, nosotros le regalamos un taco. Viene y nos dice que cuidó el lugar en la noche, le damos un taco. Viene de Sinaloa. Ahorita no hay otra mesa más lejos de los clientes”, me dice atropelladamente. Veo la cara del niño temiendo mi respuesta. Les contesto que no hay problema, que si quiere se siente conmigo, que sirve que platicamos sobre qué andamos haciendo en Tepic.

Ahora su cara es de temor y preocupación. Se sienta conmigo porque calcula que no tiene más remedio. Me ataja. “Cuénteme usted, yo no puedo”. Le digo que yo ando trabajando para que no haya gente sin casa, o niños sin educación. Se interesa. ¿Nos puede dar lámina a los morros que vivimos ahí en el río? Me señala al otro lado de la avenida. Me explica que es de Villa Unión y que su madre murió de Covid. Llora. Una mesera viene a abrazarlo. “Se las da de cabrón pero es la segunda vez que lo veo chillando, es el recuerdo de su mamá”, dice la señora, también con los ojos húmedos.

“Mi papá trabaja en Galveston. No puede venir porque no tiene papeles. Tengo tres hermanos. Yo soy el segundo. Un tío de Mazatlán se quedó con Fabiola, la de 15 años. Otra tía se quedó con los dos más chicos en mi casa. A mí me mandaron con un primo que vive en Huajocori. Nayarit. No lo aguanté, está muy loco, se pone loco, me dijo que me fuera a quedar con un amigo de él a Guadalajara. Para allá iba. Me dieron ganas de bajarme del camión aquí en Tepic. Aquí vivo”.

Sería gravísimo que para una cantidad tan grande de niños sinaloenses se cumplieran las amenazas de pobreza, malnutrición, desplazamiento y separación de los hermanos u otros miembros de la familia, deserción escolar, depresión, violencia y matrimonio infantil.

La ola de orfandad provocada por el covid no puede atenderse con los instrumentos tradicionales porque es de un tamaño enorme que rebasa las capacidades institucionales actuales.

Debe crearse una política pública especial acorde con el tamaño del problema y con la característica de ser un fenómeno social que se presenta con rasgos no mostrados anteriormente.

Debe atenderse con la urgencia de saber que, si el problema toma un mal rumbo; las consecuencias para los huérfanos y para la sociedad serían muy graves.

No es un problema solo de las familias de los huérfanos, es de todos, por eso requiere una acción pública para resolverse.

El gobierno estatal debe convocar a una acción de unidad de los sinaloenses para atender a los niños y adolescentes huérfanos.

Más que nunca estorban la confrontación y la división.

Distintas instancias internacionales y nacionales han reconocido el problema.

Los huérfanos de Sinaloa no pueden quedarse atrás.

El Banco Mundial formó un Grupo de Referencia Mundial sobre los Niños Afectados por la COVID-19, lo integran académicos, profesionales de organizaciones mundiales y representantes de la sociedad civil.

Utilizaron datos sobre mortalidad y fecundidad para modelar estimaciones mínimas y tasas de muertes relacionadas con la COVID-de cuidadores primarios o secundarios de niños menores de 18 años en 21 países.

A su vez, los miembros del Imperial College del Reino Unido han desarrollado una herramienta que proporciona estimaciones de la orfandad en cada país que se actualizan a partir de los datos proporcionados por la Universidad Johns Hopkins.

Un análisis del Instituto Belisario Domínguez del Senado mexicano revela que por cada 100 fallecimientos por COVID quedan 90 menores de edad huérfanos. De ahí se desprende esta primera estimación para Sinaloa.

Las líneas estratégicas para abordar el problema son:

  1. Identificar a los niños huérfanos. Crear un registro estatal que precise las circunstancias específicas de cada caso mediante una acción coordinada de dependencias, escuelas, familiares, vecinos y organizaciones de la sociedad civil.
  2. Crear un espacio institucional de coordinación y seguimiento entre las dependencias y la sociedad.
  3. Entregar un apoyo económico a los familiares de los niños que lo necesiten.
  4. Dar seguimiento a la educación y la salud de cada huérfano.
  5. Crear un mecanismo de hospedaje y alimentación para los niños que no puedan estar con familiares, en colaboración con organismos de la sociedad civil, recuperando las experiencias exitosas nacionales e internacionales.
  6. Implementar programas de apoyo a la crianza basados en evidencias que son eficaces incluso cuando se ofrecen a través de plataformas virtuales y que fueron desarrollados por la Universidad de Oxford, la OMS y Unicef.

Todos tenemos un papel qué desempeñar.

La creciente cantidad de niños que han quedado huérfanos debido a la COVID-19, necesitan nuestro apoyo.

Dejemos de pelear y unámonos.

Artículo publicado el 06 de febrero de 2022 en la edición 993 del semanario Ríodoce.

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