Pescadores zarpan jubilosos, amarran con pena

LORENZA”. La esperanza de seguir a flote.

Disminuye esfuerzo pesquero en Topolobampo; la flota se hunde poco a poco

La tripulación del barco “Lorenza” navegó durante cuatro días desde el puerto de San Felipe, Baja California, para amarrarse en Topolobampo, y zarpar rumbo a la captura de camarón a las 04:00 horas del martes. Este viernes, poco antes de las 12:00 horas, lanzó amarras en el mismo muelle. Su primer viaje había fracasado.

Antes que ellos, tres embarcaciones habían atracado también en el muelle pesquero.

Para esas cuatro tripulaciones, el fin de la veda al camarón había sido un rotundo fracaso.

Todas entraron al muelle por fallas en los motores o sus sistemas de propulsión. Todas necesitaban cirugías mayores. Las cuatro requerían de nueva inversión en la reparación, pero sus propietarios navegaban en deuda y sin un cabo salvador a la vista.

Por eso, la tripulación estaba decaída. En su horizonte, sólo había tragedia.

Agustín Chito Sánchez Balderas, es el bodeguero del “Lorenza”. Tiene 50 años de pescador y le quedan, cuando mucho, dos años más en la actividad, para después transbordar a una panga, eso si la ruina en San Felipe se lo permite, y si para entonces, en el año 2023, las cosas están más frías en el golfo de Santa Clara, porque hasta ahora, están muy calientes.

“Violentas es poco”, dice el marinero, que prefiere que le llamen el “Tortugo”, porque todos los de su tripulación no se conocen por los nombres reales, sino por los sobrenombres con que los señalaron otros pescadores.

Él está sentado en un montón de cabos y redes, en donde hay liachos de ropas sucia, en la proa del barco. Desayuna pescado empalizado, y acepta comer a ratos mientras cuenta su desesperanza.

Esa mañana soleada, habían avanzado tres millas mar adentro, y habían botado los tangones para probar suerte con un lance. Arrastraron la red por una hora, y la alzaron, sólo para recoger apenas un puñado de camarones. El patrón del buque no se desplomó sino que dejó avanzó de frente unos minutos más y lanzó de nuevo las redes. Tras una hora de arrastre, acumuló 25 kilos de camarón.

Cesar Valdez CÉSAR VALDEZ. El gobierno nos quiere hundir.

Para entonces, toda la tripulación ya ha perdido dinero. Cinco mil pesos en 50 galones de diésel, la comida, lubricantes y la depreciación de la máquina. Además, todos deben al armador, pues para poder dejar sus casas durante el viaje de un mes les prestaron 9 mil pesos.

Su deuda, dice el “Tortugo”, no es nada en comparación de la de Manuel, el armador, que suma 1.5 millones de pesos. “Nosotros perdemos el trabajo de un mes, pero él pude quedar quebrado, sin barcos, sin nada”.

Para don Agustín, la cosa esta muy mal, y la temporada no pinta nada bien. “No hay camarón en los pescadores. Se lo acabaron, o algo está cambiando en el mar. Íbamos más arriba, para el golfo de San Clara porque allá pescamos, pero no llegamos. Esta puede ser nuestra última temporada”.

César Valdez Valenzuela, el cocinero del mismo barco, afirmó que la situación es tan deprimente en la pesca de camarón en altamar que todos el sector tiene la creencia de que a este gobierno no le importa hundirlos. “Nos quitaron todos los financiamientos, los apoyos. Ahora, todos los gastos corren por nuestra cuenta, y así, ninguna actividad, como la pesca o la agricultura podrá dar para la “papa”.

El pescador que también tiene que faenar en sus ratos libres, aseguró que no hay una actividad rentable, y en su caso, como parte de una tripulación, la situación está tan crítica que no se sabe si podrán reparar el motor del barco y zarpar de nuevo, o deberán regresarse a sus casas.

Para Valdez Valenzuela, el gobierno es cretino y un mediocre.

“Nos están hundiendo poco a poco. Quieren mandar a “pique” la actividad. No hay duda de eso. Quieren que los armadores vendan el barco como chatarra y recuperar los permisos que dieron. Si el patrón decide hundir el barco le pagan un millón de pesos, pero el permiso ya no regresará a nadie. Ese es el fondo del asunto”, afirma.

La tripulación de “Lorenza” se apresta a colocar el toldo en la cubierta, para tapar los rayos del sol mientras esperan que un mecánico naval arregle el motor que se sobrecaliente y pierde fuerza.

Entre todos extienden la lona y se preparan a cultivar el ocio.

Algunos están en la cocina, otros platican con pescadores locales. El patrón o capitán del buque está ensimismado tras el timón. No quiere hablar con nadie. “Él sabe que las cosas no andan bien. No hay camarón, Y sin camarón, la cosa está mal, muy mal. Todo apunta que nos iremos a pique.

Jesús López Contreras, capitán de puerto en Topolobampo, aseguró que los comentarios de las tripulaciones son de desaliento. “No tienen qué pescar, ni en altamar ni en bahía. Muchos están por regresar a puerto y esperar mejores pesquerías, porque estar navegando sin producción es el fracaso.

Topolobampo cuenta con una flota de 64 embarcaciones registradas, de las zarparon 41 a la pesca de camarón y 23 se quedaron en el muelle por razones diversas. El número es infinitamente menor a los 738 barcos que en el 2019 zarparon en busca del camarón de altamar.

Artículo publicado el 26 de septiembre de 2021 en la edición 974 del semanario Ríodoce.

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