Héctor Camacho Rodríguez, conocido por el apodo de “Culancho”, buscó mantener la presidencia del módulo de riego de Guasave, y le costó la vida.
No se fue solo, pues junto con él y en el mismo ataque por un sicario armado con pistola murió el dirigente de la Red Mayor del Río Sinaloa Distrito de Riego 063, Julio César Sánchez Beltrán, y resultó herido por bala perdida, Alejandro Cervantes Sotelo, presidente de la Alianza Nacional Agropecuaria y Pesquera del Estado de Sinaloa (Anapsin).
Los tres fueron las victimas a un ataque hacia los dirigentes agrícolas.
Estaban reunidos en uno de los dos privados del restaurante de mariscos El Faro, ubicado en la esquina de las calles 20 de Noviembre y avenida Las Palmas, en la colonia San Juan, al norte de Guasave.
El doble asesinato a sangre fría indignó a los productores agrícolas de ese municipio, pero también silenció sus labios. Aquí los líderes agrarios no quieren hablar del crimen. Nadie hace referencias a los orígenes.
Ni tampoco rememoran porqué en esta región se mata a los representantes de los módulos de riego. Sólo una cosa está clara, es por agua o por dinero, porque el poder político se diluyó cuando la población civil votó en masa y terminó con el mito del sufragio corporativo, el voto verde.
Quienes comentaron el caso, pidieron anonimato, porque en Guasave, todos saben quienes mandan en las calles, en las oficinas, en las dependencias, y en un secreto a voces se sabe quién construye la obra pública.
El agua para el riego de los cultivos es un bien preciado, y el dinero se retiene no pagando el líquido o bien, obteniendo la obra de mantenimiento de la red o de mejoramiento de la infraestructura de canales y drenes es mucho, por eso, se pelean las dirigencias.
Héctor Camacho Rodríguez, conocido por el apodo de “Culancho” había emprendido una campaña de saneamiento, y su última acción había sido la publicación de una lista de deudores del agua.
Él se había reelecto en la presidencia del módulo en febrero del 2020 y estaba a la mitad de su segundo trienio. Su lucha no fue fácil sino accidentada. El módulo Guasave se convulsionó a tal grado que se tomaron las oficinas por un grupo y sus detractores.
El 19 de enero del 2020, ganó unas elecciones internas a Gerardo Valenzuela Gutiérrez, las cuales fueron anuladas para repetirse el 2 de febrero del mismo año. Entones arrasó dos votos a uno, y las cosas se tranquilizaron por unos meses.
Entonces publicó a deudores del módulo, y semanas después murió en el atentado.
Sánchez Beltrán no tuvo una dirigencia tan accidentada, pero conformaba parte de un grupo de poder, pues los guasavenses no sólo controlan los módulos de su municipio y la red mayor del Río Sinaloa, sino también la Red Mayor del Río Fuerte. No han logrado someter a todos los organismos de riego, pues los de Ahome aún se rigen por sus propios instintos.
Uno de los asesores jurídicos de los diversos módulos de riego, afirmó que en Guasave son otros los intereses que están en juego, algo que asesinan dirigentes.
Para Ricardo Beltrán Verduzco, presidente de la Alianza Mexicana de Abogados, el doble homicidio de líderes en Guasave sólo es una muestra de lo que ocurre en muchos sectores del país, el asesinato por intereses oscuros ante una autoridad que es omisa en la responsabilidad de proteger a las personas y las propiedades, y consecuencia del alto grado de impunidad que prevalece en la entidad porque se tiene una Fiscalía General de Justicia que no resuelve los asuntos, sino que los acumula.
“Con autoridades que son omisas o negligentes, cualquier delincuente se vuelve osado porque percibe que sus actos no tendrán consecuencia, mientras que el ciudadano común termina temeroso, vulnerado porque entiende que ninguna institución lo puede proteger”, dijo.
Beltrán Verduzco fue de los pocos líderes comunitarios que aún critica lo que pasa en las calles: asesinatos de líderes agrarios, representantes comunitarios, luchadores sociales, políticos, empresarios y decenas de ciudadanos comunes, que son un eslabón débil ante una criminalidad en ascenso, ante el poder que dan las armas que blanden los grupos del crimen organizado y común.
Consideró que el gobierno debe recapacitar con los hechos que golpean a todos los sectores sociales, en donde un día se falla en la prevención y al día siguiente en la procuración de justicia.
Opinó que es cuestión de actitud hacia el problema, porque estado de fuerza hay suficiente, lo mismo que equipamiento y hasta tiempo.
Antes de que suceda un hecho, los ciudadanos no observan presencial policial o militar, pero después de ocurrido es impresionante la concentración. “Es tal la magnitud que uno no deja de preguntarse ¿En dónde estaban? ¿De dónde salieron? ¿Por qué no actuaron?
Artículo publicado el 05 de septiembre de 2021 en la edición 971 del semanario Ríodoce