Sin intermediación judicial, policías desalojan invasión en Los Mochis

PRECARISTAS EN LA CALLE. Los abusos siguen aquí.

Atacaron a mujeres, niños down y a hombres; ahora enfrentan acusación penal por lesiones, amenazas y abuso de autoridad.

 

 

 

Los policías estatales llegaron bravos, arrasaron con toda choza endeble o fortificada; atacaron a las mujeres, las vejaron, dieron de puñetazos a niños downs, que presos de la histeria buscaban proteger a sus madres, y sometieron en tumulto a los hombres que las defendieron.

Hoy los energúmenos están en el banquillo de los acusados, y sin defensa. Fueron acusaron de lesiones, amenazas, abuso de autoridad y coalición de servidores públicos para operaciones ilícitas.

Y no es toda la carga de la acusación, porque sobre los estatales penden también una imputación más severa: alianza con sicarios para desaparecer y torturar a sus acusadores, afirmó César Augusto Ángeles Falcón, líder de precaristas de la colonia “Marcelo Loya Ornelas”, quien en la víspera interpuso acusación penal en la Vicefiscalía Regional de Justicia del Estado por hechos ocurridos el viernes 15 de enero al oriente de Los Mochis, sobre unos predios en desuso ubicado en bulevar Chihuahuita, entre Bienestar y Centenario.

El piquete de la Policía Estatal Preventiva ( PEP) apoyado por el Grupo de Operaciones Tácticas (GOTE) del municipio de Ahome se apostó sobre la acera poniente del bulevar Chihuahuita, a unos pocos metros de la calle Bienestar, al oriente de Los Mochis.

Parecían de trapo: cubiertos desde los pies hasta la cabeza. Había hombres y mujeres, gordos, y flacos, chapos y altos, blancos y morenos. Ninguno llevaba visible credencial que lo identificara. Y algunos hasta habían alterado el uniforme cambiando el azul de sus ropas tácticas por negras y lo utilizaban para aumentar su dosis de salvajismo e impunidad, agredir, golpear, insultar, ofender, aunque les tiemblan las corvas cuando tienen una cámara enfrente y hasta se comportan como sujetos educados cuando desaparece la capucha con la que se tapan al rostro porque les da miedo que el narco los identifique, aunque les reciben sobornos.

Llegaron con tanqueta blindada, y artillada. También en patrullas sin placas y sin matrículas. Y aguardaron. No hubo un mandamiento judicial, ni una fe ministerial del caso. Sólo estaban allí, ellos, los gorilas y dos civiles que se decían apoderados legales y que alardeaban tener papeles de la propiedad, pero jamás mostraron, ni justificaron haber interpuesto denuncia de hechos para que la policía desalojara o interviniera

Frente a ellos, en chozas que armaron con palets, troncos, barrotes, lonas plásticas, los esperaron los precaristas del grupo. Ellos habían llegado al lugar desde la noche del sábado 16 de enero. Se habían organizado en grupos para lotificar esos predios. Estaban desesperados por no tener un lugar en dónde vivir. Eran hombres, mujeres, niños que ya tenían en vela tres días y con sus propios recursos habían limpiado el barrio marginal sin desarrollo urbano. Es una zona de acaparamiento y especulación. En esos terrenos fue frecuente abandonar cadáveres de personas asesinadas. Homicidios que nunca fueron resueltos. Y también fue recurrente que aparecieran personas torturadas y algunos casos de individuos que escaparon de casas de seguridad de mafiosos.

Por eso, ellos se visibilizaron e invadieron. Nada pedían a título gratuito ni subsidiado. Sólo querían ofertar por el lote, pagarlo y edificar su patrimonio familiar.

Antes de meterse a los terrenos a cielo abierto, los precaristas habían hecho una investigación en dependencias públicas y no encontraron rastros de los propietarios, excepto inmobiliarias ya desaparecidas, confirmó César Augusto Ángeles Falcón, el líder.

Por eso, se metieron al predio.

Pero cuando la policía llegó armada hasta los dientes, amenazando con desalojar, retando a golpes, ofendiendo a las mujeres, alterando el orden para provocar un ataque comprendieron que contra alguien se habían enfrentado.

Los dos hombres que dijeron tener los papeles de propiedad nunca los mostraron, ni hubo un fiscal que levantara fe ministerial del caso, tampoco se concentró actuario, sólo las retroexcavadora comenzó a andar y la policía a lanzar a los colonos.

Cinco horas después, el desalojo ilegal se había consumado.

Pero la colonia “Marcelo Palma Loya” estaba lejos de rendirse ante la farsa.

Ahora apuntaban a la policía, sus agresores. Los primeros en ser citados eran los directores de la Estatal Preventiva y de la Policía Municipal.

Ángeles Falcón asegura que ellos tendrán que delatar a quienes los alquilaron y que ahora se sabe se trata de dos diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que defiende a un ex gobernador como propietario del terreno.

Aunque asegura que hay temor entre los precaristas por las amenazas de los policías estatales y municipales, las denuncias no se retirarán porque si atacaron a mujeres y a niños downs, es para ellos fácil desaparecer a hombres y jóvenes

Artículo publicado el 24 de enero de 2021 en la edición 939 del semanario Ríodoce.

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