Urge un modelo de educación virtual

Urge un modelo de educación virtual

A nueve meses que los estudiantes universitarios entraron por la emergencia sanitaria a clases por internet, el 78.7 no están satisfechos con la enseñanza remota.

Así lo revela una investigación realizada por Jorge Gastélum Escalante y Martín León Satiesteban, quienes realizaron un estudio sobre la situación de la enseñanza durante la pandemia a nivel de educación superior en 21 entidades del país —entre ellas Sinaloa—, que representan el 65 por ciento del territorio nacional.

El estudio de los profesores investigadores de la Universidad Autónoma de Occidente tuvo dos enfoques, lo qué está sucediendo con los docentes, y también lo que viven los estudiantes.

Jorge Gastélum Escalante, quien cuenta con doctorado en Investigación Educativa y otro en Pedagogía por la UNAM, concluye en la urgencia de hacer una planeación hacia la educación virtual y no remota, ya que el coronavirus llegó para quedarse.

A falta de un modelo de educación virtual, los docentes han migrado de la enseñanza presencial a la remota, y las clases han quedado a la artesanía y habilidades de cada profesor, refiere el investigador.

Los resultados del estudio revelaron que los maestros han tenido solamente capacitaciones emergentes sin la consistencia deseada, el 16 por ciento con apenas un par de horas, y apenas el 22. 2 por ciento recibió 20 horas, la duración mínima que los expertos recomiendan.

Tampoco los estudiantes recibieron capacitación, aunque tienen la ventaja de ser nativos digitales, en el 64.9 por ciento, las universidades les ofrecieron tan solo dos horas de instrucción sobre el uso de nuevas plataformas con fines educativos.

El principal obstáculo para el desarrollo de los cursos en línea han sido conectividad a internet en un 76.8 por ciento de los docentes y en un 69 por ciento en los estudiantes, seguido por la falta de computadora de escritorio o laptop en un 65.1 por ciento de los maestros y un 68 por ciento los alumnos.

Precisamente la falta de capacitación de los docentes para utilizar las tecnologías y las plataformas digitales está ubicada como el tercer obstáculo de los cursos en línea a nivel de educación superior.

Dado a que la pandemia se ha alargado tanto y que se está pensando que el ciclo venidero sería virtual, el investigador considera que la Secretaría de Educación Pública, la Asociación Nacional de Universidades y de Instituciones de Educación Superior (ANUIES), así como las propias instituciones de educación superior, deberían abocarse construir un modelo educativo virtual.

Aclara que el modelo virtual no es lo mismo que la enseñanza remota, que es lo que se ha estado haciendo. Explica que el modelo virtual tiene sus propias características, como el uso de plataformas amigables, y la planeación sobre el hecho de que los estudiantes no estarán enfrente.

“No estábamos preparados para el uso de las tecnologías”, señala.

La mayor parte de los profesores no son nativos digitales, sino emigrantes digitales, lo que no pasa con los estudiantes que tienen una enorme facilidad para las tecnologías. Los profesores están planeado la clase día tras día, y esto ha aumentado el trabajo docente, el cual consiste no solamente en transmitir la clases.

Esto ocurriendo no solo en Sinaloa, sino en las 22 entidades estudiadas a nivel de educación superior, sostiene.

Lo que se ha hecho es afrontar la emergencia, advierte, pero como el coronavirus llegó para quedarse, se tendrá convivir con él, y con ello mezclar esquemas presenciales y virtuales de educación para los años siguientes.

Urge a que las instancias educativas señaladas se pongan de acuerdo para un modelo educativo virtual, porque hasta el momento solo han emitido documentos administrativos relacionados con el cuidado ante la pandemia.

Asume que no se podrá regresar a la normalidad que se tenía, y por tanto ahora se tendrá que vivir con los cubrebocas y planear todo en función de los semáforos sanitarios. Debe diseñarse un modelo que tecnológicamente sea amigable para todo mundo y además las formas de evaluación tendrán también que variar. Lo que debe garantizarse es el aprendizaje de los estudiantes, considera.

Hasta ahora los estudiantes han estado asistiendo a clases virtuales, pero la mayoría de los estudiantes no están satisfechos con la enseñanza remota. Detalla que el 40.4 por ciento de los alumnos se sienten angustiados, mientras que solamente el 5.3 por ciento está muy cómodo.De acuerdo a la encuesta realizada a mil 684 estudiantes, el 79 por ciento opinó que aprendió menos que en las clases presenciales.

La investigación, que encuestó a 328 docentes, reveló también la precarias herramientas tecnológicas, ya que se encontró que la mayoría, el 69.2 por ciento, ha estado trabajando en casa con sus teléfonos inteligentes, e incluso un 22 por ciento un teléfono celular común sin posibilidad de conexión.

A lo anterior se suma que el 24 por ciento de los estudiantes universitarios viven en sindicaturas en donde no es posible la misma calidad de conexión con internet, y en consecuencia la comunicación con los maestros no es similar a la zona urbana.

El investigador describe la situación que se vive en cada una de las casas de los universitarios. A veces en los hogares hay una computadora, no necesariamente dos. Las encuestas realizadas señalaron que son excepcionales las familias de un solo hijo, lo cual es un problema, más aún si uno de los padres está haciendo home office.

Así como la Secretaría de Salud ha rehabilitado los espacios hospitalarios para que el número de camas sea mayor a las necesidades, aquí también la Secretaría de Educación junto con la ANUIES y las universidades deberían lanzar un programa de adquisición de computadora para docentes y estudiantes, la CFE considerar los costos de energía, y que la promesa de tener internet libre en todo el país debe cumplirse.

El diagnóstico realizado, resume el investigador, ayuda a conocer en dónde le duele al subsistema educativo de educación superior, para prescribir el remedio y garantizar el aprendizaje de los estudiantes.

 

Artículo publicado el 27 de diciembre de 2020 en la edición 935 del semanario Ríodoce.

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