Las decisiones están tomadas

Las decisiones están tomadas

Los actores políticos en Sinaloa saben que las decisiones están tomadas. Los dos grandes bandos que se disputarán el poder en la sucesión del 2021 tienen a estas alturas una definición del nombre y el hombre con quien estarán buscando la gubernatura de Sinaloa. Ninguno lo va a decir, públicamente debe negarse más de tres veces antes de que amanezca como Pedro negó a Cristo. Pero ellos ya lo saben porque la decisión está tomada.

Lea: El pasado reciente de Gerardo Vargas https://bit.ly/35jZ5Ud

¿Todo puede cambiar? Sí, siempre puede cambiar todo mientras no se trate de las certezas que el mundo tiene desde que es mundo, el resto siempre puede tomar otro rumbo.

Pero en los próximos días, esa decisión básica y primaria –de la que se desprende todo lo demás-, al estar tomada irá propagándose como la canción de la Sonora Santanera, La Boa: “y los de gobierno, los saben, lo saben; y los políticos, lo saben, lo saben; y los periodistas, lo saben, lo saben)”.

Muchos no lo saben aun, pero intuyen, son inteligentes, viejos lobos de mar que sin los pelos de la burra parda aun en sus manos saben que las decisiones están tomadas. Su intuición se enteró primero que ellos, y por eso están nerviosos, desesperados, desbocados, a las carreras.

Hay señales suficientes para entender que la decisión tomada no apunta a ti, entonces se comprende que se puede engañar de muchísimas maneras, pero una muy difícil es no darse cuenta que no eres el elegido, porque entonces todo se vuelve un auto-engaño.

Hay otros actores, en otros niveles, que tampoco saben con absoluta certeza que las decisiones están tomadas, pero que también lo intuyen. Como no son protagonistas lo que toca es reacomodarse, moverse para no quedar fuera. Cambiar de posición, adecuarse…adaptarse es la palabra, simple y sencilla selección natural de las especies. No sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, ni el que tiene pulgares, sobrevive quien mejor se adapta.

 

Margen de error

(Por eliminación) Es por eso, y solo por eso, que Sergio Torres Félix sale del gabinete de Quirino Ordaz. Él no es. La decisión no está tomada por ese camino. Entonces se va. No es rabieta, ni descontento, ni dignidad, es estrategia. Hay lugares que tomar, hay posiciones que ocupar. Sergio Torres Félix estará en una de ellas.

Va a hacer lo que sabe hacer y lo hace bien. Fue puliéndose desde aquellos gritos y picoteos descarados que le hizo a Sadol Osorio hijo en los pasillos del Congreso hace caso 20 años. Provocador nato, eso hizo con el diputado panista, lo sacó de sus casillas, ofendió a su padre, y en política como en muchas acciones de la vida, quien se enoja pierde porque ya no piensa, erra.

Nadie ve en Sergio Torres la repetición de la historia de Malova en el 2010. Muy parecida a la de José el Güero Rosas en Durango –una fórmula muy repetida en otras muchas gubernaturas del país. El activo de un partido, en estos casos del PRI pero puede ser de cualquiera, se desprende de una corriente de poder y se lanza con la marca prestada, así les arrebata la gubernatura a quienes antes fueron sus correligionarios. En el camino, claro, arrastran a muchos otros, nunca el poder se alcanza en solitario.

Sergio Torres no está en esa posición. Ni ahora que manda su cartita de despedida al gobernador, como el novio que no se atreve a cortar a la novia en su cara, ni en enero próximo cuando los partidos tengan que ir cubriendo los plazos legales para el registro de candidaturas y definiciones claras.

Sergio Torres demostró más de una vez que sabe cómo arrebatarles la candidatura dentro del PRI a quienes con anticipación se creían los elegidos. El caso más estrepitoso fue Cenovio Ruiz intentado en 2012 ser el candidato a la Alcaldía de Culiacán. Cenovio Ruiz nunca entendió que no tenía peso dentro del PRI, que su nombramiento como dirigente estatal y como diputado plurinominal era el último soplo de poder del ex gobernador Aguilar Padilla. Por eso Sergio Torres lo arrolló sin miramientos, le quitó la candidatura a Alcalde y lo exilió de Sinaloa.

Pero esta historia de 2020-2021, no será aquella del 2012-2013.

 

Mirilla

(Otro priista) Otro que sabe que las decisiones están tomadas es Gerardo Vargas Landeros. Por eso construye una narrativa insostenible de arrastre popular, que el partido donde siempre militó –repite- nunca tomó en cuenta.

En 2016 era él, -cuenta- y no Quirino el hombre fuerte a la gubernatura. Dice que se disciplinó y volcó su fuerza en apoyo al PRI. En 2017 era él –otra vez- y no Zamora, el hombre fuerte a la Senaduría. Se disciplinó de nuevo.

Entonces el desangelado Vargas Landeros es ahora bonachón, platica con un pollo de peluche o canta corridos con un rostro de computadora. Y pasa de ser empresario u hombre fuerte del malovismo, a Gestor de Valores y Liderazgo, sus siglas GVL. Ante la imposibilidad de que López Obrador se decida por él, inventa un Peje de peluche para que diga que Gerardo sube como la espuma en Sinaloa, que aguante, que pronto tendrá noticias. (Todo esto es real, no son ironías, lo del pollo es de SDP Noticias y el peluche del Peje es creación de uno de sus despachos).

Contrario a Sergio Torres, con Gerardo Vargas los próximos movimientos se vuelven inciertos. Hace unos meses era un activo de las nacientes Redes Sociales Progresistas, luego resulta militante de Morena que habla linduras de López Obrador.

Aquellos grandes saltos que llevaron a Vargas Landeros de la Junta de Agua en Ahome con su amigo Malova a una diputación federal, y luego a ser el segundo en poder en el gobierno, poniéndose al lado de Chuytoño, hacen difícil entender cuál será su papel cuando quede claro que las decisiones están tomadas y no se pueden cambiar por más que lo desee.

 

Deatrasalante

(1997) En 1998 el PRI estaba en uno de los muchos estertores que ha presentado en su historia, era la sucesión a la gubernatura de Sinaloa y como siempre dos grupos se disputaban el poder. Lauro Díaz con el apoyo del poderoso Secretario de Gobernación Francisco Labastida –luego sería el candidato perdedor en la contienda presidencial- versus Juan S. Millán que veía su intentona definitiva por la gubernatura del Estado.

Acostumbrado al actuar del PRI, Millán veía casi perdida la candidatura. Se atravesó, amenazó, movió Los Pinos y obtuvo una extraña solución con una contienda abierta, donde priistas o no podrían votar por Díaz Castro, Millán Lizárraga o José Luis Leyson, quien le descongestionó el camino en Guasave.

Juan Millán ganó la interna, luego la gubernatura, y se hizo del control del estado en las dos sucesiones siguientes: impuso a Jesús Aguilar y después contribuiría a operar la llegada de Malova. 18 años en lo alto del poder (PUNTO)

Columna publicada el 08 de noviembre de 2020 en la edición 928 del semanario Ríodoce.

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