Cine: ‘Ya me voy’

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El ir trabajar a otro país con el objetivo de progresar, la insistente migración hacia y especialmente a Estados Unidos y anhelar el malentendido “sueño americano”, se exponen acertada y precisamente en Ya me voy (I’m Leaving Now/EU/2018), dirigida por Lindsey Cordero y Armando Croda, con base en la experiencia de un mexicano que cruzó la frontera y vivió de indocumentado, con todas las dificultades que eso conlleva, para darle una mejor calidad de vida a su familia.

A 16 años de vivir en Brooklyn, Nueva York y trabajar arduamente en más de un empleo a la vez, Felipe Hernández quiere, más que nunca, volver a México para estar con su esposa y sus hijos, en especial con César, el menor, a quien, prácticamente, no conoce, porque lo dejó de ver a los seis meses de nacido.

Sin embargo, un repentino inconveniente familiar hace que postergue su regreso y se enfrente a la disyuntiva de si es mejor quedarse y comenzar de nuevo o ir al encuentro de los suyos.

Contrario a los documentales que se basan más en entrevistas, preguntas y respuestas y explicaciones para narrar una historia, en Ya me voy las situaciones suceden y se desarrollan frente al espectador: la cámara sigue a Felipe en su búsqueda de botellas de plástico en los contenedores de basura, al venderlas y al mandarle a su esposa el dinero que obtiene de eso; al llamar por teléfono a México  para saludar, saber cómo va el día de alguien, llorar, expresarle a algún familiar que lo extraña o solucionar un problema; al estar solo y triste en su cuarto o acompañado de alguna chica; al prepararse algo de comer en su reducida cocina; al caminar pensativo en las calles veraniegas o invernales de Nueva York, con su llamativo sombrero de charro; al bañarse en la playa; al platicar con sus amigos; y al cortejar a una de sus amigas.

Lo anterior hace que el filme disponible en Netflix se perciba como un falso documental o la mezcla de este género con la ficción; su estructura narrativa se parece más a una historia recreada o inventada, lo que funciona muy bien para, sin explicaciones, ilustrar más amplia y detalladamente las emociones del protagonista, las implicaciones de migrar, no tener documentos y vivir solo. Aunque lo anterior no es un error o debilidad, al final, no queda la sensación de estar ante una trama “real”, como sucede, regularmente, en un documental.

La cinta escrita por Josh Alexander tiene a su favor a Felipe Hernández, quien por sí solo es un personaje capaz de sostener toda la historia con su carisma y espontaneidad impresionantes, con su extraordinaria facilidad para relacionarse con la gente y con su genuina e innata habilidad para mostrarse ante la cámara tal cual y sin tapujos.

Por lo general, las películas que abordan el tema de la migración lo hacen desde la perspectiva de quien se va, de la persona que vive la experiencia directamente. En el caso de Ya me voy, si bien, se ve más a Felipe en Estados Unidos, también se enfoca mucho en lo que sucede en México, aunque no lo muestre con imágenes –para ver el lado opuesto resulta más ilustrativa y explícita Los que se quedan (2008), documental de Carlos Hagerman y Juan Carlos Rulfo acerca de los familiares de los migrantes, de quienes no se mueven geográficamente. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 18 de octubre de 2020 en la edición 925 del semanario Ríodoce.

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