En pruebas de detección de Covid-19 México está en los últimos lugares a nivel mundial

La pandemia en México. Fuera de control. (Foto: Proceso)

En muertes y contagios el país está en los primeros sitios a nivel mundial, y apenas van cuatro meses de la pandemia

 

 

La pandemia de Covid-19 tiene un seguimiento puntual en el mundo. Gobiernos, universidades y organismos, miden día a día muertes, contagios, pruebas, ocupación hospitalaria. Al mismo tiempo, nada más inútil que citar alguna cifra, apenas se escriba cambiará inmediatamente. Hace cuatro meses, exactos, México registró su primera muerte por el virus. Una quincena atrás el país había detectado los dos primeros casos positivos a la enfermedad. Desde entonces, la avalancha arrastra al mundo entero. ¿Dónde estamos cuatro meses después? ¿Qué dicen los números que se mueven minuto a minuto?

Lea: En Culiacán madrugan por un tanque de oxígeno y muchos se van sin conseguirlo https://bit.ly/2WByhtA

El 18 de marzo pasado murió el primer paciente de Covid en México, un hombre de 41 años que posiblemente se contagió en un concierto masivo los primeros días del mes. Desde entonces la sumatoria no ha parado. El país se fue moviendo a los primeros lugares del mundo en los indicadores que paralelamente se fueron creando para medir la pandemia: muertes y contagios.

Hoy México es cuarto por su número total de muertes, aunque el 17 ó 19 –según la hora de consulta de datos- en fallecimientos por cada millón de habitantes; y el octavo por la totalidad de personas que tienen o tuvieron la enfermedad, aunque en el lugar 61 si los casos nuevos se contrastan por cada millón de habitantes.

México se va al extremo opuesto cuando se visualizan las pruebas que se han aplicado para detectar al coronavirus. Se fue rezagando a los últimos sitios a medida que pasaban las semanas y meses. En el corte a la mitad de julio es el lugar 149 de 215 en el mundo, por el número de pruebas aplicadas por cada millón de habitantes.

Cuando México registraba la primera muerte y entraba a la lista de países con fallecimientos por la enfermedad que surgió en China entre agosto y noviembre del año pasado, el Director General de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Tedros Ghebreyesus, hacía un anuncio: “Tenemos un sencillo mensaje para todos los países: test, test, test.” La recomendación era aferrarse a las pruebas, porque no era posible detener la pandemia si no se sabe quién está infectado.

 

Test, test, test

Pero México en aquel entonces no tenía los reactivos para realizar las pruebas. Y optó por un modelo distinto para enfrentar la pandemia: Centinela. Una especie de encuesta que acompaña al reducido número de pruebas, y que después sabríamos que los casos positivos detectados tendrían que multiplicarse por ocho para dar con el tamaño de los contagios.

Ahí empezó la primera de las muchas controversias que se han tenido en México cuando estamos por cumplir 150 días con la pandemia. Hugo López-Gatell, el Subsecretario de Salud y vocero del gobierno de la república, pasó de ser un desconocido en el gabinete al hombre estrella. Mientras en redes era un ídolo, partidos de oposición, gobernadores y dirigentes empresariales atacaban sus declaraciones y también los datos.

En el quinto mes de la pandemia, la discusión sobre el número de las pruebas en México no termina. Estados Unidos es ahora el país que más realiza pruebas en el mundo, y allá también hay un debate. Solo Mónaco ha testeado casi a la totalidad de su población, al 97 por ciento, pero es un país pequeñísimo.

El Instituto Johns Hopkins –donde por cierto estudio su posgrado López Gatell- dice que “los programas de prueba deben ajustarse al tamaño de su epidemia (de cada país), no al tamaño de la población.”

Pero eso no zanja el debate.

En México una cuarta parte de las pruebas que se realizan resultan positivas: el 23.3 por ciento, un porcentaje muy alto de positividad según la OMS, que emitió una guía “que establece que los gobiernos deberían ver tasas de positividad por debajo del 5 por ciento durante al menos 14 días antes de relajar las medidas de distanciamiento social”. México tiene casi cinco veces más que eso.

Y está todo el país en un relajamiento de las medidas de distanciamiento.

 

Sinaloa deja el rojo por decreto

Sinaloa abandonó el color rojo por decreto, no por el comportamiento de sus datos. Los días 14, 15 y 16 –en las anunciadas actualizaciones de la plataforma- se sumaron casi 900 nuevos contagios, en apenas tres días. Con eso Culiacán, centro de la pandemia en el estado, se estacionó en 500 casos activos, Mazatlán araña los 200 y Guasave y Ahome con más de 100.

Julio lleva en cuanto a muertes registradas en plataforma, un comportamiento parecido al mes anterior que sumó 829 fallecimientos. Pero se siguen sumando en plataforma rezagos, como el del 18 de julio que sumó una muerte del 15 de mayo –hace dos meses- en el IMSS de Costa Rica, un paciente masculino de 72 años y diabético.

Aunque aun están muchos giros comerciales o de actividad pública clausurados, la movilidad en Sinaloa está casi normalizada. Se han abierto las playas, restaurantes y comercios. Muy pronto se estarán reabriendo parques y lugares de recreo. Solo quedan dos grandes rubros cerrados: bares y cantinas, y toda la actividad escolar o extraescolar. Salvo estas dos actividades, el resto está casi normalizado.

Pero no se aprende. Se observa un repunte de los contagios y en lugar de reparar en la causa, se oficializa la reapertura: el viernes, el gobierno federal concedió a Sinaloa el semáforo naranja.

¿Así cómo?

Artículo publicado el 19 de julio de 2020 en la edición 912 del semanario Ríodoce.

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