La ‘Ley Seca’ con mercado negro

La ‘Ley Seca’ con mercado negro

Ya que hemos salido de la llamada “Ley Seca” que durante 35 días paró el comercio legal de bebidas alcohólicas en Sinaloa y que según reconoce el gobernador durante ese periodo no hubo una abstinencia porque el “mercado negro” surtió una parte de la demanda de los consumidores, podemos explorar tres argumentos en torno a este tema que ha provocado reacciones a favor y en contra:

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Primero, la decisión del Sistema Estatal de Salud de suspender la venta de bebidas alcohólicas como una forma de inhibir las fiestas y reuniones que se celebraron durante las semanas previas al 12 de abril, fue relativamente eficaz porque si bien hubo una reducción de las aglomeraciones, el consumo ocurrió en una franja de la sociedad. Esto, contrariamente a las opiniones con una alta dosis de exageración y dramatismo, como aquella de que la “Ley Seca”, había revelado otra pandemia oculta, el alcoholismo de los sinaloenses.

Segundo, menos general, y más una falla del gobierno estatal, es el mercado negro que se disparó a niveles de la demanda; quién quería comprar cerveza y licores, lo obtenía; bastaba buscar un contacto para que la llevaran hasta domicilio. La venta clandestina de bebidas embriagantes ha existido desde los tiempos del gobierno de Alfonso Genaro Calderón (1975-1980) cuando no se permitía la venta de cerveza en las comunidades rurales y en los centros urbanos se vendía la cerveza al tiempo con horarios precisos. Lo nuevo en esta ocasión es que los operativos para contrarrestar esa venta que iba contra el acuerdo del Sistema Estatal de Salud, prácticamente fueron inexistentes, lo que deja entrever que había tolerancia y hasta connivencia.

Tercero, hay indicios que, a diferencia del aguaje tradicional, -el de esa señora o señor de un barrio que vende cerveza a altas horas de la noche para hacerse de unos pesos- en esta ocasión la venta masiva estuvo en manos del crimen organizado y eso quedó a la vista cuando al menos en el norte del estado, grupos armados llegaban a las tiendas de ocasión y compraban grandes volúmenes de cerveza y se iban sin que se apareciera ninguna unidad del sistema de seguridad pública, incluso cuando dejaban en redes sociales videos donde hacían alarde de impunidad.

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Cuarto, esto quizá explica que el día 17 de mayo haya salido el gobernador a decir al paso a rumores de que al día siguiente se levantaría la “Ley Seca”, para declarar que esta se mantenía hasta nuevo aviso. Y en menos de 24 horas volvió a salir para decir que “siempre sí” que a partir del 19 de mayo se liberaría la venta de cerveza, vinos y licores e insólitamente, el gobernador llamaba a “portarse bien” so riesgo de que si no se acataba el llamado vendrían medidas más estrictas de control.

Cinco, seguramente no fue el clamor de segmento sediento el que llevó al gobernador a autocorregirse a restablecer la venta de cerveza, más bien fue la presión de los dueños de los establecimientos legales de venta de cerveza, si no es que desde el gobierno vieron que ese espacio que había quedado vacío lo estaban llenando los ilegales que a su paso dejaban su estética y estela de impunidad. Y eso activó la alarma de que si no se ponía un alto saldría peor el remedio que la enfermedad.

Sexto, luego del levantamiento de la “Ley Seca” se activaron voces en las redes sociales que criticaban con severidad la decisión gubernamental, la consideraban un error garrafal, incluso, Noroeste realizó una encuesta rápida y su clientela por mayoría se pronunció en contra del levantamiento, lo que chocó con las colas para adquirir cerveza que se estaban viendo en los centros urbanos del estado.

Finalmente, una reflexión: la “Ley Seca” de Sinaloa hay que decir que única en el mundo, pues en ningún otro lugar hubo una declaración oficial de este tipo y cualquier ciudadano confinado o semiconfinado, podía ir al super de la esquina o pedir telefónicamente estas bebidas a domicilio, lo que muestra cómo en la lógica de prueba y error ganó la desesperación y a los ciudadanos se le impuso una medida que atenta contra su libertad como esa que sufrimos en Mazatlán donde se puede transitar por cualquier lado a pie, en bicicleta o carro, pero de ninguna manera caminar por la banqueta que da al mar del malecón. Una soberana tontería de este tipo de gobernantes.

Columna publicada el 31 de mayo de 2020 en la edición 905 del semanario Ríodoce.

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