Cine: ‘El silencio del pantano’

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El afamado y exitoso escritor Q (Pedro Alonso) se encuentra en la redacción de su siguiente novela, que se ubica en Valencia, lugar en el que, también, vive. Sin embargo, llega el momento en el que los sucesos de esa historia se parecen mucho a lo que, en realidad, pasa en su ciudad. Ya sean parte un proceso creativo o de los hechos verdaderos que transmiten los medios de comunicación, Q se ve en la necesidad de aclarar su relación con la desaparición de un catedrático de la universidad (José Ángel Egido), de quien se cree que tiene mucho que ver con los acuerdos entre una narcotraficante (Carmina Barrios), una diputada (Maite Sandoval) y un asesino (Nacho Fresneda).

El silencio del pantano (España/2019), dirigida por Marc Vigil y disponible en Netflix, empieza muy bien. La escena entre un taxista y su viajero atrapa e ilustra adecuadamente hacia donde podría ir la trama. Desafortunadamente, el relato va de mayor a menor, de la superficie al subsuelo, cayendo poco a poco, y el interés en él se pierde irremediablemente: son muchos los minutos en lo que, prácticamente, no sucede nada atractivo, lo cual es más grave si se le añade que, las razones y los objetivos que mueven a los personajes, sobre todo al protagonista, son más confusos que claros.

El que la película, escrita por Sara Antuña y Carlos de Pando, basados en la novela de Juanjo Braulio, vacile con la ficción y la realidad, entre la novela que escribe Q y lo que pasa verdaderamente en la vida del protagonista, no es nada nuevo en el cine, aunque sí es un recurso que puede funcionar muy bien, si le plantea apropiadamente. En este caso la cinta acierta en dejar una duda al final, pero su estructura narrativa no favorece para sorprender y emocionar al espectador

En el caso de las actuaciones, si bien, Pedro Alonso no realiza una interpretación extraordinaria, es interesante que el actor se muestra de la misma manera durante todo el filme, lo que ayuda a generar esa incógnita que pretende el filme: lo que sucede, ¿es parte de la vida del personaje de la novela o del escritor? Como Falconetti, Nacho Fresneda es más congruente y creíble al encargarse de cobrar las cuentas, eliminar a todo el que estorbe y de nexo entre autoridades y delincuentes.

El caso de Carmina Barrios es por demás curioso, ya que en El silencio del pantano se percibe contenida y desaprovechada, contrario a sus anteriores trabajos. Ahora, su actuación está muy lejos de esa espontaneidad, gracia, simpatía y naturalidad de Carmina o revienta (2012) y Carmina y amén (2014), en las que fue dirigida por su hijo Paco León. La razón principal podría ser que, en aquellas, simplemente, era ella misma y en la que nos ocupa ahora intenta ser alguien más. Lo mejor sería no decirle qué hacer y solo dejar ser a la mamá de, la también actriz, María León.

En la ópera prima de Marc Vigil es mucho más atrayente esa analogía entre el pantano y la sociedad, en este caso la valenciana (pero aplica para cualquiera), lo podría ser útil para explicar cómo funciona la justicia y quién es quién en ella, en medio de la violencia, la corrupción y la impunidad. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 26 de abril de 2020 en la edición 900 del semanario Ríodoce.

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