De soledades y silencios

amlo-solitario

Dos hombres solitarios.

No podrían ser más opuestos, y al final más parecidos.

Dos hombres en los extremos. Uno mirando al horizonte del Pacífico. El otro a la inmensidad del lente de las cámaras.

Uno casi anónimo y el otro público.

Uno completamente callado, imposible saber lo que piensa, lo que recorre su cabeza. Muchas preocupaciones, seguramente.

Otro en plena arenga, soltando palabras que serán retomadas, analizadas, que significarán además acciones de poder. Aunque igual es imposible saber qué pasa por su cabeza. Muchas preocupaciones, quizás.

Dos hombres a quien solo esta columna los une. Dos fotografías captadas en sitios distintos, a personajes completamente opuestos, pero que aquí muestran similitudes.

Uno con toda la atención, de millones seguramente. Otro a quien una mujer con buen ojo capturó con su celular y nadie más vio.

Las fotos que aparecen en esta misma página son de distintos días. Una del 28 de marzo, muestra a un desolado vendedor de algodones de azúcar en la playa de Cerritos en Mazatlán, Sinaloa. Lo captó una amiga de la reportera de Ríodoce Nelda Ortega y se la compartió.

La otra es del 5 de abril, una semana después de la primera. La captó algún fotógrafo anónimo de Presidencia de la República y se envió a los medios de información.

 

Margen de error

(Los algodones de azúcar) La del 28 de marzo es una maravilla de encuadre y de interpretación en tiempos de pandemia. El hombre está sobre una roca, de frente al mar y dando la espalda al lente, solo mira las olas embravecidas. Si sostuviera una bandera, semejaría a esas fotos de guerra donde un hombre conquista un territorio. Pero su bandera es el palo con los algodones de azúcar. No ha vendido uno solo, azules y rosas aparecen intactos en el palo de exhibición.

Ese 28 de marzo aun no se anunciaba que se paralizaría por completo la actividad en las playas del país, en una semana santa que tradicionalmente abarrota los destinos turísticos. A esa hora no quedaría ningún algodón de azúcar, y muchos tendrían que conformarse en comprar uno azul cuando querían uno rosa.

Pero el hombre mira el mar. Muchos pagan por eso, rentan habitaciones con vista al mar, aspiran la brisa. Él solo observa. Si no hay compradores de algodones, al menos quedará el mar.

A finales de marzo todavía había fe. Los visitantes a la playa escaseaban, pero aún pensaban los vendedores ambulantes que conseguirían algo. Quince días después ni eso.

 

Mirilla

(Un hombre bajo la lupa) El otro hombre es un hombre siempre en la mira. Es el Presidente y difícilmente puede encontrar momentos en que no lo estén viendo. Nunca será fotografiado completamente distraído. Siempre que está es posible que alguien tome una foto, nunca sabrá cuál es la foto.

Ese 5 de abril es domingo, Andrés Manuel López Obrador aparece solitario en el patio de Palacio Nacional. Sigue el protocolo, canta el himno, lee el discurso como si hubiese público. No lo hay, solo televidentes.

El informe de López Obrador dura 50 minutos. Se cambian los encuadres en la transmisión, pero hay un solo personaje en cámara. En algún momento del discurso se tomó la foto de esta página. El presidente le habla a nadie, a la distancia aparecen los militares que interpretaron el himno nacional.

La foto se interpretó como la soledad del mandatario. Como el hombre que le habla a nadie. Un soliloquio. Los receptores del mensaje que tienen derecho de voz, dirán los días siguientes que no les dijo lo que querían escuchar.

 

Primera cita

(Dos hombres) Las imágenes nunca hablan por sí solas, siempre son el contexto.

 

Deatrasalante

(1902-1903)  En Mazatlán, Sinaloa, epicentro de la pandemia de peste bubónica a principios del siglo XX de la que otro día adelante tendremos que hablar, se regó el rumor la semana pasada del milagro de la multiplicación de peces. No cayeron del cielo en medio de un tornado, ni aparecieron de la nada. Es una lástima quitarle la emoción y explicar lo que circuló como un milagro en redes sociales y dio de qué hablar toda la mañana del 14 de abril –un día antes de la quincena, para aquellos que aún tiene la posibilidad de recibir un sueldo en tiempo y forma. A Playa Norte empezaron a llegar los mazatlecos con cubetas y bolsas para recuperar el pescado disponible. Los primeros pescadores arribaron al amanecer con las redes por desbordarse, y solo acercaron la captura y pusieron a disposición de quien llegara. Buen gesto, en tiempos aciagos (PUNTO)

Columna publicada el 19 de abril de 2020 en la edición 899 del semanario Ríodoce.

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