Igual que la semana pasada, el gobierno norteamericano lo anunció con bombo y platillo. Fue el último día de febrero de 2007. La DEA acababa de dar el “golpe mortal” a la organización de un “peligrosísimo” narcotraficante mexicano y sinaloense mediante una operación que llamó “Emperador Imperial”. El capo, Víctor Emilio Cázarez Salazar —que la DEA llamaba también Cázares Gastélum— era un perfecto desconocido en Sinaloa y solo sabían de él los círculos mafiosos y en su pueblo Natal, La Majada, Badiraguato.
Se había ido desde muy joven a los Estados Unidos, donde con el paso de los años adquirió también aquella nacionalidad. Esa vez se anunció el desmantelamiento de una red de narcotráfico que, se dijo, habría lavado unos 45 millones de dólares y distribuido casi 20 toneladas de drogas en todo el país. También la detención de 400 implicados… menos Víctor Emilio.
Nadie le dio seguimiento al caso en los Estados Unidos. Si así hubiera sido, la prensa hubiera informado que a la vuelta de unos meses, los 400 detenidos habían regresado a las calles y no precisamente a vender perros calientes. California, Arizona e Illinois —estados donde se llevó a cabo la operación— siguieron siendo las grandes bodegas de la droga que los sinaloenses hacen llegar a los Estados Unidos, para de allí distribuirla en los principales mercados de la Unión Americana. Y el “Emperador Imperial”, como la DEA lo llamó, o el Licenciado, o el Viejo, como le llaman acá, siguió trabajando, moviéndose en los Estados Unidos, en México y en Sinaloa, hasta que en marzo de 2012 fue atrapado en Jalisco.
Comento todo esto porque el miércoles pasado, el gobierno norteamericano anunció la operación “Proyecto Pitón”, con la cual se pretende desmantelar las redes de distribución de drogas del Cártel Jalisco Nueva Generación en los Estados Unidos. Igual que hace 13 años con el Viejo, la operación llevaba meses, se había decomisado droga y dinero y se había detenido a cientos de presuntos delincuentes. Pero no al Mencho.
Para los gringos, “El Proyecto Pitón es la acción más integral hasta la fecha en la campaña del Departamento de Justicia para alterar, desmantelar y finalmente destruir el Cártel Jalisco Nueva Generación”. De hecho las acciones de un día antes del anuncio, cuando fueron cateadas decenas de casas y detenidas alrededor de 250 personas, se les llamó “el golpe final”.
Como hace 13 años, al “Proyecto Pitón” nadie le dará seguimiento. Y entonces no sabremos ni cuál es el destino de los detenidos, ni cuántos fueron hombres y cuántas mujeres, cuántos mexicanos y cuántos norteamericanos… y cuántos de otras nacionalidades.
Lo que podría investigarse (ningún periodista estadounidense lo hará) es qué pasará en el futuro con los mercados afectados con las acciones de la DEA para golpear al Mencho. Porque la droga seguirá circulando sin duda y alguien tendrá que venderla, tal vez a mayor precio. Es posible que ahora lleguen los Zetas, o el Cártel de Sinaloa a reemplazar a las células del CJNG. O que sea el mismo Nemesio Oseguera el que controle o compita en los mismos estados donde recibió el golpe: Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Houston y Atlanta. Que también, hay que decirlo, son centros neurálgicos de las operaciones mafiosas del Cártel de Sinaloa.
El gobierno norteamericano tardó poco más de cinco años para “atrapar” a Víctor Emilio y al final le dio una sentencia de 15 años y una pena económica de 10 millones de dólares. Fue tan turbio todo el caso, que nunca se supo en qué cárcel mexicana estaba y lo extraditaron en marzo de 2016 sin que el Ministerio Público revelara su nombre.
En el caso del Mencho puede ocurrir lo mismo, que pasen cinco años para que lo atrapen o 10, ó 15, no lo sabemos. O tal vez no lo atrapen nunca –hay líderes del narco que nunca han pisado la cárcel. La única certeza aquí es que la guerra contra los cárteles de la droga ha sido un fracaso, que México es cada vez más violento por causa de las drogas, que en Estados Unidos cada vez muere más gente por consumo de drogas sobre todo sintéticas y que operaciones como la “Imperial” o la “Pitón”, o la que inventen mañana, solo servirán para que el gobierno norteamericano finja ante el mundo que detesta las drogas cuando, en realidad, no puede vivir sin ellas. Y que mientras haya quien compre, habrá quien venda. Así se inventó el mercado. Y nadie se salva de sus leyes.
Bola y cadena
LOS MISMOS NORTEAMERICANOS se han estado abriendo paso contra las devastadoras consecuencias de la prohibición, al despenalizar el consumo medicinal y lúdico de la mariguana en muchos de sus estados. Por algo se inicia. En cambio, en México, nuestro gobierno “transformador” de izquierda solo juega con el tema pero no se anima a dar el paso, a pesar, incluso, que ya lo había anunciado. ¿El presidente anda buscando “conservadores” para luchar contra ellos? Que se mire en un espejo.
Sentido contrario
SABÍAMOS QUE LLEGARÍA Y YA ESTÁ AQUÍ. El coronavirus se ha expandido por el mundo y antes de causar muertes de personas dio los primeros manotazos a la economía. Se cayó la Bolsa Mexicana de Valores, también el peso y los precios del petróleo; empieza a desplomarse el turismo y actividades que impliquen concentraciones masivas serán suspendidas. No hay que jugar con el tema. Y menos usarlo oportunistamente. Es muy serio y apenas empieza.
Humo negro
UN PROBLEMA COMO EL COVID-19 requiere medidas de excepción que solo puede garantizar un estado fuerte. Por eso China, donde inició el tema, está logrando reducirlo en poco tiempo. No creo que sea el caso de México. Y no porque tenga que haber aquí un estado autoritario. Pero si se trata de combatir con éxito el problema, todos debemos estar en el mismo canal.
Columna publicada el 15 de marzo de 2020 en la edición 894 del semanario Ríodoce.