El norte de Culiacán y la tormenta que se asoma

soldados aguacaliente

Vecinos “se organizan” para evitar que entren grupos armados a su zona

 

A un costado del Río Humaya un puente pequeño de concreto se cubre de polvo. Es la entrada a la comunidad de Aguacaliente de los Monzón, y desde ahí, se advierte cómo se va convirtiendo en una fortaleza.

El poblado pertenece a la sindicatura de Tepuche, en Culiacán, y tiene poco menos de 800 habitantes. La comunidad rural se encuentra al norte a poco más de 16 kilómetros de distancia de la capital sinaloense.

A la entrada, justo al cruzar el puente, una amplia cancha de futbol, una de voleibol y unas estructuras tipo asadores dan la bienvenida al sitio. Ahí, la gente suele reunirse y convivir durante las tardes ya pardeando el día.

Pero en las últimas semanas eso cambió. Lo explican los vecinos. El puente, de lado a lado, tiene dos pilares de concreto sólido cubiertos de una gruesa lámina de acero, y de extremo a extremo un cable acerado de alta tensión. La idea es detener por la fuerza a todo vehículo que intente cruzarlo.

En el margen derecho del río unas zanjas que se extienden varios metros hacen la suerte de barreras y más atrás unas trincheras de costales, tierra y piedras. Están listos y se presentaron como la Fuerza Comunitaria Rural, integrada por al menos siete comunidades de la zona.

Una joven mujer hace el recorrido. Dice su nombre completo, lo repite. Señala no tener miedo que se conozca su nombre porque lo que busca es que la autoridad los voltee a ver. Junto a ella, vecinos externan el temor de que su pueblo sea tomado por comandos y causen destrozos, y en el peor de los casos, se desencadene una ola de inseguridad por una disputa interna del Cartel de Sinaloa.

Insisten en no formar parte del conflicto. De vez en vez cruzan jóvenes a bordo de motocicletas y alzan la mano. Levantan un poco de polvo. Saludan. Se van. La mujer continúa con el recorrido, se detiene en cada punto a mostrar cada una de las trincheras apostadas, todas dirigidas a la entrada al pueblo y al margen izquierdo del río.

Salieron a la luz la mañana del martes 10 de marzo. Banderas blancas y azules con sus emblemas y la exigencia que ya es del dominio público: un destacamento militar. Junto a su comunidad vecinos de otros poblados como Palos Blancos, Tecolotes, la Mojonera, Caminaguato, San Rafael, la Boca, Tecorito, y la misma sindicatura de Tepuche, entre otros.

La mujer explica que el miedo es debido a lo sucedido la colonia Lomas de Rodriguera, con la que prácticamente hacen frontera al extremo norte de Culiacán. También hace alusión a lo sucedido en Paredones, donde presuntamente grupos armados ingresaron y quemaron viviendas.

Ese mismo día, por la tarde, un convoy de la Policía Estatal y de la Sedena desfiló por toda la zona. Las camionetas artilladas, los Tiger, y los elementos de seguridad de norte a sur y de oriente a poniente. Ahí, el secretario de seguridad Cristóbal Castañeda Camarillo dijo que los vecinos “no infirieron la presencia de delitos o hechos de alto impacto, sin embargo la petición es para prevenir que ello suceda”.

Durante su presencia en el sitio explicó que los operativos estarán a cargo de elementos de la Sedena, Marina, Guardia Nacional, Policía Estatal Preventiva y Policía Municipal e incluirán también a Paredones, San Rafael, Mojolo, Palos Blancos, Tecolotes, Barrio de San Juan, La Guásima y La Reforma.

Y ante el cuestionamiento de reporteros sobre el surgimiento de los grupos de autodefensa, el alcalde Jesús Estrada Ferreiro solicitó a los vecinos “paciencia”. Entrevistado en el Congreso del Estado, el primer edil explicó:

“Yo les sigo pidiendo que tengan un poquito de paciencia, vamos a resolver el problema oportunamente. No va a llegar a más lejos esto, yo creo que esta semana o en la que entra tenemos ya resultados de todo esto”.

Para el día miércoles la escena se repite. Esta vez el convoy es comandado por el director de la Policía Estatal, Joel Ernesto Soto. Junto a su grupo de seis patrullas, un convoy de la Sedena. La única novedad fueron dos vehículos con reporte de robo.

Para la mañana del jueves 12 decenas de vecinos marcharon sobre un tramo de la calzada Heroico Colegio Militar con rumbo al cuartel. Afuera de la Novena Zona Militar extendieron sus pancartas y otra vez la exigencia de su base o destacamento.

Y aunque les prometieron la instalación de cámaras de videovigilancia y rondines constantes, los manifestantes dieron a la autoridad un plazo de 72 horas para ver atendida su solicitud, de lo contrario señalaron que se “armarán” con palos, piedras, o lo que sea.

Al final de la reunión insistieron ante medios de comunicación que no quieren les suceda como a Paredones, sitio donde mediante una invitación se convocó a medios de comunicación a escuchar a los vecinos de dicho poblado sobre su situación.

La convocatoria sería en el centro del pueblo a las 9:30 de la mañana en las canchas de basquetbol. Sin embargo el sitio estaba desolado. Unos perros ladrando, balidos del ganado, las gallinas cacareando y nada más.

Algunos vecinos comentaron que nada ha sucedido. Únicamente algunos han ido dejando sus hogares para irse a Culiacán. De la violencia y grupos armados nadie quiso opinar. El abarrote incluso cerró sus puertas. Nadie quiso opinar.

Y mientras los rumores siguen, al norte de Culiacán se percibe una calma fuera de lo común.

Columna publicada el 15 de marzo de 2020 en la edición 894 del semanario Ríodoce.

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