Es mejor tomar las cosas con calma con respecto al gobierno de los Estados Unidos y el tema del narcotráfico en México. No van a enviar tropas a combatir a los cárteles de la droga pero nos van a seguir presionando para que nuestro país acepte su “caja de herramientas”. Así le llama Mauricio Claver-Carone, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de ese país al paquete de ofertas que ya le hizo el presidente Donald Trump a su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador. La caja incluye tropas, tecnología, armas, asesoría, capacitación… todo para desaparecer a los cárteles “de la faz de la tierra”, como lo dijo Trump en un tuit luego del asesinato de los LeBarón en Sonora.
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Tampoco es para asustarse, nada harán que el gobierno no consienta. Lo que han hecho hasta ahora —investigar y participar directamente en los operativos para atrapar cabecillas del narcotráfico, por ejemplo— ha sido con la anuencia de las autoridades mexicanas.
Hay que poner oído a las voces, de allá y de acá, que sugieren medidas radicales contra los cárteles de la droga y en las definiciones que de pronto se deslizan, como “terrorismo”, para justificar medidas de excepción. El terror siempre estuvo ligado al uso de la violencia con fines ideológicos, políticos y religiosos. Se acuñó el término “narcoterrorismo” en los años ochentas a partir de la violencia extrema de Pablo Escobar Gaviria y luego de la alianza que los cárteles colombianos hicieron con las guerrillas de su país.
El tipo de violencia a la que han acudido los cárteles mexicanos en las últimas semanas —aunque ya se había presentado en 2005 con los Zetas en Tamaulipas y más recientemente en Jalisco con el CJNG— tiene elementos de terror pero el trasfondo es muy distinto. Y el gobierno mexicano tiene la capacidad para combatirla. El problema es que encuentre la forma. Y vale más que la encuentre porque no hemos tocado fondo. Véase la experiencia de Colombia.
Sobre la ayuda ofrecida por los Estados Unidos, México tendrá que sentarse a una mesa de negociación. Lo dijo el propio Claver-Carone en una entrevista que le dio a El Universal: nosotros la ofrecemos y que sea el presidente Andrés Manuel López Obrador quien la maneje. Es decir, que tome lo que quiera.
Y lo hará, eso no hay que dudarlo. Sigue vigente la Iniciativa Mérida, acordada por los gobiernos de Felipe Calderón y George W. Bush en 2008 y se ha modificado pero allí está. Y el gobierno mexicano no la cancelará, como se manejó en mayo pasado. Menos ahora. Pueden rediscutirse los términos. De lo que podemos estar seguros es que México no podrá aislarse en este tema porque estamos hablando de un problema global. Y porque Estados Unidos lo está invitando a la mesa pero tiene otros recursos para obligarlo a sentarse. Ya hizo que México modificara su política migratoria con aquella amenaza de los aranceles. Por aquellos días los gringos advirtieron que el otro tema que les interesaba era el narcotráfico, que México debía presentar resultados en el combate a los cárteles de la droga.
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El presidente podrá seguir manejando su discurso de “abrazos, no balazos”, pero no tiene opciones, debe combatir con la inteligencia y las armas a los cárteles, ahora sí, con estrategia, con ayuda externa, no dándole palos al avispero pero apoderándose del panal. La miel aquí, es la paz y la seguridad de los mexicanos. Llevará tiempo, pero una combinación de programas sociales con el combate ahora y aquí a los cárteles de la droga, es la única garantía de conseguirlas en el mediano y largo plazo.
Bola y cadena
EN UNA COLUMNA RECIENTE para el portal de noticias Sin embargo, Dolia Esteves habla sobre Los Extraditables, un tema que tuvo su auge en Colombia en los ochentas por la resistencia de los narcos de ese país a ser enviados a los Estados Unidos y que desató una violencia brutal. Muy pertinente su observación. Los Chapitos parecen haber reaccionado como lo hicieron por la certeza de que si se llevaban a Ovidio no lo volverían a ver.
Sentido contrario
HACE MUCHOS AÑOS UN CONSUL DE los Estados Unidos me visitó en las oficinas de Ríodoce. Fue una visita de cortesía. Se puso a la orden para cualquier cosa que se nos ofreciera en su país. Le dije, como calándolo, que queríamos ir a Carolina del Norte para hacer un reportaje sobre las extensiones de mariguana que allí se cultivaban.
Sonrió y me dijo, como de broma y en serio, que encontraríamos mucha. Ahora la mariguana ya no es problema para los Estados Unidos, pues su consumo está legalizado en más de 20 estados y se produce hasta para fines industriales.
Ahora el problema son los opioides, sobre todo el Fentanilo. Más de 100 mil de norteamericanos mueren cada año a causa de estas drogas. Y vienen a México y a Sinaloa a “supervisar” la destrucción de narcolaboratorios porque dicen que la raíz de su problema está aquí. Lo que no dicen es que estos laboratorios también existen en su país. Y muchos. Y que los insumos, principalmente la metanfetamina, llega de los países asiáticos. Y, lo que es peor, a través de empresas legales.
Humo negro
PARECE QUE FUE LA OPERACIÓN del senador Rubén Rocha Moya la que evitó de última hora que le dieran machetazo a la diputada Graciela Domínguez como coordinadora del grupo parlamentario de Morena en el congreso estatal. En todo caso la advertencia está allí. No es un grupo compacto y los factores externos siempre inciden. El gobierno estatal ha estado haciendo su trabajo y no lo ha hecho mal. Si a éste se agregan los intereses cruzados para el 2021, el coctel puede ser explosivo.
Columna publicada el 10 de noviembre de 2019 en la edición 876 del semanario Ríodoce.
