Cine: ‘Día de muertos’

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Por más que se intente, no se puede evitar pensar en Coco (2017) al ver Día de muertos (México/2019), porque, mínimamente, comparten la idea de conmemorar un día a los difuntos y nunca olvidarlos. La producción de Pixar enfatiza en recordar a quienes ya murieron para que no desaparezcan, incluso, en el más allá; la de este año, dirigida por Carlos Gutiérrez Medrano, invita a construir altares cada 2 de noviembre, para que las almas regresen a visitar a su familia.

Los habitantes del pueblo de Santa Clara logran escabullírsele a la muerte mediante un potente hechizo, con la intención de no morir nunca. Finalmente, la “flaca” da con su paradero y comienza a llevarse a quienes les toca, pero al ver la reacción de los familiares al perder a uno de los suyos, se conmueve tanto, que permite la posibilidad de que las almas regresen por un día a saludar a quien les dedique un altar. Extrañamente, Salma (Fernanda Castillo) no puede hacer que sus padres vuelvan, a pesar de que lo intenta cada año, con la ayuda de sus primos Jorge (Alán Estrada) y Pedro (Memo Aponte), así su abuela Sara (Susana Ballesteros) no esté de acuerdo y las consecuencias de lograrlo, sean muy graves.

Más allá de las similitudes con la mundialmente exitosa Coco, la producida en la compañía Metacube, de Guadalajara, tuvo que enfrentar una batalla legal, que al final ganó, para registrar los derechos de usar la frase “Día de muertos” y retrasar su estreno dos años, consciente de que no podía competir con el monstruo estadounidense dirigido por Lee Unkrich y Adrián Molina, aunque le haya llevado varios años la producción, porque no fue después de la de Pixar, en todo caso, se hicieron a la par.

Día de muertos, que no es una copia de Coco, como se pudiera pensar, y sobresale por la calidad de su minuciosa y detallada animación, pero no por su historia, que, si bien, posee los elementos característicos de una de las festividades más representativas de México, carece de emotividad, lo cual le sobra a su oponente.

Es curioso que los dos filmes recurran, indirectamente, a figuras de la época dorada del cine mexicano para caracterizar a sus personajes y coincidan en Pedro Infante, a quien ahora lo acompaña Sara García y su eterno rival Jorge Negrete —vestuario, caballos, coplas al estilo de Dos tipos de cuidado (1952) y peleas de cantinas incluidos.

En la película escrita por Pancho Rodríguez, Juan Medina y Eduardo Ancor, supervisados por Rafael Serrano, en base a la idea de Gutiérrez Medrano, llama la atención que un personaje transcendental muere y el hecho se toma como nada, hasta pareciera que les da gusto; es inverosímil la repentina y espontánea habilidad de Salma para los hechizos, al igual que la razón del origen de la festividad del Día de muertos; y es poco serio no precisar el surgimiento y sugerir uno muy lejano al real u oficial.

Otra desventaja del filme es que, en su intención de ilustrar la historia, algunas frases y palabras se perciben incluidas a la fuerza en los diálogos y no como una manera natural de expresarse de los personajes. Entre muchas otras, están: “Como chivo en cristalería”, “ya me piqué”, “el muerto al pozo…”, “los caballeros no tenemos memoria”, “brazos de pozolera”, “panza chelera”, “este baile es de parejas y la mía ya bailó las calmadas” y “colorín colorado, este cuento se ha terminado”. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 10 de noviembre de 2019 en la edición 876 del semanario Ríodoce.

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