Cine: ‘Mamá se fue de viaje’

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La crisis creativa de algunos realizadores mexicanos no solo los lleva presentar cintas de mala calidad, también hace que importen historias de otros países y las metan a la fuerza en un contexto para el cual no fueron pensadas. Es el caso de Mamá se fue de viaje (México/2019), escrita y dirigida por Fernando Sariñana, basado en la película argentina con el mismo nombre, realizada por Ariel Winograd en 2017, con guion de Mariano Vera.

Más que la importación de historias, que siempre se ha hecho, el problema más grave es que lo hacen fielmente, sin modificar, prácticamente, nada y el resultado, aun así, es pésimo. Si ya existe una versión de la que, de seguro, hay aspectos a mejorar, el segundo intento debe buscar conseguirlo, para superar al primero y no quedar en lo mismo, pero es más fácil copiar, porque el objetivo está en conquistar la taquilla y no en lograr un resultado, mínimamente, decente.

Cansada de encargarse de los quehaceres de la casa y de la crianza de los hijos, Cassandra (Andrea Legarreta) decide irse por 10 días a Tulum, cuando su esposo Gabriel (Martín Altomaro) le dice que sus labores en la casa son fáciles y él las haría sin ningún problema. Desde el primer día, la empleada doméstica (Nora Velázquez) que trabaja para la familia y en quien Gabriel se apoyaría durante la ausencia de su esposa, se accidenta y lo deja solo con sus cuatro hijos. El desperado papá no atina en cómo llegar en coche a las escuelas de los niños, aconsejarlos, llevarlos a las actividades extra clases, hacerles comida, ni en limpiar y lavar la ropa, por lo que contrata a otra persona para que le ayude, sin saber que se trata de su compañera de trabajo con quien tiene una deuda pendiente.

Mientras la versión argentina posee chispazos divertidos, el personaje del papá a cargo Diego Peretti acierta en mostrar desespero y frustración creíbles por su incapacidad para ocupar el lugar de su esposa, la mexicana no lograr ni siquiera igualar a su antecesora: se queda corta en su intención de hacer reír. En la cinta de hace dos años, el más chico de los hijos, interpretado por Lorenzo Winograd era muy ocurrente y gracioso, pero en la del 2019 se prefirió que este niño no hablara o no se le entendiera lo que dijera, lo cual resta una de las posibilidades para entretener.

En las dos películas, las actuaciones no son el fuerte, aunque, sin duda, son destacan más las argentinas. En el caso de las mexicanas, Martín Altomaro luce como en todas sus participaciones: desesperado, alterado y hablando a gritos; Andrea Legarreta como conductora es más asertiva; Mayrín Villanueva cree que por decir “malas” palabras ya cumplió; y Jorge Poza no puede estar más sobreactuado. Solo Nora Velázquez consigue sobresalir un poco, pero su presencia en pantalla es casi nula.

Parecía que los papás sí habían conseguido hacer las actividades solos, después de tanto batallar, pero al final se aclara que no fue así, por lo que los dos filmes coinciden e insisten en reafirmar los estereotipos de que los hombres no pueden ocuparse del mantenimiento de la casa ni de la crianza de los hijos; que las mujeres son las únicas posibilitadas para eso y que ellos solo aportan dinero, como si se tratara de aspectos biológicos. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 6 de octubre de 2019 en la edición 871 del semanario Ríodoce.

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