El viraje de los gobernadores

gobernadores del pri

El PRI es viejo y es diablo. Quizás en su caso sea al revés el dicho: sabe más por diablo que por viejo. Sabe mantener el poder, sabe esperar los tiempos y supo retornar al mandato. Veinte años después de que lo declararan muerto, en la derrota del 2000, sigue vivo. El PRI superó todas las metáforas habidas y por haber: el dinosaurio que sigue allí, el ave fénix que resurge de las cenizas. Es camaleón, es tigre, se reinventa, se renueva, envejece, rejuvenece.

Lea: Juego de tronos https://bit.ly/30RN6Jg

Por eso y más, la reunión de gobernadores del PRI en Toluca, Estado de México, podrá ser muchas cosas, pero lo menos que hay en ella es ingenuidad. Once de doce mandatarios estatales en una misma mesa, de ninguna manera fue para tomar el té o componer el mundo. Lo único que le faltó al club de Toby fue el toque femenino, la única mujer gobernadora del PRI Claudia Pavlovich no asistió.

La reunión cumplió su cometido principal: Mandar un mensaje político al Presidente López Obrador, una cohesión de poder priista que reclama su parte en la nueva realidad de México. Hay otros mensajes más, aunque secundarios, como el de asumirse como la oposición real o recuperar espacios en un escenario nacional donde AMLO resulta omnipresente.

Ese mismo martes 28 de mayo en que Alfredo del Mazo, el gobernador del Estado de México, publicó la foto donde están los once gobernadores priistas sonrientes, frontales y austeros, ese mismo día se anunciaba el congelamiento de cuentas de Emilio Lozoya, director de Pemex con Enrique Peña. Horas más tarde se decía que la Fiscalía General tenía órdenes de aprehensión contra el joven Lozoya y contra el empresario Alonso Ancira, dueño de Altos Hornos de México, la principal siderúrgica del país.

El mensaje de los gobernadores priistas resultó un pequeño corto circuito ante la bomba que les lanzó AMLO. Va directo al corazón de Enrique Peña, y por tanto del mismo PRI.

Aun así, los gobernadores del PRI armaron una estrategia simple que se empezó a notar de inmediato. No más condescendencia con López Obrador. No más declaraciones políticamente correctas. Ya no aquello de “yéndole bien al Presidente le va bien a México”. Pintan su raya y deciden primero cambiar el discurso, muestran así un viraje claro en relación a los primeros meses del gobierno federal. Si antes lo recibieron austeros y lo acompañaron en las camionetas sin ofrecerle helicópteros, ahora estarán revisando la política federal en salud, educación y seguridad. Quizás en ese exceso de obviedad es donde se delataron los gobernadores priistas.

Habían cuidado todos los detalles que tanto gustan a los priistas. Secrecía en la reunión, aparentar que se trataba de “los temas nacionales de gran relevancia”, y contundencia en el mensaje sin fugas, con apenas tres renglones directos del gobernador del Mazo. Solo que apropiarse de la agenda que sigue sosteniendo López Obrador hace falta más.

 

Margen de error

(Chico maravilla) Los muchos chicos maravilla de la política en México resultaron los fraudes más tremendos. Otro de la lista es Emilio Lozoya. Estudiante de dos carreras simultaneas, derecho en la UNAM y economía en el ITAM. Maestría en Harvard. Hijo de un Secretario de Energía y nieto de un gobernador de Chihuahua. Con menos de 40 años llegó a la dirección general de PEMEX. Lo que a muchos les cuesta una vida entera, al joven maravilla apenas una década.

Todo muy bien, salvo que en las investigaciones mundiales por el caso Odebrecht el nombre de Emilio Lozoya afloró.

Quinto Elemento Lab presentó en agosto de 2017 una pieza periodística de Alejandra Xanic e Ignacio Rodríguez Reynal, donde Lozoya quedaba al desnudo. Los testimonios en Brasil, donde la empresa que corrompió a medio continente tenía su sede, hundían al director de Pemex: había recibido sobornos de altos funcionarios de Odebrecht y las cuentas en paraísos fiscales eran la segunda prueba.

Emilio Lozoya era la cereza en el pastel del retorno del PRI y del mandato de Enrique Peña. Para ese momento de Odebrecht ya había pasado el episodio de la Casa Blanca del matrimonio Peña-Rivera, y los excesos de cuanto gobernador joven había llegado al poder en los últimos años, desde Duarte hasta Borge.

A Lozoya se le protegió desde el poder hasta donde fue posible. La derrota del PRI fue también su derrota.

Ahora falta ver hasta dónde llegará. Si avanza la investigación contra Lozoya, Peña no estará tranquilo ya.

 

Mirilla

(Sobornos) Y si de sobornos se trata, el caso de los diputados locales que recibieron paquetes de billetes en medio de la discusión del presupuesto 2019 es un tema pendiente aún.

Mientras todos los actores se deslindan, nadie quisiera que se abriera la cloaca de lo que muchos saben desde hace mucho, pero nadie quiere siquiera mencionar.

 

Primera cita

(Silencio) Luego de la sentencia a Vicente Zambada, acusado a 15 años de prisión por introducir drogas a los Estados Unidos, seguirá el silencio. El hombre, alguna vez cabeza principal de la Organización Sinaloa, tiene un pie en la calle como se adelantó desde hace meses.

El discurso del juez al sentenciarlo no es más que parte de la política de los estadounidenses cuando se trata de culpables en el negocio de las drogas. Los malos siempre están del otro lado de sus fronteras (PUNTO)

Columna publicada el 2 de junio de 2019 en la edición 853 del semanario Ríodoce.

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