A ‘8 columnas’, la obra de teatro que llega a Culiacán para remover conciencias

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El multipremiado montaje A 8 columnas, dirigido por Fernando Bonilla, llega a Culiacán al festival de primavera de la Sociedad Artística Sinaloense (SAS). Se estrenó en Ciudad de México en agosto del año pasado, y cuenta con más de cuarenta funciones. Ha recibido los premios a mejor obra y mejor actor (José Carriedo) de la agrupación de periodistas teatrales.

Tras su segunda noche de función en la ciudad de Culiacán, la actriz Sophie Alexander Katz, dedico la función a Ríodoce, y su trabajo periodístico con las siguientes palabras: “Nos encontramos a dos años de cometido el asesinato de Javier Valdez. Cada vez que se asesina a un periodista debe quedarnos claro que, en realidad, a quien se afecta directamente es a la ciudadanía. Es a nosotras, nosotros, receptores de la noticia, a quienes se nos corta un brazo, se nos arranca un ojo, se nos mutila la conciencia. Se nos priva de un derecho con el que contamos: el derecho a la información, a saber y a acceder a la verdad. El mejor periodismo, como el que genera Ríodoce, está hecho para alimentar nuestro juicio, nuestros derechos y libertades. Por esto es que, el silenciar a nuestros periodistas deberá ser razón suficiente para que el pueblo entero nos levantemos en un grito unísono reclamando lo que por derecho nos corresponde: una vida dotada de ríos de información que despierta diariamente nuestra conciencia y nutre nuestro espíritu”. Y sonaron de nuevo los aplausos.

Escrita por Salvador Novo tras su salida de Excélsior en 1954 y estrenada dos años después, en 1956, A 8 columnas está basada en su experiencia en uno de los dos grandes periódicos de México. Y en particular en su relación con el entonces director del periódico Rodrigo de Llano. En la obra, Novo denuncia las prácticas más bajas dentro del mundo del periodismo, de las cuales fue testigo en su carrera como periodista de corridas taurinas.

En un formato completo de periódico (también conocido como periódico de hoja ancha), caben 8 columnas. En el oficio del periodismo, esta medida se refiere al máximo que puede contener una hoja para sus distintas configuraciones de diagramación, diseño y composición. Cuando una noticia es de gran relevancia o muy importante, ocupa toda la plana, las ocho columnas que contiene este viejo formato impreso, cada vez más en desuso.

A 8 columnas no es solo un thriller de intriga sobre las aguas más profundas que mueven los intereses que convergen en el “cuarto poder”, que es la prensa, o una historia de amor y corrupción; es un retrato de la naturaleza humana donde hombres y mujeres actúan de acuerdo a sus sistemas de creencias y valores, es una muestra de cómo éstos se ven viciados por objetivos más grandes que ellos mismos y no tanto por sus intereses subyacentes, los personajes se muestran confrontados contra sí mismos, siendo sus únicas armas lo que sostienen, creen y defienden.

Así, la obra retoma un tema de mucha importancia en la actualidad, tanto en México como el mundo, que son las maneras de hacer periodismo que surgen a partir de las distintas configuraciones de los esquemas sociales y políticos, generando un drama sobre corrupción e intriga, con evidentes resonancias en cuestiones de género, donde las relaciones entre los personajes se ven mediadas por la ambición, el poder, y la naturaleza de hombres y mujeres aflora como condicionada por el medio.

Aunque escrita como un texto contemporáneo, y ubicada a mediados de la década de los 50, este montaje en particular, explica el director y actor Fernando Bonilla, fue producido a través de Próspero Teatro por Jerónimo Best, ubicado un poco más atrás, en época del Alemanismo, lo que genera un contraste con la época actual y evidencia el uso o desuso de ciertas prácticas políticas, y sociales, tanto dentro como fuera de la prensa.

Para esto, además de una puesta en escena con elementos de cotidianeidad propios de aquella época, como teléfonos, máquinas de escribir, sombreros y cigarrillos, se utilizaron técnicas interpretativas en desuso, trabajando a los personajes desde el estereotipo, asemejando a los grandes actores de la época del cine de oro, lo que contribuye a generar una estética propia, que a su vez, completa lo que en palabras del director Fernando Bonilla, fue el mayor reto de la adaptación: “lograr entonar” con la época.

Más allá del ejercicio creativo y estético del montaje, del vestuario y de la caracterización de los personajes, en los que participaron los actores Luis Miguel Lombana, Jose Carriedo, Sophie Alexender-Katz, Adrián Vazquez, Fernando Bonilla también como director, y Alondra Hidalgo, esta obra busca generar un diálogo histórico entre tiempos previos al plan de desarrollo estabilizador y la contemporaneidad en México, poniendo en perspectiva el desarrollo ético del periodismo, que aunque no esté presente explícitamente en la obra, genera paralelismos interesantes entre muchas costumbres que consideramos obsoletas pero siguen vigentes, tanto en el ejercicio del periodismo, como del poder. “El periodismo se está reconfigurando junto con las nuevas figuras políticas”, expone Fernando Bonilla, en cuanto a la importancia de “revivir” este texto, rara vez montado.

Artículo publicado el 2 de junio de 2019 en la edición 853 del semanario Ríodoce.

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