Regresa Johnny English a la pantalla grande

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Con Johnny English 3.0 (Johnny English Strikes Again/Reino Unido/2018), dirigida por David Kerr, el peculiar super agente secreto está de vuelta en su tercera entrega, luego de que apareciera por primera vez en 2003 y regresara en una segunda película en 2011. De nuevo, el estilo característico de Roman Atkinson, que explotó en su personaje de Mr. Bean, está presente, aunque no con la misma intensidad.

Un experto de la informática revela la identidad de todos los agentes secretos, por lo que es necesario dar con quien lo hizo. La única posibilidad para que eso sea de manera discreta es recurrir a los espías retirados y, entre ellos, el que tiene la disponibilidad es Johnny English (Atkinson), que ahora es profesor en una escuela primaria.

De inmediato, el super agente reúne todo lo necesario para hacer su labor, que contrasta mucho con lo que sus colegas acostumbran para resolver sus casos. En ese sentido, English también se acompaña de su amigo y asistente Bough (Ben Miller), quien siempre tiene una respuesta, cuando su jefe se la solicita.

La tarea no es sencilla para English: la primer ministra (Emma Thompson) no cree en su capacidad y una guapa chica (Olga Kurylenko) se entromete en su trabajo, pero el agente no se da por vencido, mucho menos cuando identifica al responsable del ciber ataque. Ahora solo falta que se lo crean.

El aspecto más interesante de la película es que Johnny English no está de acuerdo en recurrir a ciertos recursos tecnológicos, a pesar de que parecieran sumamente necesarios para su labor como espía: el coche que elige para trasladarse, aunque atractivo, es un modelo viejo; no necesita del GPS para ubicarse, ni del celular para hacer contacto más rápido; ni tampoco es afecto a usar las armas. En lugar de eso, el peculiar agente secreto apela a la imaginación para lograr sus objetivos. Si bien, no siempre le resulta, ahí está su asistente como contrapeso, para que ceda un poco de vez en cuando.

El aspecto anterior, además de divertido, es importante porque ofrece la posibilidad de una lectura distinta, sobre todo para las generaciones más jóvenes, que no tuvieron la oportunidad de experimentar que en ocasiones vale más la creatividad, y que el mundo virtual no es lo único ni lo más efectivo.

Uno de los momentos más divertidos de la película es cuando Johnny English se pone unos lentes de realidad virtual que le ayudarán a conocer la casa a la que pretende entrar para atrapar al supuesto responsable de los ataques tecnológicos: con una precisión y agilidad impresionante, el recorrido le resulta de lo más sencillo al super espía, aunque para los demás termina siendo todo lo contrario.

El filme es entretenido, pero no lo suficiente, sobre todo porque Roman Atkinson es un actor que puede dar mucho más. Ya lo demostró en su serie de televisión, en la que no necesitó ni hablar para provocar las carcajadas más fuertes. En esta ocasión, solo sus fanáticos más fieles lo defenderán.

Johnny English 3.0 resulta una película con un guion demasiado sencillo, complaciente y predecible, con pocos momentos graciosos, pero con la agradable presencia de Emma Thompson. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 7 de octubre de 2018 en la edición 819 del semanario Ríodoce.

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