Una luz de esperanza tienen ‘Rastreadoras’, ante el desaire del gobernador

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“¿Dónde están?”, preguntan los activistas el Día Internacional de las Víctimas de la Desaparición Forzada, y desde el Monumento a la Familia, se escucha el clamor de madres y hermanos. “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

El jueves 30 de agosto, las madres que buscan a sus hijos desaparecidos a la fuerza y/o asesinados, podían suscribir el lema “¡A ti qué te importa!”, para combatir la indiferencia económica, política y social de los gobernantes.

Agobiadas por la desaparición forzada de sus hijos, y por la carencia de recursos económicos para mantener con vida su búsqueda, las madres con hijos desaparecidos se reunirán con el gobernador Quirino Ordaz Coppel.

Miriam Báez Murillo y Lucía Espinoza Lizárraga, ambas activistas del Colectivo “Una Luz de Esperanza”, exigen que el Servicio Médico Forense en Mazatlán se ponga en funcionamiento con mejor equipo, porque está en malas condiciones.

“Exigimos que entre en funcionamiento aquí en Mazatlán el Semefo, como debe de ser, porque el que está ahorita está en malas condiciones y no nos ofrece a nosotros como madres de desaparecidos, la certeza para poder recuperar a nuestros desaparecidos”, argumentan las activistas.

Sostiene Báez Murillo que a excepción del apoyo de seguridad que les otorga la Fiscalía del Gobierno del Estado, no cuentan con otro apoyo, porque los padres con hijos desaparecidos sostienen su lucha con sus magros recursos económicos.

“Es urgente que entre el Semefo a funcionar, pues nosotros como colectivo no tenemos ningún apoyo, nada más el que nos brinda la Fiscalía en cuestión de seguridad, pero hasta ahí”, dijo.

A ti qué te importa

El lema antes mencionado lo habría adoptado la organización de la defensa de los derechos humanos, Amnistía Internacional, en 1993, para combatir la indiferencia hacía las víctimas de la desaparición forzada y asesinadas.

Estaba fresco el desaire que el Día del Abuelo, el gobernador Quirino Ordaz Coppel había hecho a una rastreadora, durante dicho evento celebrado en Culiacán, pero esa indiferencia no las sumió en la depresión ni en la desesperanza, sino que expresaron su dolor y tristeza hacia los oídos sordos.

Miriam Báez Murillo, activista del Colectivo de rastreadoras “Una Luz de Esperanza”, comenta: “En lo personal, no como colectivo, me da tristeza que en un problema (privación ilegal de la libertad de las personas) que va a la alza, no tenemos el compromiso y el respaldo al cien”.

Báez Murillo recuerda el día que votó por el entonces aspirante a la gubernatura y que hoy despacha desde Palacio de Gobierno.

“Así como en su momento nosotros le dimos su voto, el voto, porque yo fui una de las personas que voté, que creí en él y la verdad no nos ha respondido como nosotros pensamos que nos iba a responder”, lamenta.

Pese al desaire, a las 9:00 horas, las madres que integran el Colectivo “Una luz de Esperanza”, decidieron manifestarse en el Monumento a la Familia, ubicado en la avenida del Mar, casi esquina con las avenidas Camarón Sábalo y Rafael Buelna, en Mazatlán.

En torno al Monumento a la Familia, del pintor y artista plástico mazatleco Antonio López Sáenz, los manifestantes con diversas fotografías de las víctimas de la violencia y la impunidad, expresaron sus sentimientos.

“Nadie muere cuando desaparece, sino cuando se olvida”, “Siempre te buscaré”, y “Los desaparecidos nunca se olvidan”, expresaban las consignas.

Lucía Espinoza Lizárraga, impotente ante la indiferencia de los gobernantes en turno y los que desde el eslogan de “… la esperanza de México” proponen la cultura del perdón a ultranza, pide empatía a los políticos con poder.

“Imagínese cómo nos sentimos, ellos así lo ven porque ellos no tienen ningún familiar desaparecido, no están viviendo lo que nosotros estamos viviendo, nos pueden decir nos imaginamos como se sienten, pero que se pongan en nuestros zapatos”, enfatiza.

“Si a mí me preguntan —reflexiona— qué siento por la desaparición de mi hijo, de tantas cosas que siento yo no te lo puedo explicar, porque es un dolor inexplicable, una ausencia inexplicable”.

Espinoza Lizárraga exige que haya justicia: “porque en la casa de nosotros, ahí está una silla vacía, ahí están los cuartos, igual como ellos los dejaron, entonces cómo cree que mi alma va a decir: perdono….y mi hijo dónde está”.

Lucía Espinoza Lizárraga busca a su hijo Daniel Aguirre Espinoza, de 24 años, quien no ha parado de buscarlo en montes, colinas y terrenos baldíos aledaños, “porque una madre nunca se cansa de buscar a su hijo”.

“Él desapareció el 20 de mayo de 2016 de un domicilio de aquí de Mazatlán, yo no quiero culpables, ni quiero saber quién lo hizo, quiero los restos de mi hijo, yo no quiero que quede en una fosa clandestina, sino darle cristiana sepultura y tener dónde llevarle una ofrenda”, dijo Espinoza Lizárraga.

Por su parte, Miriam Báez Murillo buscaba a su hijo José Manuel Herrera Báez, desaparecido el 27 de mayo de 2017; lo encontró hace tres meses, gracias a las pruebas de genética que le practicaron a ella para identificarlo.

“Gracias al banco de datos que existe, mi hijo fue recuperado por medio de genética, por medio de las pruebas de ADN, fue de la manera que yo lo pude localizar”, recordó.

Báez Murillo no se retiró del colectivo, sino que se consagró a ayudar a otras madres que buscan a sus hijos, y sin proponérselo asumió el otro lema de Amnistía Internacional: “es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad”.

Artículo publicado el 2 de septiembre de 2018 en la edición 814 del semanario Ríodoce.

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