Ortega no tiene salida, no hay marcha atrás: Dora María Tellez

Dora

“Este es un régimen terminado, estamos en el proceso de su certificado de defunción”, afirma la ex guerrillera sandinista.

Dora María Tellez fue la única mujer en el comando que asaltó el Palacio Nacional en agosto de 1978, una operación con la que el Frente Sandinista de Liberación Nacional logró la liberación de decenas de sus presos y que es considerada el principio del fin de la dictadura de Anastasio Somoza. Desde hace años, es una gran crítica del presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, e integrante del Movimiento Renovador Sandinista. El oficialismo la acaba de tachar de terrorista junto a algunos de los estudiantes detenidos durante las protestas que se generalizaron cuando los nicaragüenses se dieron cuenta de que el gobierno estaba dispuesto a reprimir manifestaciones pacíficas a sangre y fuego.

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– ¿Le preocupa que la consideren terrorista?

-Ya lo hicieron en los 70 por haber participado en el asalto al Palacio Nacional. Fui condenada en tribunales militares en ausencia y me retiraron la visa de Estados Unidos. Ahora con más de 60 años tengo poco que perder aunque uno siempre se preocupa.

-Nicaragua vive su peor crisis en décadas. ¿Fracasó la revolución por la que usted luchó?

-No. La Revolución no es una entidad, terminó en 1990, aquí estamos hablando de las responsabilidades de un grupo de personas que quedaron al frente del Frente Sandinista (la pareja Daniel Ortega y Rosario Murillo). La revolución tuvo un déficit fundamental porque no hizo una reforma al sistema político. Sí hubo reforma social, económica, militar y de seguridad, pero se calcó del modelo político existente que fue reformado en 1995 pero revertido en 1998 por Daniel Ortega y Arnoldo Alemán (expresidente que estuvo en la cárcel por corrupción) en lo que se llamó “el pacto”. La revolución no tiene la culpa de lo que ha hecho la familia Ortega-Murillo, que llevaron Nicaragua a un régimen autoritario que ha desembocado en esta dictadura sangrienta.

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– Después de tres meses y medio de protestas, denuncias de mayor represión, el diálogo estancado. ¿Cómo destrabar la crisis?

-Estamos en un momento de definiciones. Lo más urgente es parar la represión. Ortega ha tratado esta rebelión cívica como si fuera una guerra en donde conquista posiciones militares y eso ha provocado una gran masacre y miles de heridos, cientos de presos, pero eso no ha resuelto ningún problema. No ha sido capaz de someter a todo el pueblo. Y la Organización de Estados Americanos acaba de aprobar una comisión especial para tratar de coadyuvar en la búsqueda de una solución.

-Pero para que funcione parece claro que debería reactivarse el diálogo y aunque Ortega dice estar a favor, a la vez arremete contra los mediadores, la Iglesia Católica.

-Tiene que acudir el dialogo y establecer la fecha de un proceso electoral y los términos de una salida del poder. Sabe que tiene que volver (a las negociaciones), pero quiere hacerlo en una mejor correlación de fuerzas y golpea a la Conferencia Episcopal para que se retire por sí misma, pero no se ha retirado. Su objetivo es cambiar de interlocutor y poner al Partido Liberal Constitucionalista (el del expresidente Alemán) que ha sido su socio durante casi 20 años y con quienes se ha repartido prebendas y privilegios. Él cree que gana tiempo pero cada día que pasa está más asfixiado nacional e internacionalmente. Este es un régimen terminado, estamos en el proceso de su certificado de defunción.

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– ¿Qué puede forzar al presidente al diálogo? Algunos estudiantes hablan de más presión del sector privado.

-La movilización cívica debe intensificarse. Los empresarios han dicho claramente que el modelo que existía con el gobierno (Ortega pactó con la iniciativa privada durante años) se acabó y, además, están participando en la Alianza Cívica. El paro es una de las opciones, la desobediencia tributaria, la civil, pero lo más importante es que el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Centroamericano de Integración Económica, de los cuales Nicaragua depende, detengan los desembolsos mientras el país vuelve a una situación democrática. ¿Qué garantía tienen de que con ese dinero no se están financiando a paramilitares?

ESTUDIANTES. Reprimidos durante protesta. (Foto: Oswaldo Rivas, REUTERS).

— Los grupos armados irregulares son el gran problema y esta semana un grupo de mujeres firmaron una carta pidiendo al jefe de las fuerzas armadas que desarme a los paramilitares…

-Pedí que incluyeran también mi nombre. Lo que decimos es que el ejército cumpla el papel que la constitución establece, que cumpla con su trabajo. No puede decir solamente no intervengo. Ahí hay un ejército armado irregular que debe ser desarmado.

– Hay gente que teme más represión.

-Es posible que venga más represión pero ¿dónde van a meter más presos? Hay un momento en el que la represión topa, tendría que salir a matar otra vez y eso también topa. Y tampoco tiene tantos recursos.

– Usted dice que deben celebrarse elecciones anticipadas. ¿Está la oposición preparada? Muchos dicen que está dispersa y sin líderes.

-No hay dispersión. Solo hay dos grandes agrupaciones: los partidos satélites de Ortega que son simbólicos y el Frente Amplio por la Democracia en donde participa el MRS. No hay nada más. Tengo toda la seguridad de que una vez abiertos los cauces para un proceso electoral transparente, libre y competitivo, la inmensa mayoría de la oposición se va a articular en una sola fuerza. Esa unidad va a estar ampliamente fortalecida por estas jornadas de lucha cívica. Hay movimientos sociales, como los jóvenes, que tienen que estar ahí. La Alianza Cívica (donde se han dado cita todos los sectores opuestos a Ortega, de los campesinos, a los estudiantes o los empresarios) ha probado que puede mantener una cohesión, a pesar de las dificultades.

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– ¿Hasta cuándo la sociedad aguantará activa?

Yo esta película ya la vi. En 1978 después de la insurrección espontánea de septiembre, se suscitó en Nicaragua una represión feroz, como la de ahora. Y en julio de 1979 Somoza estaba liquidado, no pudo levantar cabeza porque el pueblo nicaragüense cuando toma una decisión no se va a cansar. Y están vivas las personas que vivieron eso, está en la memoria colectiva. Ortega no tiene salida, no hay vuelta atrás.

– ¿Se puede repetir la historia y que haya una nueva guerra?

-La historia no se va a repetir porque en el 78 había lucha armada y ahora hay rebelión cívica. Esta es la primera vez que la demanda de justicia se convierte en demanda unánime, así que el pueblo va a superar los enormes riesgos de entrar en una lucha civil para mantenerse en esa lucha cívica.

Artículo publicado el 5 de agosto de 2018 en la edición 810 del semanario Ríodoce.

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