El despegue que el PAS se debe plantear

El despegue que el PAS se debe plantear

 

MELESIO CUEN Y EL PAS. Mirar el futuro.

Héctor Melesio Cuen Ojeda se debatió en un dilema antes de definirse con qué partido iría en coalición. Tenía todo para aliarse con el PRI: una buena relación con el Ejecutivo estatal, mucha fuerza en el congreso local, un respaldo en votos en la elección pasada que colocó al Partido Sinaloense como segunda fuerza política y una estructura que le asegura, al menos, mantener los niveles de control que ahora tiene.

Pero había un problema: el PRI no le hubiera dado nunca los márgenes de maniobra que consiguió al aliarse con Por México al Frente, que integran el PAN, PRD y MC. Ni a su partido ni a él en lo personal. Por ello su cálculo fue exacto. Se alió con el Frente —esa extraña y oportunista conjunción coyuntural de izquierdas y derechas— y en una negociación que se movió en la lógica de los números que cada fuerza política tiene, se llevó, en la repartición de las candidaturas, las partes más suculentas de la res.

Esta alianza modificará, sin duda, el panorama gubernamental de Sinaloa, los poderes en los municipios y en el Congreso. Y puede catapultar al PAS a niveles de competencia tales que, hasta sin alianzas, dispute de tú a tú la gubernatura dentro de dos años.

El PAS, todos lo sabemos, nació y creció con una velocidad que no se explicaría sin el uso que el ex rector ha hecho del patrimonio de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En todos los sentidos. Lo más fácil sería decir que ha estado manipulando los recursos financieros de la Universidad, pero eso habría que probarlo. Lo que es innegable es que Cuen y el PAS han aprovechado desde la misma concepción del partido, los recursos humanos de la UAS, maestros, investigadores, personal administrativo y, por supuesto, los estudiantes. Si la UAS es en sí misma un botín inmenso para cualquier proyecto personal y/o político, unida a ella la administración pública, que comprende alcaldías, regidurías, diputaciones y posiciones en el gobierno estatal, convierte esto en una locura.

Los universitarios pueden militar en el partido que más les plazca. De hecho siempre en la UAS se han manifestado las ideas políticas, desde las más radicales de izquierda hasta las más conservadoras. Candidatos del PRI han penetrado a la casa rosalina durante las campañas y lo han hecho a través de personeros rosalinos que luego buscan acomodo en las estructuras del Gobierno. Y hay otros que no han tenido tanta suerte, ahora en la época del PAS, que han intentado hacer campaña en las escuelas de la UAS y han sido saboteados, como fue el caso de Manuel Clouthier Carrillo, cuando fue candidato independiente por el Distrito 5.

Pero no puede la Universidad convertirse en ariete de un partido político ni plataforma de lanzamiento de quienes buscan el poder en otros ámbitos de la vida pública, sin menoscabar su esencia y sus derroteros académicos, porque tarde o temprano habrá un costo a pagar y eso, necesariamente, afectaría a la institución.

Con el crecimiento que ha tenido, el PAS debiera estar pensando ya en desarrollar una vida propia, sin depender de la UAS. Tiene recursos económicos que provienen de sus prerrogativas y humanos con una afiliación de militantes que ningún partido joven podría presumir en el país. Hay mucha inteligencia en sus cuadros dirigentes y en su base y no faltará inventiva si deciden despegar como un auténtico partido político, sin estar atenidos que ahí está mamá UAS para amamantarlos.

Si decidieran hacerlo, aquí están ya las elecciones de 2018 para ponerse a prueba; coaligados recorrerán todo el estado, los 18 municipios, los 24 distritos locales y los ocho federales; decenas y decenas de candidatos a alcaldes, a senadores, a diputados locales y federales y a regidores, podrán medirse con la gente y, al mismo tiempo, el PAS poniendo a prueba su estructura. Una buena oportunidad para verse en el espejo. Por lo pronto, la decisión de ir coaligados con Por México al Frente es ya un triunfo para Melesio Cuen y para su partido, pues refrendaron su calidad de segunda fuerza política en el estado. Ni más, ni menos.

 

Bola y cadena

SE SUPONE QUE CON LA EXPERIENCIA adquirida, tanto el PAN como el PAS tendrán mucho cuidado de no lanzar a candidatas o candidatos ligados al narcotráfico, como fue el caso de Lucero Sánchez, mejor conocida como “La Chapodiputada”, hoy presa en un penal de los Estados Unidos, acusada de narcotráfico y lavado de dinero. De la cual, ya regado el tepache sobre la mesa, nadie quería reconocer el padrinazgo. Gerardo Vargas, uno de los instigadores de la candidatura, ya no tiene poder pero sobra quién quiera menear la olla. Del PRI ni hablar: históricamente es el partido que ha postulado, hasta cínicamente, más candidatos ligados a los grupos del narco.

Sentido contrario

¿DÓNDE ANDA RUBÉN ROCHA MOYA, el otro ex rector aspirante a una senaduría por Morena? Se suponía que su arribo al partido que fundó y dirige Andrés Manuel López Obrador, significaría una sacudida no solo al partido sino también a la discusión política, al debate de ideas y de propuestas en Sinaloa. Pero nada de eso se ha visto hasta ahora ¿Está esperando el visto bueno del mesías o ya estarán viejos los cerros?

Humo negro

LOS PROPIOS DIRIGENTES DEL PAN Y DEL PRD andan diciendo en sus círculos privados que Ricardo Anaya “no ha dado el salto” que se requiere para meterse de lleno a la carrera presidencial. Otro que decepciona. Los tiempos son breves y no hay todavía quién empate en las encuestas al precandidato de Morena, el Peje. Y de tanta carga que le echaron, parece inmune a los golpes. No debe reírse mucho el tabasqueño, porque la bestia sigue ahí, como dijo Monterroso en su magistral cuento de 50 golpes.

 

Columna publicada el 21 de enero de 2018 en la edición 782 del semanario Ríodoce.

Lee más sobre:

Últimas noticias

Scroll al inicio

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.