Darle rumbo al país, tarea de los electores

ELECCIONES. Oportunidades para cambiar. (Foto: Cuartoscuro.com)

 

Más allá de quién quede en las candidaturas para diputados locales, federales, senadores y alcaldes (en estos días hay una enajenación y un trastorno casi esquizofrénico de la clase política por saber cómo van a quedar los partidos y sus candidatos, qué  le toca a uno y otro —con aquello de las coaliciones—, quién tratará de repetir en el cargo y quién buscará otros aires), nadie habla de la agenda que partidos y candidatos deberán asumir para ponerse a tono con las necesidades más ingentes de la gente a la que irán a buscar para pedirle su voto. Las agendas son propias de cada partido y se agotan en sus intereses, como trasfondo, claro está, la elección presidencial.

Esto tiene que verse como una desgracia para la gente que esperaría de la clase política señales de que algo cambiará en este país que se resiste a crecer ya no digamos económicamente —aunque también nos urge—, sino como nación, con instituciones fuertes y derroteros claros, consensuados socialmente.

Después de la alternancia que vivimos con el arribo del panismo al poder en 2000, de los acuerdos y pactos logrados por la presente administración, que empujaron reformas de fondo en algunas áreas, todavía no sabemos qué jodido país queremos, bajo qué bases estructurales. Quienes han estado en el poder en los últimos tres sexenios se han negado a dar golpes de timón que signifiquen cambios radicales en nuestras políticas públicas. No hemos podido resolver los problemas de inseguridad, que siguen cobrando decenas de miles de vidas por sexenio; la pobreza, otra de las grandes asignaturas desde hace décadas, no ha logrado abatirse; persisten los bajos niveles educativos y los nudos del sistema que, con todo y reformas, siguen siendo trabas casi insuperables. Y uno de los temas centrales, la corrupción, sigue siendo el trasfondo de los males que nos aquejan como país y como sociedad. Hay avances, sí, pero en lo fundamental seguimos andando como en un pantano que, por momentos, amenaza con tragarnos a todos.

México necesita otro rumbo, como lo ocupa Sinaloa también. ¿Qué dirán a los electores aquellos que desde diputaciones locales y alcaldías pretenderán reelegirse? ¿Cómo defenderán los diputados su paso ominoso por el Congreso del Estado, si en una decisión aberrante se quitaron ellos mismos la facultad de auditar las entidades públicas, tarea consustancial al Poder Legislativo?

¿Y los alcaldes? ¿Qué dirá Jesús Valdés sobre la inseguridad que no cesa en Culiacán? ¿Y el presidente municipal de Elota, Geovani Escobar, si hace una semana le levantaron al director de Seguridad Pública y todavía no aparece? ¿Que es un hecho aislado? ¿Eso dirá, como lo dijo el presidente de la comisión de Seguridad del congreso, el diputado Marco Antonio Osuna Moreno?

Pero lo peor es que tampoco lo electores hemos sido capaces de exigir lo que nos corresponde. Son aisladas las protestas ante los abusos del poder, frente a la impunidad con que a diario se cometen crímenes en toda la entidad, ante las injusticias laborales, incluso en las entidades públicas. No salimos a la calle ni cuando nos afecta directamente una mala decisión del gobierno ni somos capaces de poner una denuncia ante un abuso administrativo.

Y cuando se trata de elegir seguimos pensando en las “lealtades” partidistas y nos conformamos con que vaya el candidato a nuestra colonia y nos deje un par de abanicos de cartón.

Y mientras la actitud de los electores no cambie, la de los políticos será la misma. Ellos seguirán viendo la política como una forma de enriquecerse, de escalar posiciones, de servirse del poder, de exprimir los recursos públicos en su beneficio y en el de las grandes empresas constructoras, de medios de comunicación y de servicios.

¿Realmente piensan los partidos y los aspirantes a un cargo de elección popular en los problemas de la gente? No, no lo hacen. Y por ello esos grandes problemas que aquejan a la gente de a pie, no estarán en la agenda, ni de los partidos, ni de los candidatos. Pero seguiremos votando por ellos y nos volveremos locos con los que ganen. Y lloraremos con los que no lleguen.

Bola y cadena

DESDE UN PRINCIPIO SE VIO QUE José Antonio Meade no sería un buen candidato. Sin capacidad de prender a la gente con su discurso, ahora hay que agregarle derrapes verbales, poco tacto para plantarse ante notas del día y hasta complicidad en el presunto desvío de recursos públicos para favorecer al PRI en elecciones de varios estados. No pinta, “no levanta”, como dice el clásico, y todo indica que es uno más de los yerros de EPN.

Sentido contrario

TESTIGO PROTEGIDO, Dámaso López Serrano se entregó en una garita de Calexico a la DEA cuando supo que quedarse en México le significaba la muerte. Se convirtió en colaborador del gobierno norteamericano contra personeros del Cártel de Sinaloa y hasta se habla de una lista de 125 miembros de esta organización que dice conocer o tener conocimiento de que se dedican al tráfico de drogas y lavado de dinero. ¿Así o más “sapo”?

Humo negro

EL APLAZAMIENTO DEL JUICIO de Joaquín Guzmán Loera en los Estados Unidos es apenas el principio de una serie de prórrogas que se darán, primero con el pretexto de que se requiere mucho tiempo para analizar las “evidencias” presentadas por los fiscales y luego por lo “delicado” del caso y luego… Ya vimos esta película en otros juicios contra sinaloenses que al final terminaron negociando una pena de risa. Tiempo al tiempo.

Columna publicada el 14 de enero de 2018 en la edición 781 del semanario Ríodoce.

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