Javier, la lucha sigue, no estamos solos

Javier, la lucha sigue, no estamos solos

 

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Hoy se cumplen cinco meses del asesinato de Javier Valdez, 150 días de ese lunes maldito que partió la historia del periodismo mexicano en dos y el alma de su familia, de sus amigos, del curso de Ríodoce, este semanario que tan generosamente y con tanto entusiasmo contribuyó a fundar.

No hay signos de que el crimen se vaya a castigar, pero no estamos solos, ni callados, ni quietos. Y seguiremos exigiendo justicia. Es vital que el crimen se aclare y que la justicia mexicana marque un antes y un después en cuanto a las agresiones que cientos de periodistas hemos sufrido en los últimos años, de muchas formas, en distintas partes del país, pero con dos orígenes muy claros el crimen organizado y el poder público.

Lejos de amainar, la solidaridad internacional que despertó el crimen de Javier Valdez se sigue manifestando no solo entre los periodistas de Iberoamérica, sino en el propio corazón de los Estados Unidos.

En Medellín, la quinta edición del Festival Gabo, que se llevó a cabo hace 15 días, tuvo expresiones destacadas en contra de la impunidad con que ocurren las agresiones a periodistas en México y se lanzaron exigencias para que el crimen de Javier y de los otros periodistas asesinados se castiguen. Pero también sobre la urgencia de que los periodistas se organicen y conformen sus propios mecanismos de protección, toda vez que los que existen por parte del gobierno mexicano han sido criminalmente ineficientes.

Pero igual está ocurriendo en los Estados Unidos, donde la demanda de justicia ha tenido eco en diferentes foros. Periodistas de ese país, horas después del asesinato de Javier en Culiacán, se apostaron ante la embajada de México en Washington con cartulinas y leyendas exigiendo castigo para los asesinos.

Y apenas el martes pasado, durante la ceremonia de entrega del Premio María MoorsCabot –esta vez dedicado a los periodistas asesinados en México–, en la Universidad de Columbia, con sede en Nueva York, el propio presidente de la casa de estudios, Lee Bollinger, condenó que en muchos países de América Latina y particularmente en México se esté coartando la libertad de expresión a través de múltiples formas de agresión, llegando hasta el asesinato de comunicadores.

Esta situación no puede continuar, dijo, y el gobierno mexicano debe poner un alto a este clima de impunidad que permite el asesinato de periodistas sin que sean castigados, porque coartar la libertad de expresión es atentar contra la democracia en cualquier país. Después de Javier fueron asesinados los periodistas Cándido Ríos en Veracruz (agosto) y Edgar Daniel Esqueda, de San Luis Potosí, apenas hace diez días.

María Teresa Ronderos, directora del programa Periodismo Independiente del instituto Open Society y presidenta del jurado Cabot, lamentó que el periodismo tenga que ejercerse bajo presión en muchas partes de Iberoamérica y que en México los periodistas estén siendo asesinados.

Pero esto parece no importarle mucho al gobierno mexicano, que sigue sin tener líneas claras sobre los móviles del crimen de Javier ni sobre los asesinos. En pláticas recientes que la familia del periodista tuvo con el fiscal, Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, se volvieron a repetir las mismas frases de “estamos trabajando”, “siento que hay avances”, pero nada en concreto que permita pensar que se hará justicia.

Tampoco sobre el compromiso de hacer públicos los avances de las investigaciones como lo hemos estado exigiendo. O sobre la necesidad de que acepten públicamente de que es la fiscalía federal la encargada del caso.

Hace dos meses nos pidieron una semana para presentarnos resultados, pero ahora ni siquiera el compromiso asumen. Y hace dos meses nos hablaban de una línea de investigación, ahora de tres. ¿A qué juega la Fiscalía?

Bola y cadena

HABÍAMOS DICHO AQUÍ QUE EL CRIMEN de MiroslavaBreach estaba siendo encubierto desde las mismas esferas políticas y policiacas, pues desde que ocurrió el propio gobernador, Javier Corral, manifestó que había líneas claras sobre los asesinos y hasta se presumió que provenía de la narcopolítica. Pero pasaron los meses y la tierra fue cayendo sobre el caso. Ahora una filtración a un diario local de esa entidad afirma que se ha identificado a los hermanos Adán y Crispín Salazar Zamorano como los autores intelectuales del asesinato, pues la periodista los había estado denunciando con sus notasla influencia de estos narcotraficantes en la región de Chinipas, al grado de imponer alcaldes y diputados, tanto del PRI como del PAN. Lo malo de esta nota es que se trata de una filtración y lo que se ocupa, igual que en el caso de javier, es información oficial y documentada, que no deje dudas, porque inventar un “chivos expiatorios” es muy fácil.

Sentido contrario

¿POR QUÉ SE QUEJA RICARDO ANAYA de que el PRI está preparando un “nuevo golpe” en su contra y pregunta a qué le teme el partido en el gobierno? ¿O quiere con esto llamar la atención y victimizarse? ¿Ya no recuerda las campañas de 2006 y 2012, cuando el partido que ahora dirige se alió con el PRI para golpear a Andrés Manuel López Obrador? Y no es que los ciudadanos estén esperando una guerra sucia en el 2018, por el contrario, la gente detesta el lodo electoral y por eso se ha estado alejando de las urnas. Pero la contienda que viene será peor que las anteriores y Anaya lo sabe bien. Que no llore.

Humo negro

GRACIAS A LOS ORGANIZADORES del Premio Cabot por su solidaridad ante el crimen de Javier Valdez y de las agresiones a periodistas; gracias a los organizadores del Festival Gabo por su calidez y su preocupación por lo que ocurre en México. Gracias a la DrugPollice Alliance por ese reconocimiento póstumo a Javier. La lucha sigue. No estamos solos.

 

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