2018 enfila a una elección de tercios

 

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Ya tenía rato, pero la guerra electoral se expresó con mayor fuerza en estos días. La firma del llamado acuerdo de unidad de Andrés Manuel López Obrador y sus más recientes fichajes —algunos sorpresivos—, la pugna en el PAN por la candidatura presidencial, el insólito llamado de una provisional dirigente perredista que urge a los militantes que se quieran ir a que se vayan ya, la lucha en las cámaras en torno al denominado “fiscal carnal”, los spots de Enrique Peña Nieto vendiendo sus cinco años de infamias como si fueran cosa buena….

Se acerca en México la elección más grande de la historia, y la más cara, gracias a la homologación. Serán electos el próximo presidente de la república, diputados federales, y senadores, diputados locales, alcaldes de todo el país y ocho gobernadores. El problema es que casi nadie se preocupa y menos se empeña en que los electores se enteren al menos de lo básico de este proceso que ya empieza a agobiarnos a todos. (Sin que se hayan suscitado todavía, los infaltables hechos de violencia que surgen siempre en estas coyunturas sobre todo en zonas donde la criminalidad pisa más fuerte).

La clase política opositora está engolosinada ante lo que considera la irremediable derrota del PRI, escenario que la ha llevado a desgarramientos internos impensables hace todavía algunos meses. En el PAN se vive una guerra encarnizada por la candidatura presidencial, cuyo desenlace es ahora imposible de prever. Y en el PRD sigue la desbandada de dirigentes y cuadros, proceso que no ha culminado aún y que está convirtiendo al más fuerte partido de izquierda que se ha formado en México hasta ahora, en un triste cascarón.

Morena se cuece aparte y prácticamente solo —el Partido de Trabajo no ha dejado de ser de utilería, como toda la vida— y ya sabemos quién será el candidato presidencial. Las posiciones del Peje cancelaron la posibilidad de una gran alianza de izquierda y por ello el PRD tuvo que buscar la sombra del PAN para mantener algunos de sus privilegios, como lo ha venido haciendo desde hace años en muchos estados y municipios. Tampoco se sumó a Morena el Movimiento Ciudadano, cuyo dirigente, Dante Delgado sacó cuentas de que podía negociar más posiciones si se integraba al recién bautizado Frente Ciudadano por México.

No hay, en la conformación de este frente, afanes democráticos. Después de ver cómo se cocinan las cosas internas en cada uno de los partidos, sería cándido pensar que les preocupa fortalecer la democracia en nuestro país. Tampoco creo que estén muy preocupados por combatir la pobreza porque si eso fuera lo estuvieran haciendo en las entidades y municipios donde gobiernan. Y mucho menos se ve que pretendan luchar contra la corrupción cuando vemos el tráfico de influencia de unos para enriquecerse en transacciones turbias como lo hizo Ricardo Anaya y cuando nos enteramos que la dirigente del PRD, Alejandra Barrales, tiene un departamento en Miami que excluyó de su declaración patrimonial hasta que fue evidenciada en un reporte noticioso de Univisión.

De Dante Delgado Rannauro ni hablar mucho: es peor que los priistas según se definió a sí mismo; ha manejado el partido como una empresa personal imponiendo candidatos a su antojo sin reparar en sus trayectorias, estuvo preso por enriquecimiento ilícito después de ser gobernador sustituto de Fernando Gutiérrez Barrios, a finales de los años 80 y, por si fuera poco, en mayo pasado cacheteó a un reportero porque le incomodó una pregunta.

Se perfila una elección a tercios, más cerrada que hace cinco años, cuando compitieron Enrique Peña por el PRI, Andrés Manuel por el PRD y Josefina Vázquez por el PAN. En la recta final del sexenio, el PRI puede recomponer la figura si ungen a un hombre como José Antonio Meade, así que no se le puede dar por derrotado de antemano. El PAN gobierna 40 millones de mexicanos y ha demostrado ser capaz de conseguir votos. Su reto más grande ahora es salir lo menos raspado posible de su contienda interna, que luce encarnizada. Y Morena, el otro gran competidor de este proceso, debe esperar que su líder no descarrile y sume otro fracaso, porque será el último.

Bola y cadena

EN SINALOA HAY MUCHOS ENIGMAS todavía. No se sabe hacia dónde jalará el Partido Sinaloense, que en muy poco tiempo, sea como sea, ha demostrado ser muy efectivo a la hora de hacer campañas y ganar votos y posiciones, así que todas las franquicias estarían disputándose sus estructuras. Héctor Melesio Cuen, como hace seis años, quiere ser senador y venderá caro su amor.

Sentido contrario

OTRO DE LOS MISTERIOS ES QUIÉNES de los actuales alcaldes intentará repetir en sus cargos, como está previsto con la reforma electoral, a quiénes autorizarán los partidos, e igual con los diputados locales. No todos querrán otro periodo, como podría pensarse y una de las razones es que las comunas están trabajando con una mano atrás y otra adelante. La otra es que habrá quienes querrán ir a otras esferas. Como el de Culiacán, Jesús Valdés, que ha expresado su interés por una senaduría.

Humo negro

LA SEMANA PASADA RÍODOCE Y LA familia de Javier Valdez entregamos una carta a Edison Lanza, Relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en Ciudad de México, donde le solicitamos su intervención para presionar al gobierno mexicano, toda vez que las investigaciones en torno al asesinato de nuestro compañero no avanzan. Este es un primer paso en ese sentido. La exigencia de justicia no cesa, como el dolor. Y no acabará mientras el crimen se mantenga en la impunidad.

 

 

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