Entre vituperios, aprueban diputados reformas constitucionales

 

toma-tribuna

 

“Hubiese sido hermoso”, aseguró el manifestante que saltó sorpresivamente a la zona de curules, cuando se le preguntó si su pretensión era tomar la tribuna. Héctor González Peña se bañó de una efímera gloria ciudadana, ante el bullicio de un auténtico enjambre de abejas en el que se convirtió el graderío de la parte alta de la sala de sesiones del Congreso del Estado.

Inició el momento más caótico de la sesión ordinaria en la cual se aprobarían las reformas constitucionales sobre cuentas públicas. Más de un asistente, entre diputados, reporteros, le despertó el instinto de sobrevivencia por temor a que la escena derivara en un ambiente violento.

La persecución de uno de los elementos de seguridad del Poder Legislativo tras González Peña pasó por las espaldas de las curules, en donde se ubica el lugar de la líder de la bancada del PRI, Irma Tirado Sandoval.

“Tendríamos que ser muy pendejos para agredir físicamente a los diputados para darle materia al Poder Ejecutivo incluso el Congreso de empezar a apretar las tuercas y justificar su acción represora ante nosotros. No vamos a hacer eso”.

saltarin

No llevaba cartulinas ni pancartas, sí cargando en las bolsas de los pantalones granos de maíz que se proponía poner en las curules de los diputados. No lo logró, porque fue  alcanzado por el guardia, lo mismo que un compañero activista que lo secundó. Ambos fueron  detenidos para ser sacados del recinto legislativo. En el afán de los medios de comunicación de captar los hechos, se hizo una avalancha de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, que derribó la puerta de acceso a la sala de prensa hacia la sala de sesiones.

¡Suéltenlo, suéltenlo”, gritaban desde el graderío los asistentes que no llenaron todas las butacas, pero destacaba por sus rostros conocidos de activistas enérgicos y líderes organizaciones ciudadanas  que ya habían participado en otras sesiones, llevando ratones de juguete y lanzando réplicas de billetes. En el público se podía identificar a Ernesto Saldaña, Gabriel Campos, Guillermo Padilla, Abel Jacobo Miller, David Moreno, así como a Óscar Loza y al diputado independiente Manuel Clouthier.

Tras el incidente estalló el bullicio del público y se detonó la alerta. La diputada panista Tania Morgan, tenía temor de ocupar su curul, otras como la diputada Angélica Díaz del PAS, no se movió se su lugar, pero bajo sus pies traía un bolsa con cascos por si se ocupaba. De inmediato un par de guardias se apostaron a las espaldas de la presidenta de JUCOPO, Irma Tirado. Dos vigilantes más se colocaron en los extremos del graderío para impedir que otros manifestantes se saltaran desde la parte alta de las butacas hacia la zona baja, en cuyas puertas de acceso se había dado la orden de mantenerlas cerradas con llave.

En la zona de butacas del público no se había permitido el libre acceso como en otras sesiones. Ahí solo fue posible acceder a algunas personas, como los asistentes de los diputados, los dirigentes de los partidos como Morena, PRD y PAN. Ahí de pie, tomando fotografías o como testigos, estuvo la exdiputada panista Catalina Frank, quien hace años en un incidente fue herida cuando estaba sentada en su curul; junto a ella estaba la exsenadora panista, María Serrano. Estaban también ahí los medios de comunicación esparcidos a lo largo y ancho de las filas de butacas.

 

Primer acto

“Esta tranquilidad me da miedo”, había dicho una trabajadora del Congreso del Estado, cuando el reloj al interior de la sala de sesiones estaba a escasos minutos de marcar las 11 de la mañana, la hora reglamentaria para el inicio de la sesión. No superaba una docena  las personas que estaban sentadas en la butacas destinadas al público y de fondo se escuchaba una música suave similar a la usada en un spa.

Afuera del edificio del Congreso del Estado, no había muchedumbres,  ni ríos de ciudadanos con mantas o pancartas pretendiendo entrar al recinto, como había sucedido en las sesiones recientes. El estacionamiento estaba ya cerrado al acceso porque estaba a su máxima capacidad por la asistencia de personas que acudieron a una reunión nacional de órganos de control interno que se desarrollaba en un salón contiguo.

En la caseta de acceso peatonal el personal de seguridad estaba siendo especialmente estricto en solicitar identificación para poder ofrecerle un gafete de acceso a cada uno de quienes lo solicitaran. Ernesto Saldaña, uno de los manifestantes más activos, estaba discutiendo con el personal de seguridad sobre la exigencia de entregar su credencial de elector. Gabriel Galván entró en apoyo y lograron ambos acceder al recinto parlamentario. Cámaras de medios de comunicación eran testigos de la escena.

En la primera fila de butacas se colocaron los dirigentes municipales y estatales del PAN, invitados por el Grupo Parlamentario del PAN. Entraron por el acceso de la sala de prensa para poder ocupar un lugar exactamente a  espaldas de la bancada panista. Ahí mantuvieron resguardada una manta que colocarían más tarde para tomar la tribuna junto a los diputados de Morena.

Luego llegaría Claudia Acosta, la dirigente estatal del PRD, aunque su diputado, Efrén Lerma, no pudo asistir porque estaba enfermo de un ojo; y más tarde  Jesús Estrada Ferreiro, presidente en Sinaloa de Morena.

La última vez que había intentado el Grupo Parlamentario del PRI incluir en la orden del día el tema de reformas constitucionales, tuvieron que “bajarlo” porque todos los integrantes coincidieron en que había mucha presión ciudadana y riesgo que se desataran hechos violentos al interior del recinto parlamentario.

Arriba, en el graderío, un asistente se asomaba con un bastón en forma de resortera rústica gigante, que motivó que una reportera comentara a un guardia de seguridad sobre el peligro de que se convirtiera al calor de la discusión en un proyectil peligroso. “Trae un esguince en el pie”, se explicó más tarde, por eso se le permitió el acceso con ese objeto

El tema de las reformas a los artículos 37 y 43 fue colocado en el primer punto a discutir, tras el pase de lista y la aprobación  del acta de la sesión anterior. No había mucho que esperar para que se desatara el caos.

A la hora del pase de lista, se ocupó casi la mitad del graderío, cuando se permitió el acceso a la sala de sesiones en la parte alta, y abajo se ocuparía casi también a  la mitad de su cupo.

Segundo acto

Tras el incidente de los ciudadanos que se brincaron a las curules, se desató el desorden. En medio de acusaciones, abucheos, gritos de ¡traidores!, ¡ratas!, ¡renuncien!, los integrantes de la Mesa Directiva, ser reunieron en forma emergente en la parte trasera de la tribuna, para decidir el curso de la sesión. En la versión del diputado Roberto Cruz, la propuesta de la diputada del PRI, Maribel Chollet, era que la sesión se declarara como secreta para poder continuar, propuesta que fue apoyada por su compañera de bancada Guadalupe Iribe y la diputada del PAS, Alba Virgen, pero con el voto en contra del diputado del PANAL, Jesús Ibarra.

La idea de que fuese secreta fue planteada el micrófono al pleno por el presidente de la Mesa Directiva, lo que encendió los ánimos en el graderío, pero al mismo tiempo motivó a guardar por un momento silencio entre los activistas de la organizaciones ciudadanas. Le siguió entrar en materia en la discusión de  la propuesta de dictamen de las reformas constitucionales.

En contra subieron a señalar sus argumentos, los diputados de Morena; del PAN, Carlos  Castaños, Juan Pablo Yamuni y Zenén Xóchihua. Ningún legislador que promovió la reforma pidió usar la tribuna para hablar a favor.  No lo hizo José Menchaca presidente de la Comisión de Fiscalización ni ningún diputado de la bancada del PRI para defender las “bondades” de la reforma constitucional. Solo a la hora de la votación en lo particular, lo hizo el líder de la bancada del PAS,  Víctor Antonio Corrales, para hacer precisiones sobre transitorios que establecían que no perdía facultades de fiscalización, revisión y aprobación.

El pase de lista para levantar las votaciones, primero en lo general y particular, se convirtió en un tiro al blanco verbal, en el cual los objetivos eran los diputados del PRI y PAS. Los diputados panistas enfatizaron el sentido de su voto con voz alta y potente, mientras que los de los legisladores de PRI mencionaban el sentido de su voto en un tono apenas audible. De los pocos que se animaron a levantar la voz para ser escuchado fue el diputado del PRI, Feliciano Valle. ¡Traidores!, ¡Ratas!, fueron uno de tantos adjetivos descalificativos que se escucharon insistentemente contra los diputados al momento de escucharse la votación.

Con el registro de 27 votos a favor y 10 en contra era un hecho que las reformas constitucionales se habían aprobado. Justo entonces las bancadas del PAN  y Morena tomaron la tribuna, portaron un par de grandes lonas y los legisladores portaron cubre bocas en señal de reprobación. “Enmudecer al Congreso es silenciar a los ciudadanos”, “Traidores, no a las cuentas en la oscuridad”, se podía leer en las mantas, mientras que entonaban el himno nacional junto con el público que ocupó el graderío.

La bancada del PRI y PAS, se mantuvieron inmóviles, sin repudiar los hechos, ni cuestionar la toma de tribuna. Habían logrado con mayoría calificada su propósito de sacar la reforma constitucional. No habría más suspensiones ni aprobaciones de cuentas públicas en tribuna.

El presidente de la Mesa Directiva, en medio de un nuevo bullicio por la toma de tribuna, decretó un receso, situación que molestó a la bancada del PRI. El PAN había anunciado una conferencia de prensa,  y no se había terminado de retirar Roberto Cruz de la sala de sesiones cuando la diputada priísta Maribel Chollet se sentó en el lugar de la presidencia de la Mesa Directiva para señalar que continuaba la sesión y que debía constarse en actas que el presidente había abandonado su puesto y se continuaba la sesión.

Afuera, de la sala de sesiones tanto PAN y Morena, advertirían que esa lucha no era caso cerrado. Ahora emprenderían la batalla en los juzgados.

 

 

 

 

 

 

 

 

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