Un jefe en pañales

 

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Si hay una guerra entre productoras de cine de animación, al frente de la batalla están Pixar y DreamWorks, que siempre buscan coronarse como la mejor, con lo que el espectador sale ganando, porque tiene más posibilidades de que le lleguen cintas de mayor calidad, aunque eso a veces sólo quede en el intento.

Tanto una compañía como la otra han tenido sus tropiezos, y ahora le toca a DreamWorks responder al ataque con Un jefe en pañales (The Baby Boss/EU/2017), dirigida por Tom McGrath, basada en el libro de Marla Frazee, lo que resultó un misil con poca fuerza que lo más que causará es uno que otro herido, pero ninguno capaz de abandonar las filas y darle la espalda a la productora de Madagascar y Shrek, que para esta ocasión trabaja al lado de la 20th Century Fox.

Toda la confianza que le generaban sus padres, por esa atención y expresiones de cariño que le daban, se acaban cuando el pequeño Tim sabe que tendrá un hermano. Si antes, de cualquier situación, por más común que fuera, creaba en su mente un mundo a su gusto, por su impresionante imaginación, ahora, el malestar que le produce que todo gire en torno al bebé no le permite ser el héroe, ni en esos espacios con los que fantaseaba ni con sus papás.

Más que otro miembro en la familia, el inconveniente es que el bebé no es uno común: llegó a casa por sí solo, en taxi; viste de traje, usa maletín; habla como adulto cuando los papás no lo ven; y controla a los vecinos de su misma edad, con quienes tiene lo que parece un plan malévolo.

Tim descubre que el niño pertenece a una corporación, por lo que la llegada al hogar, además de extender la familia, tiene la intención de recuperar el cariño de algunos adultos que prefieren dárselo a los cachorros de perro.

Contrario a lo que parecía, los hermanos harán un trato y lucharán juntos por el objetivo que cada uno tiene, aunque eso implique el riesgo de que se separen.

Lo más atrayente del filme, además de la acertada voz de Alec Baldwin como el adelantado niño, es que cuando la imaginación de Tim transforma lo real en aventura —una manera distinta de ver cada escenario en la vida, lo que es muy conveniente que entiendan los niños— la animación hace su mayor derroche.

Aunado a que el bebé es muy divertido por lo curioso que resulta verlo comportarse como grande, también el tema principal que aborda Un jefe en pañales es muy interesante: lo que implica la llegada de un hermano cuando se es hijo único por tanto tiempo y que la atención se centra sólo en uno.

El problema de la cinta, además de ser muy predecible, es que se queda corta: divierte, entretiene, pero en mayor medida a los más pequeños de la casa, a diferencia de otras que van enfocadas tanto a chicos como grandes.

Es cierto que la película tiene un buen inicio y el hecho de que un bebé se comporte como adulto no es algo recurrente, de ahí que no se perciba gastada, pero desde que empieza ese recorrido por la corporación de la que procede el nuevo en la casa y que no se desarrolla adecuadamente el asunto con los perros, la cinta se siente lenta. Sólo en su obvio y reconfortante final, logra recuperarse un poco. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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