Cuentas públicas y la tardía reacción de Malova

Cuentas públicas y la tardía reacción de Malova

 

 

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A la memoria de Elmer Gutiérrez, el Comandante

 

Un día de julio de 2012, el entonces gobernador Mario López Valdez, tuvo una reunión ejecutiva con sus funcionarios del sector salud, entre ellos Ernesto Echeverría, su titular. Estuvo también Armando Villarreal, ex secretario de Administración y Finanzas. Analizaban una serie de notas y reportajes que Ríodoce había estado publicando con base en información conseguida en la misma dependencia y en informes, tanto de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), como de la Auditoría Superior del Estado (ASE).

Era un mundo de anomalías: contratos millonarios amañados, compras a sobreprecios insultantes, asesorías de despachos que solo existían en el papel, proveedores a modo a cambio de jugosas comisiones, servicios de laboratorios subrogados a empresas que no tenían un tubo de ensayo… Un robo vil, cínico, descarado.

En esa reunión, el gobernador le pidió explicaciones al secretario, pero éste no pudo dárselas sin que se concluyera que, efectivamente, la administración de la Secretaría de Salud era un mugrero. “¡Te van a meter a la cárcel!”, le espetó.

Eran tales las evidencias, que se especuló la salida de Echeverría, pero esto no ocurrió y terminó su encargo hasta el último día del sexenio.

Luego de que el nuevo gobierno empezó a revisar lo que estaba recibiendo, encontraron que una de las dependencias con más anomalías es precisamente la de Salud. Debe, para empezar, un contrato de más de 500 millones de pesos que se niega a pagar porque encontraron irregularidades en la licitación y en la cobertura de los compromisos. Pero la suma de deudas a otros proveedores va más allá de los 1 mil 200 millones de pesos.

Al suspenderse —el jueves pasado— la cuenta pública del primer semestre de 2016, diputados del PRI y del PAN expresaron que no era correcto que la comisión de Fiscalización del congreso no haya revisado las cuentas de Salud ni de Educación, siendo éstas las que consumen el 60 por ciento del presupuesto estatal. A Salud, se dijo también, solo le revisaron las cuentas en una ocasión en seis años, lo cual se les hace sospechoso.

Es la primera vez que esto ocurre en Sinaloa. Se habían suspendido cuentas municipales y hasta se habían levantado denuncias penales contra ex alcaldes, pero nunca se había suspendido una cuenta estatal. Justificado de sobra por supuesto. Durante seis años —y eso se dijo ayer en tribuna por quienes impugnaron el dictamen— las dependencias estatales, incluida la de Administración y Finanzas, cometieron reiteradamente las mismas desviaciones y anomalías, desdeñando las observaciones, tanto de la ASF como de la ASE, tal vez pensando que estarían ahí toda la vida.

Ese mismo jueves que el congreso suspendió la cuenta de Malova, éste hizo público un comunicado donde dice que es su “obligación moral… ofrecer un posicionamiento público, y refrendar mi compromiso por la transparencia y la rendición de cuentas…”. El problema es que tuvo seis años para esos posicionamientos y no lo hizo. Y para demostrar que era transparente y así rendir cuentas. Y tampoco lo hizo. Se enconchó en su soberbia y se hundió en los compromisos con sus “cuates”. Por eso dejó hacer y pasar. Dijo que aclarará y solventará “todas y cada una de las observaciones que se emitan en función del análisis de la cuenta pública estatal”, pero si no lo hizo antes no lo hará ahora, con la desventaja de que ya no tiene ni el tiempo ni el poder para manipular decisiones del Congreso.

La de Mario López Valdez ha sido una de las administraciones más corruptas de la historia moderna de Sinaloa. Si él, en lo personal, está metido en el lodo ya se sabrá y entonces habrían de esperarlo días aciagos. Lo que casi es una seguridad es que más de algún secretario o funcionarios de otros niveles no saldrán bien librados de este escrutinio histórico de las cuentas estatales.

Nunca en la historia moderna de Sinaloa se habían expuesto con tanta puntualidad y de manera documentada las anomalías de una administración, pero ante las denuncias, López Valdez negó los hechos o guardó silencio. Y nunca como ahora fueron tan manejadas con tanto desorden y turbiedad las finanzas estatales.

Bola y cadena

SE DISCUTÍA TODAVÍA LA CUENTA DE MALOVA, cuando el gobernador, Quirino Ordaz Coppel, dijo a la prensa que no habría impunidad para nadie. Que se estaban siguiendo pesquisas de los órganos auditores del estado y de la federación y que tendrían que aclararse las observaciones. Muy a tono con la posición de los diputados priistas, sus diputados, que no tuvieron fuerzas para defender el dictamen, a pesar que el que preside la comisión de fiscalización es un priista. Línea o no, Malova y varios de sus funcionarios de primer nivel están en un buen aprieto. Si hubiera una estricta vuelta de tuerca a este asunto, más de uno terminaría en la cárcel. Pero ya se verá hasta dónde llegan las cosas.

Sentido contrario

POR LA RAZÓN QUE SEA, LA SUSPENCIÓN  de esta cuenta habla de lo que debe ser un verdadero congreso. Hasta aquí bien las cosas. No así cuando, la misma mayoría que vota en contra del dictamen, lo hace en favor de la cuenta del primer semestre del ayuntamiento de Culiacán, donde se encontraron también anomalías suficientes para suspenderla.

Humo negro

LA GUERRA INICIADA POR ESTE PINCHE LOCO llamado Donald Trump apenas inicia. Traerá muchos dolores de cabeza a los mexicanos, aunque también a las empresas gringas y al pueblo norteamericano. Tiene una ventaja para nosotros y es que puede hacer que, hablando de política, tal vez termine uniéndonos más que un partido crucial de la selección mexicana. Lo cual nos hace mucha falta.

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